Es una verdad universalmente reconocible que Succession, el drama oscuramente gracioso de HBO acerca de un familia dueña de un imperio mediático comiéndose entre sí, tuvo un comienzo lento. Y el amague de presentar la cara más reconocible del programa, Brian Cox, un extraordinario actor de reparto, solo para hacerlo caer en coma al final del piloto no inspiró exactamente un fervor por ver el siguiente capítulo. Por suerte, la jugada duró poco. En cuanto la primera temporada encontró su punto de apoyo, podías ver cómo el programa mejoraba episodio tras episodio; el final de temporada terminó con un abrazo paternal que funcionaba como el fin de un intento de golpe de estado y un golpe mortal por parte de un maestro de ajedrez. Todo un logro: nacía un éxito. ¿Y Logan Roy, el patriarca del imperio representado por Cox? Este bastardo no iba a abdicar su trono sin dar pelea.
El actor escocés de 73 años ha hecho todo tipo de papeles, desde jefes de policía hasta gurúes de guiones, villanos anti-mutantes y hombres sagrados, de Winston Churchill a J. Edgar Hoover; mucho tiempo antes de que Anthony Hopkins empezara a farfullar acerca de comerse el hígado de alguien con habas y un buen vino chianti, Cox fue el primer actor en llevar a Hannibal Lecter a la pantalla grande. (Su versión del doctor en Manhunter, de 1986, sigue siendo una clase magistral de terror cortés). Cualquier intento de escrolear su página en IMDB.com de principio a fin probablemente te dé síndrome del túnel carpiano.
Y con Logan, el corazón oscuro de la versión del escritor y productor Jesse Armstrong sobre los estilos de vida de los ricos, famosos y jodidos del 2019, nos ha dado un personaje de cable premium que se acerca a un ícono. Podés ver en él un poco de Rupert Murdoch, una pizca de Conrad Black, y un toque de Sumner Redstone en su regente del mundo corporativo, uno que se encuentra que los varios herederos de su vasto conglomerado son deficientes. Pero ¿el placer con el que les dice a sus lamebotas, sus subordinados -y sus hijos- que se vayan a la mierda, la absoluta decepción que irradia con su hijo adicto a las drogas Kendall (representado por Jeremy Strong), la manera que lanza sus ojos como dardos durante jugadas de poder maquiavélicas, y la crueldad total que ya ha desplegado en los primeros episodios de la segunda temporada de Succession? Eso es todo suyo.
El actor veterano se puso al teléfono para conversar sobre por qué cree que el programa da en la tecla en este momento particular, los aspectos shakespeareanos de Logan Roy, y lo que tienen en común su bastardo corporativo y un cierto presidente americano.
Parece haberse topado con un papel demencial, señor.
Cuando se me acercaron por primera vez, en 2016, me lo vendieron como algo corto. Eso fue lo que me dijeron los agentes: "No te preocupes, ¡te morís en la temporada uno!". Oh, ok. [Risas]. Tuve una conversación larga con Jesse Armstrong y Adam McKay [el productor ejecutivo], y después de una hora, les dije. "Entonces es una sola temporada, ¿no?". Y ahí hubo un silencio interminable y después dijeron: "No, no, quizás sea más de una temporada...". Y creo que está bien que haya terminado siendo así.
Yo ya tengo cierta edad, así que estuve haciendo esto un par de semanas [risas]. Uno está agradecido de recibir un papel así ahora. Siempre pensé la carrera a largo plazo. Siempre que haya seres humanos diciendo sus frases, y haya públicos o cámaras, yo voy a estar acá. En cierta forma, Logan es una prueba de esa forma de trabajar. Si te mantenés activo el tiempo suficiente, eventualmente aparece un papel en el que decís: sí, esto está bien. Esto es lo que debería estar haciendo ahora.
Aunque Logan Roy no es un personaje particularmente adorable, es fascinante. Es un hombre de talla. Tiene una cualidad shakespeareana, estilo Lear. No es lo que parece, y es exactamente lo que parece. En ese sentido, es un papel paradójico.
