Cantando 2020: las dificultades de realizar un gran show en tiempos de pandemia
Desde hace varios años, "Bailando por un sueño" es sinónimo de gran show televisivo. El reality conducido y producido por Marcelo Tinelli y su equipo habitual de colaboradores, entrega un imponente espectáculo por el que desfilan decenas de bailarines, cantantes y artistas de todos los rubros. Pero el impacto de la pandemia de coronavirus impidió la realización de la temporada 2020 y de ese modo LaFlia dio nacimiento en tiempo récord a una nueva edición del Cantando, la competencia de famosos que alguna vez funcionó como "hermano menor" del segmento estrella de ShowMatch.
Luego de sus primeras emisiones, cabe repasar cuáles son los obstáculos y las medidas necesarias para desarrollar un programa de esas características, en el marco de una situación que se presenta tan adversa.
Un gran espectáculo
Con cada vez más casos de coronavirus en el mundo y el país, la televisión no se vio exenta de contagios. En distintas producciones locales se produjeron positivos y, por eso, todos los ciclos en vivo toman estrictas medidas para evitar la propagación del virus. Pero la naturaleza de los magazines o los noticieros tiene una lógica muy distinta a la de un programa que hace del canto y el baile su principal atractivo. No es exagerado decir, entonces, que poner al aire un ciclo del calibre del Cantando 2020 representó un verdadero desafío.
El Cantando... debutó formalmente el pasado lunes. La vocación de producir un título de esas características en el marco de una pandemia que no da respiro obligó al numeroso equipo de LaFlia a revisar sus procedimientos habituales y descubrir las limitaciones impuestas por un virus altamente contagioso. Adaptarse y evolucionar es la consigna de la televisión (y de tantos otros rubros) a lo largo de lo que va del año. Debido a eso, los espectadores se encontraron con un ciclo que, en muchos sentidos es un indudable satélite de ShowMatch, pero que presentó cambios muy importantes en lo referido a la puesta en escena.
La seguridad ante todo
El musical con el que abrió el Cantando... consistió en varios artistas que interpretaron un mash up de temas populares locales y extranjeros. La pieza protagonizado por Karina "La Princesita" Tejeda, Rochi Igarzábal, Flor Otero, Germán Tripel y Damián Córdoba mostró a los artistas cantando en estudio, lejos del despliegue técnico y visual que suelen ostentar los imponentes shows de apertura del "Bailando" cada año. Pero ese número mostró algo poco común en la televisión actual: un notable respeto por las normas establecidas para garantizar el distanciamiento social.
A continuación, cuando Ángel de Brito y Laurita Fernández entraron en escena, se hizo evidente el interés por respetar las normas establecidas y no caer en errores que pusieran en riesgo la salud de los involucrados en el ciclo. Son muchas las precauciones establecidas y saltan rápidamente a la vista. Mamparas para dividir a los integrantes del jurado, micrófonos designados para quienes deben hablar al aire (algo que significó un dolor de cabeza para Moria Casán), la ausencia de una tribuna en piso, bailarinas con barbijo y ensayos por zoom: esas son solo algunas de las medidas que se ven delante de cámara, y que revelan apenas la superficie de un exhaustivo protocolo que se implementó en LaFlia.
Un programa que debió reinventarse
En diálogo con LA NACIÓN, Leandro Librera, gerente de Recursos Humanos en LaFlia, compartió el estricto manual que se elaboró en la productora con el fin de poner al aire el programa, sin correr riesgos en lo referido al coronavirus.
Ese documento interno de LaFlia, firmado por Marcelo Tinelli y otros responsables de la productora, como así también por personal jerárquico de Satsaid (Sindicato Argentino de televisión), explica a lo largo de 31 páginas todos los recaudos tomados por la empresa para cada uno de sus productos (entre los que se encuentra la posible vuelta de ShowMatch). El explicativo detalla desde las medidas de higiene individuales y colectivas, hasta pautas para los estudios o cómo es la manipulación correcta de un alimento en caso de hacer una PNT. Sobre la importancia de ese documento, Librera expresa: "Nosotros tenemos un protocolo de la empresa, que firmamos junto al gremio y al departamento de Medicina Laboral, y después hicimos un protocolo por programa. Y ahí entramos en detalle, al punto de decir "el conductor se va a parar acá", y hacemos marcas en el piso. Después está toda la infraestructura que tuvimos que hacer en el detrás de escena; por ejemplo, la sala de control la tuvimos que modificar toda".
