Luego de dos años en una señal de cable, el lunes próximo, la actriz retomará la conducción del programa Mañanísima, pero ahora por la pantalla de eltrece; en una charla sincera con LA NACION, la multifacética artista habló de todo y de todos
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Después de años dedicada al género revisteril y a la comedia, Carmen Barbieri debutó en 1999 como conductora de televisión, reemplazando a Georgina Barbarossa al frente de Movete, el exitoso magazine de las mañanas de América. La experiencia de tres temporadas en el nuevo rol le deparó aún más popularidad y hasta un Martín Fierro. Luego, por ese mismo canal, volvió a revalidar el título de conductora con Cómplices y testigos (2003), Casa infinito (2004) y El diario de Carmen (2007), aunque con resultados dispares.
Desde entonces la conducción le resultó esquiva. Un poco debido al enorme suceso que logró en la actividad teatral al regresar a la revista –esta vez a lo grande, como cabeza de compañía– y más tarde a las comedias-, lo que la alejó de la televisión; y otro tanto porque los magazines –en los que se especializó– habían dejado de interesar. Pero como las modas van y vienen, y todo se recicla, el formato ameno destinado en especial al ama de casa tomó impulso nuevamente y el nombre de Barbieri volvió a sonar fuerte en los pasillos de los canales. Fue así que en 2021 Ciudad Magazine la contrató para ponerse diariamente al frente de Mañanísima, logrando -pese a tratarse de un ciclo de cable- un buen rating y un sorprendente rebote mediático. Ahora, a una semana de su finalización en aquella emisora, el programa retorna con todo: por un canal de aire, eltrece, y con un plantel inusitado de colaboradores, integrado por Estefi Berardi, Diego Ramos, Majo Martino, Lucas Bertero (equipo), Ricardo Canaletti (policiales), el médico Guillermo Capuya, Hugo Lescano, Gabriel Cartañá (especialistas), Alberto Martín, Santiago Del Azar (cocina) y Soledad Solaro (móvil). La cita es desde el próximo lunes a las 9.
“Para mí el pase de Mañanísima, del cable al aire, fue sorpresivo, no me lo esperaba para nada. No lo pedí y no lo soñé. Hubo una señal, es cierto, pero yo no la tomé en serio. Hace como dos meses me lo encontré a Pablo Codevila (gerente de contenidos de eltrece) en un pasillo y me dijo: “Bueno, vamos a tener que pegar el salto”. Y yo le respondí: ¿Qué salto? ¿Al vacío? Él, primero se río y luego me aclaró: “Al aire”. No, no, no, le dije, yo no quiero moverme de Ciudad Magazine, aquí estoy muy cómoda, son como mi familia. Luego me recordó que tanto un canal como el otro formaban parte de Artear y estaban en el mismo edificio y que por eso no iba a extrañar a nadie. De todos modos yo seguí en la mía hasta que hace un mes volví a vivir una situación similar con Coco Fernández (gerente de producción de Artear). “Hay que pegar el salto”, me susurró al oído y ahí se me llenaron los ojos de lágrimas. Me di cuenta que el cambio se avecinaba en serio y que al fin y al cabo se trataba de un reconocimiento. Hoy estoy tan ansiosa como feliz, no veo la hora de debutar en eltrece”, admite Barbieri en el comienzo de su charla con LA NACION.
–¿Sos consciente que el cambio te vuelve a instalar en la lucha por el rating?
–Sí, claro. Y es algo que me parece tan injusto como desagradable. Es realmente desagradable la lucha entre compañeros y gente que quiero tanto y hace tan bien la mañana. Eso de tener que luchar para tener un punto de rating más que el otro y empezar a sacarse los ojos... Eso no me va a pasar a mí, en todo caso el punto de rating lo va a tener que luchar la producción. Yo voy a trabajar para que el rating sea el mejor posible, pero no voy a competir con la gente que amo, entre ellas Georgina.
–¿Qué estás dispuesta a hacer por el rating y qué no? ¿Cuál es tu límite?
–Estoy dispuesta a ofrecer lo que sé hacer, mi capacidad para la conducción. Si les he ganado a Moria y Susana cuando estuvimos las tres juntas ternadas en el rubro Mejor conductora, en los Martín Fierro, por algo será. No sé si soy la mejor, pero sé conducir, sé hacer entrevistas y lo voy a seguir demostrando. Más allá del rating, en este nuevo Mañanísima voy a ser yo, la Carmen de entrecasa, la señora que sueña con ponerse plumas o maquillarse diferente y se para frente a las cámaras de televisión. Yo soy una mujer que trabaja en este ambiente, sí, pero nunca dejo de ser aquella que es madre, cocinera y ama de casa. En la conducción soy simplemente Carmen, no soy la actriz, no hago un personaje.
