Cata, de Gran Hermano: los duros momentos que atravesó como pediatra, la “semilla” que plantó en la casa y el mano a mano más complicado
Aunque desea abrirse paso en los medios, la más reciente eliminada del reality destaca la importancia de su vocación como médica
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Luego de ser beneficiada en el repechaje, Catalina Gorostidi se perfiló como una importante jugadora adentro de la casa de Gran Hermano y hasta llegó a plantarle un frente de batalla a Juliana “Furia” Scaglione, de quien era íntima amiga. Por ese motivo, su segunda salida no pasó desapercibida, y si bien Cata se ilusiona con una carrera en los medios, no por eso quiere renunciar a la medicina, una vocación que le significó atravesar momentos muy difíciles, como le confesó a LA NACIÓN en esta entrevista.
-Cuando Santiago del Moro reveló que habías sido eliminada en el mano a mano con Furia, ¿qué fue lo primero que sentiste?
-Lo primero en lo que pensé fue en ver a mis compañeros de Gran Hermano que estaban afuera. No sentí bronca por el resultado, ¿pero tenía fe que podía ganar? Sí, obvio, pero no me enojé. Lo que me gustó de la jugada que hice, fue el marcarle a los chicos a dónde tenían que ir. Había una posibilidad grande de que en la primera placa fuerte, Furia no se fuera, pero me retiré contenta porque sentí que le cambié la cabeza a la gente que todavía está jugando, y eso me generó más satisfacción que el haber podido ganar la placa. Yo quiero que los chicos sigan intentado sacar a Furia.
-Por estos días es muy clara la división entre Furia y casi todo el resto de la casa, a ella se la ve sola…
-Pero ella está sola no porque la dejemos sola, sino porque es alguien que se aísla. Furia se tornó muy conflictiva, alguien le hablaba y le respondía mal, entonces la casa se cansó. Yo les decía: “¿Van a seguir callándose la boca?”, porque constantemente todo era de una incomodidad terrible. Y cuando estaba yo por lo menos la bajaba un poco, porque por ejemplo, si Manzana pasa y ella le grita en la cara que es un falso, Manzana sigue caminando.
-¿Qué expectativas tenés para cuando Furia salga de la casa?
-Más allá de todo, ella me quiere y yo la quiero. Creo que afuera nos debemos una charla sin juego de por medio, porque ella pone el juego por encima de todo. Y en la casa me vio como una líder, y eso le molestó.
-¿Cómo viste la entrada de Coty?
-A mí me gustó que ella ingrese al juego. A Furia la vi media rara, pero está bueno para que la casa tenga algo de movimiento, porque sino a Furia nadie se le planta y todos hacen “la gran caracol”. No sé cómo va a jugar Coty, pero tiene personalidad fuerte, no se va a quedar callada ni va a dejar que la pasen por encima; creo que va a enfrentar a Furia de una manera inteligente.
-¿Qué expectativas tenés para tu futuro, querés seguir en tu trabajo como médica o te planteás solo desempeñarte en los medios?
-El hospital y los pacientes se extrañan todos los días, por eso siempre estoy en contacto con mis compañeros de ahí. A mí me gustaría que se me pueda abrir una posibilidad laboral en los medios, porque es lo que siempre me gustó. Pero obviamente no descarto volver a ser médica porque eso me lo gané, y si puedo hacer las dos cosas sería lo ideal, o hablar en un programa de medicina también me encantaría. Quizá podría hacer las dos cosas.
-Hablás con mucho amor de tu profesión, ¿qué sentís que te da el mundo de la medicina, que quizá no encontrás en otros lados?
-Ser médica te da algo que no te dan ningún trabajo, y más en pediatría. Salvarle la vida a un niño, no se compara con nada. Decirle a un papá: “Tu hijo se salvó”, es incomparable. Traer vida al mundo, o por el otro lado, contener a un papá cuando su hijo tiene un mal pronóstico, es algo que ni siquiera podría explicar. Tenés que vivirlo para poder entender por qué uno ama tanto esa profesión Te puedo contar miles de historias, como decirle a una mamá que su hijo tiene cáncer, pero al año siguiente contarle que no tiene que hacer más quimio... Es algo que no te olvidás nunca.
-¿Hubo alguna historia que te conmoviera especialmente?
-Tengo muchas. Cuando hacía la especialidad en Córdoba, me gustaba mucho la parte de oncología, y recuerdo a todos mis pacientes. Desde nenes de 12 años que yo sabía que iban a fallecer, pero que me abrían la puerta con una sonrisa sabiendo ellos mismos que no había nada para hacer, o tener que despedir a un paciente con el que llevaba charlando meses, son cosas fuertísimas. Me acuerdo de una mamá súper jovencita, de 23 años, que tenía una hija de cuatro, con un tumor abdominal. A esa nena no le gustaban los médicos, pero conmigo pegó onda y cada vez que nos veíamos, era ponernos a bailar. Pero luego descubrimos que el tumor había hecho metástasis, y a la madre le tuvimos que decir que no había nada para hacer, y cuando volvió con la nena agonizando, la que se quedó toda la noche con las dos fui yo. Y a esa nena le cantamos hasta que se fue... Eso me marcó muchísimo. También tengo otro paciente que se llama Luca, al que diagnosticamos cuando tenía cuatro años, y gracias a dios ahora tiene ocho. Yo estoy siempre en contacto con su familia, y le mando juguetes para su cumpleaños. Con él, cuando nos vimos, nos dimos el mismo abrazo como si lo siguiera atendiendo.
-Es un trabajo que exige una gran fortaleza…
-Es que uno elige hacer pediatría, y yo quise poner el hombro. La fortaleza la ganás con la experiencia. En Santa Fe yo era jefa de guardia y tenía a mi cargo chicos que estaban practicando en pediatría y tenía que darles la fortaleza a ellos para los momentos difíciles, cuando por ejemplo tenés que apoyar a una mamá. Me acuerdo de un paciente que falleció, que tenía una patología crónica, y tuve que acompañar a la mamá a la morgue. Después, cuando volvía del hospital, pensaba “¿para qué estudié medicina?”. Esas son instancias en las que te replanteas las cosas, y pensaba por qué esa mamá tuvo que atravesar eso. Pero una aprende de los colegas más grandes que nos van enseñando, y eso es lo que trato de dejarle a los chicos que tengo a cargo: a tener fortaleza, corazón, y que no está mal caerse de vez en cuando, aunque cuando a un paciente le agarra un paro, vos tenés que pensar en salvarlo.
-¿Cómo sentís que convive una Cata que es más peleadora con la otra que tiene una vocación de servicio tan marcada?
-Yo tengo un carácter que mostré en Gran Hermano, y que es el que también uso para mi trabajo. ¿Sabés las veces que me peleé de la misma forma que me vieron en el reality, pero con gente de poder, si un paciente mío necesitaba una cama? Y con ese carácter logré millones de cosas buenas. Yo estoy orgullosa de como soy, y con el mismo ímpetu que le peleaba a Emma le discutía al gobernador de alguna provincia para que me dé la quimioterapia para algún paciente.
-¿Cómo viviste la visita de tu papá a la casa?
-Todavía no pude hablar mucho con él, pero cuando lo vi ahí no lo podía creer. Estoy súper orgullosa del esfuerzo que hizo mi papá, porque a él mucho no le gustaba que yo entrara a Gran Hermano, y en ese momento me demostró que me apoya. Mi papá y mi mamá son dos incondicionales, y mi hermano también. Ellos, con tal de verme feliz, me van a apoyar en absolutamente todo.
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