Carlos Belloso: "Lo que pasó con Gustavo Cordera sirve para demostrar que si sos una persona pública, tenés que cuidarte"
El actor, que esta noche estrena la sitcomVigilantes, habló con LA NACION sobre lo bueno y lo malo de ser famoso, su lucha por ser reconocido como ex combatiente de Malvinas y la situación del circuito off teatral
Dos hombres compiten -en el sentido más literal de la palabra- por un puesto de trabajo. La consigna indica que deben monitorear las cámaras de seguridad instaladas dentro de una flota de taxis y hacer anotaciones. A su vez, ellos son vigilados por su superior, el hombre que definirá cuál de los dos se quedará con el empleo. Todo sucede en clave de comedia que no teme circular por los sorprendentes caminos del absurdo.
"Lombardi es un jefe potenciado y bipolar, un hombre que puede estar acariciándote con una mano mientras que en la otra sostiene una barreta de hierro lista para romperte la cabeza", cuenta Carlos Belloso sobre su personaje en Vigilantes, la sitcom argentina que estrena esta noche, a las 23, por la señal de humor TBS. "No me inspiré en ningún jefe en particular, aunque tenía muchas referencias de personajes que tienen un poco de poder y jerarquía y creen que todo empieza y finaliza en ellos".
El abanico de inspiraciones para dar con su "monstruo" fue muy amplio: desde el Gianni Lunadei de Mesa de Noticias a algunos mandos altos que lo tuvieron como subordinado durante la guerra de Malvinas. "Me gusta la licuadora, meter todos los ingredientes y mezclarlos. No me caso con ningún método específico", le asegura a LA NACION.
Vigilantes fue creada a partir de una idea del productor Gonzalo Otalora, cuenta con guiones de Andrés Rapoport y Alejandro Turner y fue una de las series ganadoras de los concursos de INCAA para fomentar las producciones locales. Además de Belloso, está protagonizada por Hernán Jiménez, Ramiro Archain y Lucía Maciel y también tendrá participaciones especiales de grandes comediantes como Gonzalo Urtizberea, Alejandro Muller, Mariana Prommel y Edda Diaz.
"Me divertí mucho con estos grandes actores y con esta historia que transcurre en oficinas sórdidas donde todo es apariencia. Se trata de un retrato algo extremo de cómo estamos viviendo, aunque no desde el lugar de establecer un juicio. El futuro ya llegó, estamos siendo observados todo el tiempo, y Vigilantes lo muestra de manera desopilante", cuenta.
-¿Qué fue lo que te convenció de participar del proyecto?
-Los libros estaban muy claros y muy bien escritos, y es a partir de eso que uno, como actor, le puede llegar a sumar. A mí me gusta leer un material y pensar en qué puedo hacer para que trascienda la pantalla. Hay cosas que uno lee y sabe que va a tener que trabajarlas desde cero, por más que tengan una estructura. Esto estaba muy claro desde el vamos, y me permitió mostrar mi expresividad como actor.
-¿Te interesa particularmente el formato de la sitcom?
-Sí, me encanta. La sitcom argentina tiene una larga tradición aunque no la hayamos conocido por ese nombre hasta hace poco. Lo que hacía Osvaldo Miranda en La Nena, por ejemplo. El género sitcom es lo más parecido al teatro que hay en televisión.
-¿Creés que Vigilantes podría tener un lugar en la grilla de la televisión abierta actual?
-Por supuesto, sin ir más lejos, Casados con hijos es una sitcom que la vienen repitiendo hace 10 años. Yo hice un solo capítulo y lo sigo cobrando (risas). Vigilantes pasa por ese mismo filtro: es una comedia disparatada, pero también tiene puntos de realidad fuerte como la competencia que se establece por un trabajo, la humillación a la que los somete el jefe, esta idea de vivir vigilados... Lo bueno es que TBS es un canal de comedias, entonces la gente sabe perfectamente lo que va a buscar.
-Hablando de ser espiados... ¿cómo te llevás con la fama?
-Estamos un poco condicionados los actores que hace un tiempo largo que estamos trabajando. Ahora me siento mucho más controlado que cuando salieron los primeros capítulos de Campeones, por ejemplo, porque hay más medios para registrarte, existen las redes sociales... Lo que pasó con Gustavo Cordera o con José María Muscari, por ejemplo, sirve para demostrar que si sos una persona pública tenés que cuidarte, no sólo de decir algo impropio sino también de lo que podés provocar al decirlo. Sos observado por la gente, para bien y para mal. Para bien, en mi caso, porque me gusta que me escuchen y se sepa lo que pienso, qué quiero para mi comunidad y para mi país.
-Hace poco hablaste sobre tu paso por la guerra de Malvinas, reclamando que se reconozcan a los ex combatientes que no estuvieron en las islas pero igual fueron parte del conflicto. ¿De qué modo apoyás esta lucha?
-Yo creo que se trata de una injusticia que tiene que ser reparada. Hay 8.000 efectivos que del paralelo 42 hacia el sur, en todo el litoral marítimo, estuvieron trabajando y combatiendo en todos los objetivos de los ingleses. Porque combatir no es solamente ir con un arma a atravesar al enemigo. Estar en defensa de un aeropuerto, como estuve yo en Río Gallegos, es también una forma de combate en defensa y no somos reconocidos.
-¿Siempre estuviste involucrado con el tema?
-Desde que volví de la guerra pasé por distintos estados: desde pensar que quizás no había estado realmente en una guerra a darme cuenta que sí había estado en una guerra y que quería ser escuchado. Estuve en un momento en el acampe de Plaza de Mayo, armé una agrupación y ahora estoy apoyando y saliendo de testigo en los juicios al Estado que están llevando adelante quienes necesitan ser reconocidos. Es una necesidad porque no fue una fiesta sino una guerra y en una guerra se juega el honor de una persona.
-Has dicho alguna vez que la actuación te salvó la vida...
-Sí, el hecho de tener un objetivo claro, de poder enfocar. En el servicio militar actuaba mucho, y cuando volví pensé en hacer algo con lo que pudiera expresarme... Soy una persona muy sensible, aunque no parezca, y necesito expresarme. Y después de la guerra, necesitaba una vía de escape. Me dediqué a la actuación pero también a la música, a la pintura, exploré un montón de vías expresivas.
-El público te vio hace poco en Los Siete Locos y Los Lanzallamas, en un personaje completamente distinto al que componés en Vigilantes, ¿cómo fue ponerse en la piel del Astrólogo?
-Hacer Roberto Arlt fue increíble porque fue uno de los autores que empecé a leer cuando era adolescente. Los Siete Locos, Los Lanzallamas y El Juguete Rabioso son novelas llenas de personajes alocados con los que uno podía identificarse, que hablaban de conspiraciones pero nunca llegaban a nada. Lo pudieron confeccionar muy bien en esos 30 capítulos de media hora, con la adaptación de Ricardo Piglia. Fue un orgullo haber estado en eso.
-Se habla mucho, por estos días, de la baja en las recaudaciones teatrales. Como hombre que se formó en el circuito off y tiene su propio teatro, ¿cómo ves el actual panorama? ¿Se siente una crisis?
-Creo que el teatro tiene defensas incorporadas desde la tradición teatral argentina. Siempre se va a estar haciendo teatro porque la autogestión es algo que tiene peso en nuestro país. Obviamente, el teatro comercial se ve un poco más resentido, pero aspiramos a una estabilidad y cuando amaine la tormenta provocada por ciertos cambios abruptos, creo que puede llegar a repuntar. Y si no estuviera bien, nos la vamos a ingeniar para seguir haciendo teatro.
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