Es gracioso que usted mencione King Lear, porque para hacer ese papel, se debe acumular toda una vida de experiencias. El papel es totalmente diferente si uno lo hace a los 40 o a los 70.
Absolutamente. Lo mismo con Logan.
Pero Lear está tratando de ceder su reino, mientras que Logan...
...está tratando de quedárselo para él. La gente dice: "Oh, Logan no va a entregar nada sin dar pelea". Eso no es exactamente cierto. El no va a entregar nada hasta que la gente demuestre que lo merece. Por supuesto, es avaro y egoísta; es un monarca. El error que comete Lear es que cede su imperio a un grupo de personas que no está a la altura. Y por supuesto, de manera típica en Shakespeare, la cosa se pudre a lo grande. Una hija se niega a arrastrarse ante el rey. Así que termina sin nada, y los otros dos se dividen el reino, y hacen un lío tremendo.
Ahora bien, Logan tiene cuatro hijos y quiere que tengan algo de personalidad. El problema es que no la tienen. Ninguno de ellos.
¿Quién le parece a usted que merece ser su heredero?
[Con la voz de Logan] ¡Ninguno! ¡Ese es el maldito problema! [Risas].
El tema acá es que vivimos en una época de riquezas y privilegios. Mirá a los Kushners y las Ivankas del mundo. Muchos se comportan de manera horrible. Mirá los hijos de Murdoch. De algún modo todos son deficientes. Porque están básicamente separados de la realidad. Es algo que es como un cáncer en nuestra sociedad.
¿Hacer de Logan y ser parte de este programa le ha dado a usted alguna idea sobre los mecanismos del poder en este país?
Bueno, yo soy por naturaleza un viejo socialista. Pero Andrew Carnegie fue una gran influencia cuando yo era chico. Es una figura bastante trágica. Era escocés-americano, de una familia regular, un tipo que se hizo de abajo, y quería dar sus riquezas. Pero el problema es que le salió el tiro por la culata. Para tener riquezas, tenés que hacer riquezas, y eso en general significa que hacés riquezas sobre las espaldas de los trabajadores. O sea, el capitalismo... no funciona. No hace que la gente esté mejor. No crea una sociedad mejor. Sólo crea oportunismo y todos los problemas que vienen con él.
Así que Logan en este momento particular... O sea, no sé si la gente se dio cuenta, pero Succession es un relato moral. Finalmente, es sobre la moral de nuestra época, preguntarse si la moral de nuestra época no estará altamente corrompida.
Yo puedo contestar eso: Sí. En los 80, la gente veía programas como Dynasty y Dallas, porque eran aspiracionales. Vivíamos de manera vicaria, a través de ellos, porque ellos hacían que ser materialista y rico pareciera...
Como una puta bomba, sí.
Pero Succession, más allá de las mansiones y los clubes exclusivos y las fiestas elegantes, no hace que ser rico parezca algo divertido. Hace que parezca más miserable que la mierda.
¡Es cierto! Ese exceso es muy Hogarthiano, ¿no? Y es bastante exacto en el retrato del mundo en el que vivimos, creo yo. ¡Es por eso que el programa funciona! De algún modo, Logan está atravesando todo esto. El creo el mundo en el que vive, pero mirá lo que ese mundo les hizo a sus hijos. Es un desastre. Les quitó toda guía moral. Porque su padre tampoco parece tener una guía moral.
¿Diría usted que él tiene alguna visión de mundo o algún código?
Sí, y tiene que ver con la responsabilidad individual. La fuerza individual. La ambición individual. Desafortunadamente, así es como funciona el mundo. Todos lo tenemos, seas artista o político o alguien que escala montañas. Logan refleja eso, pero también es brutal. Su ethos es: el mundo es una mierda. Y como el mundo está moralmente corrompido, él dice, OK, no voy a andarme con rodeos.
