Si alguien le hubiera dicho a Vince Gilligan, mientras Peter Gould y él desarrollaban Better Call Saul , que algún día la gente le diría regularmente que prefieren la precuela de Breaking Bad antes que la original, él habría pensado que la persona estaba loca. "Primero, le habría dicho: ‘Eso nunca va a pasar’", dice. "Y, sí, me habría molestado." Pero después Gilligan agrega que le pasa constantemente, y que "no me molesta para nada. Me emociona".
El primer capítulo de la cuarta temporada de Saul hace más que simplemente continuar la historia de Jimmy McGill (Bob Odenkirk), también conocido como Saul Goodman y, en periódicos flash-forwards, como Gene de Cinnabon. También es un recordatorio potente y paciente de hasta qué punto el programa puede permanecer en absoluto silencio, mientras parecen ocurrir tan pocas cosas. En un nivel, el episodio ordena los eventos del final de la temporada anterior: el desgarrador suicidio del hermano arrogante y enfermo de Jimmy, Chuck, y el ataque sufrido por el narcotraficante, Héctor Salamanca (Mark Margolis) en manos del astuto Nacho (Michael Mando). Hay largas secciones sin diálogo donde vemos a Jimmy simplemente hacer café, y leer los avisos de "Se busca". O vemos a Nacho buscar un lugar para guardar los placebos que le dio a Héctor. U observamos al imperturbable Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks) encontrando una manera sorprendente de ganar su primer gran cheque del inminente capo mafia Gus Fring (Giancarlo Esposito). En otras manos, esto despertaría bostezos.
Pero hay tanto cuidado puesto en cada imagen y en los cada vez mayores cambios emocionales en las historias de ascenso y caída paralelas que Saul sigue pegando fuerte, incluso en los momentos más lentos. Y el mundo legal, supuestamente más tranquilo, ocupado por Jimmy y su novia Kim Wexler (Rhea Seehorn) puede ser tan tenso, o incluso más emotivo, que el mundo criminal de Mike y Gus. Ambas mitades pueden dejar a los espectadores preocupados: el thriller narco por los riesgos físicos de sus personajes, y el drama legal por la salud espiritual.
¿Saul es mejor que Bad? No lo sabremos hasta que la saga de Jimmy McGill termine. Pero el hecho de que ya no sea una idea irrisoria es notable, un testamento de lo que crecieron Gilligan y Gould como narradores. Crearon una serie derivada porque no podían despedirse de este mundo. Cuanto más crece Saul, más difícil va a ser para ellos y para nosotros dejarlo atrás.
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