–El canal te pone a competir directamente con A la Barbarossa, el magazine de Telefe que se encuentra totalmente instalado entre las preferencias del público, ¿le temés a la competencia? ¿Cómo pensás enfrentarla?
–Esta semana me he pasado viendo todos los programas de la mañana y el de Georgina y el de Pamela David (Desayuno Americano) son muy buenos y ellas son excelentes conductoras. Yo no voy a hacer nada del otro mundo para ganarle a Georgina o a Pamela. Yo voy a hacer mi trabajo y punto. Y si Dios me acompaña y la gente me sigue, capaz que a mí también me va bien. El programa mal no va a salir porque se trata de un producto ya probado en el cable, pero tal vez salga mejor de lo esperado. Sé que Georgina es la reina de las mañanas, pero no pienso en su programa, solo pienso en el mío. Las armas que yo tengo son mi talento, mi impronta y mi locura. Y mi experiencia en la conducción, claro. Conduje Movete y Cómplices y testigos, entre otros programas.
–¿Qué diferencias encontrás entre la Carmen conductora de Movete y la de Mañanísima?
–La Carmen conductora fue mutando como la Carmen mujer; sobre todo después de haber pasado por serios problemas de salud, la muerte de mi mamá, la muerte de Santiago y el cáncer de mi hijo. En tres años la vida me golpeó como nunca. Tanto es así que caí internada varias veces y, bueno, en una de ellas casi me muero. Yo creo que Dios y el universo me dieron una nueva oportunidad de seguir adelante y hacer algo que me faltaba hacer: volver al aire como conductora y demostrar que sigo pudiendo estar al frente de un programa, ahora mucho más informada y con mayor seguridad.
–Sé que con Georgina son amigas, ¿hablaste del ofrecimiento de eltrece antes de firmar el contrato? ¿Qué te dijo?
–Georgina es como mi hermana. Así que la llamé y me dijo: “Vayamos a comer ya y saquémonos muchas fotos para que después no digan que estamos peleadas, para que todo el mundo sepa que yo te amo y vos a mí”. Yo estoy muy contenta con él éxito de Georgina, es otra mujer que ha pasado por momentos bravísimos en su vida. Yo era muy amiga del Vasco, al punto que cuando lo mataron, Santiago no me lo quería decir. A Georgina y al Vasco los conocía de jovencitos, de cuando eran novios, y después asistí a su casamiento. Yo creo que mis ataques de pánico empezaron ahí, con el asesinato de Vasco. Después del velatorio, cuando se lo llevaban para hacer el responso, yo estaba en la casa de Georgina y me tuve que ocultar en la cocina del ataque de llanto que me sobrevino. Luego no pude ir al entierro, sentí que me moría. Un médico me diagnosticó todo aquello como ataque de pánico. Mirá entonces hasta qué punto llega mi amistad con Georgina y su familia.
–Georgina acaba de celebrar al aire el nacimiento de su primera nieta, ¿te gustaría protagonizar ante cámaras algo así?
–Yo fui casi la primera en enterarme que iba a ser abuela. Ella sabe que en mí puede confiar y que soy una tumba. Por eso me cuenta todo. A mí me encantaría poder dar una noticia así ante cámara. Ay, Dios mío, me muero porque me pase algo así, pero no quiero que se sienta presionado mi hijo porque en cuanto deslizo algo así me dice que soy una pesada (risas). Cuando tuvo cáncer el médico le aconsejó que antes de iniciar el tratamiento de rayos y quimio congelara su esperma, por si quedaba estéril. Y así lo hizo. Ahora lo que hay que esperar es que él, que hace mucho tiempo está solo, se sienta seguro para poder formar una pareja sin lastimar... Porque a él le gustan tanto las mujeres… Una vez, cuando le rezongué por lo que había pasado con su última novia, Sofía, que lo había cuidado durante todo su tratamiento, me paró el carro. “¿Sabés lo que pasa, mamá?”, me dijo, “me gustan mucho todas las mujeres”. Entonces tenés que tratarte, querido, le aconsejé y hoy lo está haciendo. La idea es que siga solo hasta que encuentre una mujer que lo complete y a la cual no haga sufrir con sus infidelidades. Hasta que eso no ocurra, no puedo pedirle un nieto.