Hace poco alguien le preguntó a usted qué motivaba a Logan, si el poder o la familia, y su respuesta fue...
La supervivencia. Alguien también me preguntó qué tenía en común yo con Logan, y yo contesté: el desprecio. [Risas]. Era una broma, por supuesto. No soy una persona con mucho desprecio. Pero creo que a él lo motiva mucho el desprecio que siente por otros hombres. Porque ellos tampoco son admirables.
¿Pero usted no se siente así?
Su argumento tiene su lógica; lo puedo ver. Pero personalmente yo no voy por ese camino.
¿Hubo algún momento específico en el que, como actor, usted sintió que entendía quién era él y cómo debía representarlo?
Hubo algo que tuve que clarificar con Jesse [Armstrong] desde el principio. Le pregunté: "¿Logan ama a sus hijos?". Me contestó: "Oh, absolutamente. Absolutamente sí". Está bien. Cuando supe eso, ya sabía hacia dónde iba.
Pero al mismo tiempo, tengo una edad en la un papel así me calza como un guante. Conozco muchos animales así como para crearlos desde cero: los he visto, los he conocido, he hablado con ellos. Quizás no me caigan bien, pero uno no puede juzgarlos.
Ese no es su trabajo.
Ese no es mi trabajo. No puedo juzgar a Logan. Eso no funcionaría. Y considerando que ya hice de tantos personajes peleadores... los seres humanos están llenos de defectos. Y algunos defectos son más grandes que otros. Hace más o menos 20 años, hice de Hermann Göring en una cosa sobre los Juicios de Nuremberg. Probablemente no existía nadie peor del que actuar. Bueno, qué sé yo, yo hice de Hannibal Lecter, pero bueno, ninguna persona real peor que él. Y empecé a entender de dónde venía. No simpatía, sino empatía. Uno piensa: ¿qué le hizo la Primera Guerra Mundial a Alemania? El Tratado de Versalles los había dejado para el orto. De repente, este joven austríaco empieza a decir estas cosas atroces, y Göring vuelve de Suecia para ser su acompañante. Era interesante seguir la línea para ver por qué llegó a ese punto. ¿Cuáles fueron sus decisiones? ¿Por qué hizo esto y no esto otro? Eso es lo bueno de este trabajo. Es como sostener un espejo frente la naturaleza, como dice el hombre. Incluso los malos son humanos.
Todo el mundo parece obsesionado en adivinar a quién se parece Logan Roy: ¿A qué multimillonario de los medios de la vida real se supone que representa? Parece ser una mezcla de varias figuras diferentes, pero en cuanto a su actuación, ¿hay alguien en quien usted se esté basando en particular?
No. Uno mantiene varios hijos de puta en la alacena, y después la abre y dice: "Oh, ¡mirá este!". Después lo sacás, le das un poco de electroshock para revivirlo, y ahí lo tenés.
Lo que más me gusta de Logan, probablemente, es su misterio. No siempre lo entiendo. ¡Ni siquiera Logan entiende a Logan! Su vida corporativa -oh, eso sí lo entiende-. ¿Pero su vida privada? Fuera del salón de conferencias, no tiene ninguna idea de su personalidad. Es por eso que la relación con su esposa se pone tan interesante y complicada en la segunda temporada. De alguna manera, no está basado en ninguna persona en particular. ¿Pero cómo lo actúo? Ciertamente, se parece a gente que conozco o con la que me crucé.
En Inglaterra, usted tenía una carrera bastante sólida en escenarios y la televisión antes de intentar tener una carrera fuera del Reino Unido. Usted no llegó a Hollywood sino hasta los 40 años, ¿no?
De hecho, llegué a Hollywood a mediados de los 70. Tenía algo raro, me habían convocado para conocer a John Schlesinger y Robert Evans. No tenía idea de por qué estaba ahí. Pero estaban haciendo Marathon Man, iban a hacer unos planos nuevos. Pensé que me había llegado el momento. Después, cuando finalmente hablé con John, resulta que él iba a dirigir Julius Caesar en el National Theater y quería que yo hiciera de Brutus. Me desilusioné un poco, porque pensé: ¡mi momento llegó y se fue!