La importancia del protocolo, y que todos los trabajadores del Cantando lo incorporen a su cotidianidad es tal, que en LaFlia armaron un didáctico institucional que sirve para recordar constantemente cuál es la forma correcta de trabajo. Ese corto animado, que resulta muy claro no solo para los empleados, sino también para cualquiera que necesite aprender rápidamente medidas básicas contra el coronavirus, es uno de los mayores aliados del Cantando 2020, y suele ser emitido incluso en los monitores del estudio mientras se ensaya la rutina previa al vivo del programa.
Por fuerza de las circunstancias, el Cantando 2020 debió reinventarse desde sus primeros pasos, y muchas de las ideas iniciales precisaron cambiarse para respetar reglas sanitarias. Desde la mirada de Librera, la prioridad del equipo fue adaptar los planes a las medidas de seguridad: "El programa se arma desde la idea, pero se va modificando según el protocolo, porque hoy las prioridades cambiaron y la seguridad del personal es lo primero". Claro que a pesar de eso, la intención por brindar un show televisivo de altura se mantuvo intacta. "Nos pasó algo con las coreografías que acompañan a los participantes, porque nos imaginábamos otro escenario complementario a la persona que estaba cantando, pero obviamente lo tuvimos que modificar porque debe haber menos gente en el piso. Por eso pusimos bailes espejo para no romper el distanciamiento social", aclara.
Pero más allá de las nuevas reglas sociales que todos los involucrados aprendieron a cumplir, cuando se prende la cámara comienza el verdadero desafío. En ese momento, los protagonistas se encuentran sometidos a una nueva energía televisiva, no solo por los nervios per se de un espectáculo en vivo, sino porque ahora también deben incorporar medidas protocolares que necesitan ser respetadas. Con respecto a eso, en el Cantando se tomó una decisión clave: durante la previa y el vivo del programa, se encuentra en piso un encargado de seguridad e higiene dedicado a corregir y señalar cuestiones que puedan suponer un riesgo. "Por ejemplo, si a alguien sin querer se le bajó el barbijo, o si otro rompió la distancia social, esta persona las va corrigiendo in situ", señala el gerente de Recursos Humanos de LaFlia.
Un vivo como ningún otro
Desde su posición como gerente de Recursos Humanos, Librera considera que "tener al jurado aislado, cambia un poco la dinámica del programa", y ese detalle simboliza el mayor reto al que se enfrenta el Cantando 2020. La prueba no es aprender a respetar las mamparas, comprender que no se pueden compartir los micrófonos o llevar el barbijo correctamente, eso ya es sabido. En el universo de este reality, el desafío más duro tiene que ver con construir un nuevo lenguaje televisivo en tiempos de coronavirus.
Uno de los primeros aspectos que destaca en esta nueva versión del reality, tiene que ver con la ausencia de una tribuna, ahora reemplazada por una pantalla gigante que transmite vía zoom a los familiares, amigos y fans de cada uno de los participantes. Ese obligatorio (pero ingenioso) cambio busca suplir el calor de las personas en vivo, uno de los factores que más energía brinda a la pista de ShowMatch, y del que incluso salieron inesperados protagonistas de algunas galas como sucedió con el Fan de Wanda, el imitador de Sandro o El mago sin dientes.
Pero más importante aún, es que el Cantando 2020 tiene un condimento muy importante vinculado a la euforia, la tristeza, el enojo o a la alegría. Cada una de las galas está atravesada por fuertes emociones, y aprender a comunicar esos sentimientos renunciando al contacto físico, es lo más complejo. Cuando Carmen Barbieri escuchó de Fede Bal la feliz noticia de que los pólipos que tenía eran benignos, Laurita Fernández parecía reprimir un conmovedor deseo por abrazarla. Y el martes, cuando en el homenaje a La Floppy,Sofi Morandi procuraba guardar sus lágrimas, sola ante una pantalla gigante que parecía devorarla, estaba claro que nadie podía contenerla de la manera en que en otro momento se la hubiera contenido.
La felicidad y la tristeza son sentimientos que motorizan el compromiso del público con el "Bailando"y el Cantando. Por ese motivo el gran reto tiene que ver con la necesidad de encontrar una nueva forma de hacer esta televisión respetando las distancias, porque no es fácil renunciar al festejo de los participantes con un coach ante un 10, o al abrazo que contiene la angustia de una devolución punzante (como le sucedió a Lizardo Ponce frente a Nacha Guevara). Entonces, el principal desafío es encontrar un modo de canalizar los sentimientos prescindiendo del contacto físico, una lección que todos aprendimos en tiempos de zoompleaños y reuniones virtuales. Y en ese sentido, el Cantando 2020 es un ciclo rabiosamente anclado en eso que Moria Casán llamó "esta nueva era".
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