–¿Habrá cambios entre el formato original de Mañanísima y el que se avecina. ¿Cuáles?
–Adrián Suar, Pablo Codevilla y Coco Fernández me dicen que hagamos el mismo programa, pero con más producción. Será prácticamente el mismo programa que salía por cable, al punto que tendrá la misma música solo que ahora Mañanísima estará mejor vestido o adornado. Y como contaré con un plantel más vasto de compañeros tocaremos más temas: algo de política, algo de policiales, algo de economía, pero tampoco tanto porque yo sé que la gente está sobreinformada y no queremos amargarla. No es cuestión de pasarnos de rosca, yo prefiero centrarme en la cotidianidad de la ama y el amo de casa, en por ejemplo cómo hacemos para darle de comer a cuatro personas con un solo bife de chorizo. De eso se trata y se seguirá tratando Mañanísima, de cómo hacemos malabares los argentinos para sobrevivir y siempre con una sonrisa. Eso es lo que yo ofrezco. Intento durante dos horas sacarle el malhumor a esa señora que no le alcanzó la plata para comprar la comida para toda su familia con la plata que le dejó su marido. Lo importante es tratar de salir adelante remando en dulce de leche.
–¿Estás conforme con el nuevo plantel?
–Claro que sí, son todos de primera. Tendremos un psicólogo, Gabriel Cartañá, y me alegra muchísimo porque la salud mental es importantísima. Ahora se habla mucho del tema, pero hasta hace poco era mala palabra, nadie decía que iba al psicólogo o al psiquiatra. Yo, en cambio, toda la vida dije que iba al psiquiatra y que me medicaban por los ataques de pánico. También tendremos un sexólogo y estará Hugo Lescano, que nos explicará que el cuerpo siempre habla y que seguramente ayudará a descubrir si los maridos, cuando llegan de la calle, le dicen la verdad a sus mujeres o no (risas). Además, entre varios otros, será de la partida el médico Guillermo Capuya, que hablará de las vacunas y de la automedicación, que es tan peligrosa.
–Ya no estará más Sebastián “Pampito” Perelló Aciar, quien te acompañó desde un principio, ¿a qué se debe?
–Es que ya tiene dos programas en televisión abierta: uno diario, Intrusos, y otro los domingos, Estamos okey. O sea, él ya es una figura de América. Evidentemente no le habrán dejado hacer otro programa en televisión abierta, en otro canal. A mí me dolió muchísimo. Hubo gente que me aconsejó: “Andá, hablale, como te adora seguro va a dejar todo lo otro”, me decían. ¿Pero cómo yo podía hacerle algo así? Él es como un hijo mío, un hijito de la televisión, lo mismo que Estefi (Berardi). No lo hice, obviamente. Él creció y se merece todo lo que le está pasando. Yo le di alas, ahora él vuela y eso me pone muy feliz. Claro que cuando lo pienso un poco... me da tristeza no tenerlo más al lado mío, pero seguimos siendo amigos y ayer mismo, a la noche, nos llamamos dos veces.
–El que se mantendrá fiel a tu lado es Alberto Martín, a cargo de la cocina. Mucho se habló en su momento de su interés amoroso por vos. Ahora que son compañeros de trabajo nuevamente y pasan tantas horas juntos, ¿la relación podría tomar, finalmente, otro rumbo?
–Este tema nunca lo hablé con él... pero yo sé que tanto él como yo nos dimos cuenta que la relación que tenemos como amigos supera a cualquier relación de pareja. Es más, si finalmente tuviéramos algo, no sé si eso cortaría un poquito nuestra amistad y ahí sí me moriría porque lo amo como amigo más que a nadie.
–Se nota que son íntimos amigos, al punto que él –todo un galán hecho y derecho- se animó a hablar por primera vez en tu programa y a tu pedido, de sus experiencias con hombres.
–Es verdad. Fue algo que surgió naturalmente, no estuvo preparado. Yo sabía todo porque él siempre me cuenta todo, pero por supuesto que tuve dudas en sacar el tema. Me dije: si le pregunto esto, ¿se me irá? Pero eso no solo no ocurrió sino que me sorprendió con su apertura y su extrema sinceridad. Alberto tiene algo muy bueno: no está arrepentido de nada de su vida pasada ni de la actual. Yo le pregunté si cuando era joven era travieso y él me contestó: “No, no era travieso, yo realmente he amado a otros hombres. Yo nunca estuve en el closet ni tengo un muerto en el placad, simplemente vos sos la primera persona que me pregunta sobre el tema. ¿Por qué no habría de hablar de esto? Yo quiero hablar de esto”. Aquella fue una hermosa nota, uno de los mejores momentos del programa y a Pampito se le llenaron los ojos de lágrimas. Recuerdo que le dijo: “Alberto, te admiro y te amo, sos un ejemplo”; a lo cual él respondió: “Lo hice para que la gente grande como yo se anime, no a hablar sino a vivir la vida libremente”. En fin, Alberto estuvo bárbaro.