Pero el tema es que cuando finalmente llegué a Hollywood, ya había hecho todo lo que necesitaba en el Reino Unido. Cuando vine acá, nadie me preguntó a qué escuela había ido, de dónde era mi acento, ninguna de esas preguntas que me hacían en casa. Mirá, me encanta Londres, pero el sistema todavía se siente como que cada uno tiene que saber cuál es su lugar, y ese es su lugar, y punto. Estados Unidos fue un poco una liberación. Había algo aspiracional que siempre me gustó.
Vine a Estados Unidos porque quería hacer películas. Cuando era chico, esa fue mi influencia. Cagney, Bogard, Martin & Lewis, Spencer Tracy. Yo pensaba: esas son las cosas que yo quiero hacer. No quiero hacer Doctor in the House, o cosas así. No me asociaba con esas cosas; como un inmigrante irlandés que vivía en Escocia, yo me asociaba más con lo americano que con lo inglés. El país de ustedes está hecho de gente que se movía de un lado a otro. Por eso me enoja cuando la gente en el poder parece olvidarse de eso, o directamente ni entender el concepto de raíz.
Considerando lo prolífico que usted ha sido, ¿puede identificar con qué papel la gente lo asocia cuando se le acerca en público? ¿Se da cuenta si alguien lo conoce por Hannibal Lecter o por Logan Roy?
Sí, y pasa todo el tiempo. Me acuerdo cuando salió Nuremberg, a las dos horas, la gente me paraba en la calle y me decía: "Göring, ¡buen trabajo!".
Esa frase realmente necesita un contexto.
[Risas] A veces pasa un tiempo sin que nadie me diga nada, y de repente cinco personas de repente me dicen: "¡Captain O’Hagan!" en una hora. Una vez conocí a Ed Koch, el viejo alcalde de Nueva York, cuando yo estaba comiendo en su restaurante en la Avenida Séptima. Me dijo: "Usted actúa en mi película preferida". "Oh, gracias, señor, ¿qué película?". "The Lost Language of the Cranes". No sé si usted recuerda esa película, pero es sobre un hombre cuyo hijo es gay y, tras lidiar con la sexualidad de su hijo, él también sale del clóset.
¿Esa era la película preferida de Ed Koch en la que actuaba usted?
Esa era su película preferida de la historia, según él. Así que... sí. Nunca se sabe qué papel va a resonar con cada persona. Durante un tiempo era: "¡Vos sos el de Manhunter!". Y después de la nada, cada tanto: "Vos sos el de The Lost Language of the Cranes". Es decir, que no me pueden etiquetar fácilmente.
Usted va a hacer de Lyndon B. Johnson en Broadway en la segunda de las que se denomina "obras de LBJ", The Great Society. ¿Qué le parece que tienen en común Logan y LBJ?
Son dos hombres poderosos. Ambos tienen visión. Bueno, Logan tiene algo de visión: "Hicimos un buen trabajo, le dimos entretenimiento a la gente... ahora váyanse a la mierda". [Risas]. Lo que tienen en común es la idea de un poder desbaratado, que crea más poder. Cuando Logan se frustra, su talento crece considerablemente. No se da por vencido. Estuve leyendo el guión de The Great Society, y me sorprende cómo Johnson se frustraba comparando lo que pasaba en Selma y lo que pasaba en Vietnam. Su ignorancia de la política internacional era dolorosa, y esa fue su perdición. Pero si ves lo que logró con Medicare, Medicaid, la Ley de Derechos Civiles, es fenomenal. Son hombres a los que les va bien cuando los arrinconan. Pero más allá de eso...
¿No se imagina a Logan promulgando leyes de Derechos Civiles?
[Risas] Civil no es una palabra que normalmente asocie con él.