Calu Rivero, Esteban Lamothe y Federico Amador: "En Campanas en la noche estuvimos atentos a aprender, a conocernos y a respetarnos"
Campanas en la noche es la gran apuesta de Telefe para esta primera parte del año. Y se trata de una apuesta en muchos niveles, no sólo porque las grabaciones ya finalizaron -algo que no dejará al relato a merced de la tiranía del minuto a minuto-, sino también porque la novela viene cargada de historia. De historia desde lo argumentativo y también desde el contexto en el que el proyecto fue desarrollándose, con la denuncia de Thelma Fardin contra Juan Darthés que terminó indirectamente reivindicando a la figura de Calu Rivero , una de sus protagonistas.
Recién llegada de Punta del Este, la actriz está apenas de paso por Buenos Aires: en unos días viajará rumbo a Nueva York, la ciudad en la que vive gran parte del año. Según le cuenta a LA NACION, la idea de componer a Luciana, una mujer que debe luchar por librarse de las redes que la mantienen sometida, suprimida y en la oscuridad, fue demasiado tentadora como para pasarla por alto.
"No me gusta la palabra revancha, pero a la distancia siento que todo pasa por algo. Y hasta te diría que agradezco todo lo que me pasó para hoy ser una actriz que es consciente del rol de mujer que quiere proyectar en una tira", asegura Rivero. "En el pasado hice muchos personajes de mujeres que sólo eran objeto de deseo y lo hacía porque no había otra cosa o porque quería trabajar y no me lo cuestionaba. Hoy se habla de otros temas, y en Campanas... todo pasa por los vínculos entre personajes imperfectos. Quiero que contar esta historia sirva para algo".
Esteban Lamothe interpreta a Vito, un empresario maltratador y manipulador que está casado con el personaje de Rivero. "Soy una persona muy malvada, un diabólico", subraya. "Me divertí mucho haciendo este personaje, porque hay algo muy lúdico e infantil en la construcción de su línea de razonamiento. Y, además, hubo un clima de trabajo muy lindo que no nos hizo gastar energía en cosas por fuera de lo estrictamente laboral... Pudimos trabajar con mucha tranquilidad".
Siguiendo la línea de la telenovela clásica, la historia tiene un tercero en discordia, que en esta ocasión es compuesto por Federico Amador . "Mi personaje vivió una tragedia muy fuerte que lo hizo cerrarse absolutamente al amor y se dedicó de lleno a cuidar a su hija", explica. "Es un hombre atravesado por el dolor que un día se encuentra con Luciana y, de a poco, empieza a abrirse a la posibilidad de volver a enamorarse". El problema, claro, llegará cuando Vito se empeñe en destruir esa posibilidad y todo se vuelva cuesta arriba.
Amar en tiempos de deconstrucción
Rivero y Lamothe aseguran que comenzaron a trabajar en la relación que unía a sus personajes mucho tiempo antes de empezar con las grabaciones. "Teníamos que construir una relación con Vito que no iba a aparecer en pantalla, un pasado que no iba estar visible. Entonces había algo de confianza, de psicopateada y de entendimiento que había que trabajar antes de llegar al set. Hablamos mucho con Esteban por teléfono, porque yo estaba viviendo afuera", asegura ella. "Estudiamos mucho cómo funciona, por ejemplo, el microsometimiento, que es algo casi imperceptible pero que te puede anular como ser humano. El típico ‘vos sos débil, mi amor, pero yo estoy acá para protegerte’", apunta él.
"Hay mucha gente que está bajo esa forma de sometimiento, de control. Esas relaciones tóxicas existen en la vida real, y son mucho más comunes de lo que uno cree", indica Amador. Y, entonces, Rivero regresa a qué la motivó a decirle que sí a Campanas..., a volver a protagonizar en el prime time de Telefe, un año después de contar públicamente que su salida de la novela Dulce amor, en 2012, se debió a la incomodidad que le producía grabar escenas románticas con quien era su galán, Darthés . "Creo que con el personaje de Luciana muchas mujeres se pueden identificar. Para que las cosas cambien, las batallas hay que darlas a diario, reaprendiendo porque todos venimos con un chip completamente distinto", dice ahora descalza, con sus piernas cruzadas como en posición de loto.
"Reaprender" es una palabra clave en estos tiempos de deconstrucción, tanto para hombres como para mujeres. "Estamos repensando, recalculando, todos como sociedad. Eso es una bendición, pero también un momento incómodo, de lucha, de sufrimiento, de cambio y de revisión en el que mucha gente siente que no puede hacer pie", explica Lamothe y agrega: "Todos nos estamos revisando, y a veces descubrimos que la semana pasada dijimos algo que no está bien. Hay que entregarse a eso, no tener miedo a quedar expuestos. Y del mismo modo, creo que hay programas que se siguen pasando en la televisión y que deberían salir ya del aire, porque replican un discurso que no es constructivo".
Amador también hace hincapié en la importancia de transmitir un mensaje que permita cuestionar y debatir: "Nosotros, que estamos del otro lado de la pantalla, tenemos una llegada que no llegamos a dimensionar. A mí, cuando elijo participar de una ficción, no me importa lo que va a pensar mi tía; me importa lo que va a pensar la chiquita de 12 que puede llegar a tomar como modelo un contenido nocivo. Esa es la responsabilidad que hay que asumir".
El efecto Darthés
¿Cambió en algo la manera de trabajar a partir del alegato de Rivero y de las decenas de mujeres que se atrevieron a relatar situaciones de acoso y abuso en ámbitos laborales? "En esta novela, todos pudimos estar atentos a aprender, a conocernos, a respetarnos", subraya Lamothe. "En lo personal, no podría decir que durante las grabaciones tuve más cuidado que en otras ocasiones. No la traté distinto a Calu por lo que le pasó, sino que la traté con el mismo amor y respeto con el que trato a cualquier compañera".
Del mismo modo, los protagonistas de Campanas en la noche no pueden evitar hablar del boicot contra la novela que se promociona en las redes sociales, bajo el hashtag "MiráComoNoTeMiro", una suerte de respuesta al "MiráCómoNosPonemos" empuñado por el colectivo Actrices Argentinas.
"Cuando vi la noticia, honestamente no me afectó en nada, pero también entendí lo terrible que debe ser para un fan enterarse que su ídolo es el monstruo que es", apunta Rivero, en obvia alusión a Darthés. "Pero alguien que destila tanto odio, creo que sólo va a terminar beneficiándonos, va a hacer que la gente quiera ver el programa y lo apoye con mayor convicción".
Lamothe, fiel a su estilo, es mucho menos condescendiente: "Siento que Twitter fue decantando y, hoy, el 90 por ciento de los usuarios que utilizan esa red social son haters [N. de la R.: "odiadores"]. Entonces yo no le puedo dar entidad a esos cuatro resentidos, me parece que es poco serio. Y también está la cuestión binaria de ‘o sos una cosa o sos otra’. Nunca hay término medio".
A partir del lunes 14,
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