–¿Es verdad que invitaste a Yanina Latorre, con la que estás en conflicto y hasta le enviaste una carta documento, a tu primer programa?
–¿Vos te referís a la señora del jugador de fútbol? Esa mujer hace dos años que me tiene de hija, que habla y habla sin parar de mí, mal por supuesto. Habla de una persona que no soy yo, dice que soy mala y mentirosa. No me conoce, lamentablemente, sino seríamos amigas. Sé que dije que le haría un juicio porque estaba caliente, pero no, no se lo voy a hacer. ¿Sabés qué quiero? Que no se meta en mi vida privada. Está buscando data de hace 30 ó 40 años y yo no tengo ganas de revolver entre aquellas cosas de las que hoy estoy avergonzada. Ella trae a la actualidad cosas de un personaje que ya no me representa, que ya no es como soy hoy. Para ella yo no tengo nada bueno, así que, imaginate, ¿cómo la voy a invitar a mi primer programa? Yo no la invité, pero sí la tenía en una lista la producción, de eso me enteré después. Ellos pensaron que era una broma eso de que le mandaría una carta documento y no lo fue, se lo podés preguntar a mi abogado.
–¿Y si ella hubiera aceptado la invitación?
–Yo me hubiera negado a recibirla, no la quiero tener en el piso. No quiero ni tomar un café con ella, no me interesa. Ojo, no la odio, para odiar a alguien primero hay que haberlo querido. Yo no la odio, no la ninguneo, no hablo mal de ella, no me meto en su vida privada ni cuento cosas que sé.
–Al pasar Mañanísima a un canal de aire, seguramente el programa deberá lidiar con las noticias más duras de cada mañana, como le sucede a A la Barbarossa, ¿estás preparada para afrontar diariamente el impacto que genera la complicada realidad nacional?
–Para eso lo tengo a Ricardo Canaletti. Con él voy a hablar de actualidad y del miedo en las calles, no solo de policiales. Tuve una reunión con él y le dije: dale con todo, ¿eh?, mirá que yo me siento re capacitada para hablar de lo que sea. Hoy puedo hablar de igual a igual con un profesional tanto de vacunas como de economía. Estoy súper informada. Es que todas las noches me duermo escuchando las noticias y me levanto a las 4.45 con la radio, después paso a la tele, empiezo con TN y de ahí salto a América, al programa de Antonio Laje. Así que no le tengo nada de miedo a la información dura pero, te repito, no quiero que le borremos la sonrisa a la gente. De eso no puedo ni me quiero olvidar.
–Tu trabajo habitual es hacer reír a la gente, o al menos sacarle una sonrisa. ¿Te es más difícil en estos momentos?
–Es muy difícil. Yo sé que algunos dirán: “pero esta loca, ¿qué pretende?, ¿Qué me ría sino tengo para comer o para pagar las expensas, o no tengo cómo alquilar porque en este país las leyes de alquileres parecen estar en contra de todos?”. Yo también me pregunto cómo hacer reír a la gente en medio de una situación así, ¿qué hago?, ¿me pongo una nariz de payaso? A mí se me ocurrió algo que ojalá también me sirva en la televisión abierta: sin llegar al grotesco y atemperando un poco mi humor negro (que me encanta pero sé que puede costar digerir) le propongo a la gente reírse de mi locura. Los fines de semana salgo de gira con Nito Artaza y Miguel Ángel Cherutti, con un espectáculo que se llama Inigualables, por el interior del país –donde Mañanísima se ve muchísimo– y al terminar cada función las mujeres se me acercan y me agradecen esa locura. El otro día una me dijo: “Hace años que estoy deprimida en un sillón, pero espero verte todas las mañanas para que me hagas reír tirándote al piso o poniéndote una bombacha encima del pantalón. No sabés lo que me ayudás, me quitás la tristeza que tengo hace años”.
–Te preocupa el país? ¿Qué es lo que más te duele?
–Fundamentalmente me duele el hambre. Por eso en el programa voy a dedicar un segmento a la solidaridad. No voy a abandonar a Pancita Llena ni a los otros comedores. Ya no tengo tiempo para seguir cocinándoles. Lo hice durante dos años obligada por una jueza, ¿te acordás? Ella pensó que me castigaba con 440 horas de trabajos forzados, que se repartían entre baldear patios, cocinar y lavar platos. Sin embargo, se equivocó: todo eso es lo que más me gusta hacer. Por eso no sentí que cumpliera ninguna pena cocinando para dos turnos de 100 hombres cada uno, que dormían en la calle. Yo vi, mientras que servía los platos, cómo se robaban el pan. Le correspondía uno a cada uno, sin embargo, se robaban algún otro. ¿Y sabés por qué? Porque a la noche no tenían qué llevarse a la boca. Más que para ellos robaban para sus hijos. Eso es sufrir el hambre. De eso no me puedo olvidar. Otro tema que me preocupa es la educación. ¿Cómo vas a estudiar y a pensar bien si tenés hambre? Con hambre solo podés pensar mal, pensar en salir a robar o directamente no pensás. Por eso, para mí es importante que todos tengan comida y educación. Así arrancaríamos como país, dentro de unos años, claro, porque ahora...
–¿Ya tenés decidido a quién votarás en el balotaje?
–Me da vergüenza decirlo, pero no. Hoy no estoy segura. El otro día estuve escuchando a Patricia Bullrich y su equipo diciendo que apoyaban a [Javier] Milei, y no es así: están en contra de los K y del Justicialismo. Y eso está mal, lo bueno sería que apoyaran a Milei si les convence, pero no por estar en contra de otros. Todos tendríamos que votar a favor del país, no en contra de un candidato, ni de Milei ni de [Sergio] Massa. Como diría Jorge Luis Borges, no nos une el amor sino el espanto y esto no está bien. Yo coincido con la Bullrich con eso de la mano dura, pero hasta ahí, claro, pero no con que su objetivo sea que Massa no sea presidente y eso me duele en el alma. Con eso no quiero decir que voy a votar a Massa, ¿eh? Lo que quiero decir es que todos los votos deberían ser positivos. A favor de Massa puedo decir que el otro día me asombró cuando vi que abrazaba a una mujer (que debería ser de su equipo) y le decía: “Cuánto hace que no tomamos un té juntos y charlamos”. Pensé: parece humano, ¡tiene corazón! Luego Nito Artaza me dijo que es una buena persona y yo no lo dudo, el tema es que él está en un partido, rodeado de gente que ya estuvo muchas veces en el poder y cada vez estamos peor. Por eso los jóvenes siguen a Milei, quieren algo nuevo, pero yo a lo desconocido le tengo miedo. En fin, aún no sé a cuál de los dos voy a votar, pero no lo haré en contra del otro y tampoco votaré en blanco.
–El problema que se te presenta si votás a Massa es que... ¡Fátima te va a dejar de imitar!
–Ay, no, por Dios, me encanta cómo me imita. La llamé y se lo dije. Es más, le ofrecí enviarle vestidos míos para que los use. Claro que los tendrá que achicar bastante (risas). De paso le dije: “No te pregunto nada con respecto a... pero si sos feliz, dale para adelante”.
–A propósito, ¿qué opinás de su relación con Milei?
–Yo creo en esa relación, creo que es verdad, hay amor ahí, pero no creo que Fátima esté preparada para ser primera dama. No digo que no lo esté culturalmente sino para el impacto de lo que eso podría provocar en su vida y su carrera. De pasar a ser primera dama tendría que abandonarlo todo. Como artista no creo que le juegue a favor. A él sí le suma estar con una chica que es popular y talentosísima, a la que el pueblo le dijo que sí. A Milei, Fátima lo acerca al pueblo. Sería una lástima perder una artista como ella, pero, bueno, si hay amor, abandonará todo.
–¿Vos podrías estar en pareja con un político?
–Yo salí con Daniel Scioli, pero cuando no era un político. Hoy no podría estar en pareja con un político que, por ejemplo, esté en contra del aborto. Pelearíamos todo el tiempo, no podría vivir con una persona que pensara tan diferente a mí. Por eso me parece que lo de Fátima debe ser muy duro, no quisiera estar en sus zapatos. Si está enamorada de él y se juega a todo por ese amor, tendrá que hacer muchos renunciamientos. Yo sé lo que es jugarse por amor, pero a tanto no llego.
Agradecimiento: Novotel Buenos Aires
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