ATAV: Bruno y Lucía vuelven a pasar una noche juntos

Luego de sufrir durante varios días ante la posibilidad de que Pedrito sea víctima de la poliomielitis, el panorama poco a poco comienza a mejorar para Bruno (Albert Baró) y Lucía (Delfina Cháves). Alejados de la realidad que los rodea, el deseo pudo más y volvieron a compartir una noche juntos.

Instalados en La Plata, donde se encuentra el mejor hospital dedicado a posibles casos de polio, los protagonistas acumulan angustia frente a la posibilidad de un cuadro desfavorable. Los nervios los mantienen en vilo, hasta que el alivio llega de la mano de un prestigioso doctor que les da la mejor de las noticias: Pedro no tiene polio, sino otro cuadro más leve que es fácil de tratar. Lucía y Bruno se alegran inmensamente y vuelven a respirar luego de varias noches en vela.

A solas en el viejo caserón que les sirve de vivienda temporaria, Bruno y Lucía comparten su alegría, aunque intentan moderar las expresiones de afecto. Ella no puede contener su felicidad y abraza al español con un gran afecto. Inmediatamente, el clima se torna más romántico y los protagonistas se miran a los ojos, en lo que sería, evidentemente, la antesala de un beso. Pero el beso no llega en ese instancia porque ella pone distancia y se aleja unos metros. Sin embargo, esa postura dura solo unos segundos. Luego, vuelve sobre sus pasos y, muy decidida, besa a Bruno. Finalmente, pasan otra vez una noche juntos.

Al despertarse, la situación se vuelve incómoda. Bruno siente una culpa que lo desborda, y Lucía le dice que comprende su situación y pronuncia las palabras que termina por detonar el momento: dice que ella también "quiere a Francesca". La sola mención de su esposa termina por incomodar al español, que rápidamente quiere dar vuelta la página y dirigirse al hospital donde se encuentra su hijo.

La salud de Pedro mejora, pero el conflicto llega más tarde. Al momento de llevarse al pequeño del sanatorio, autoridades de ese lugar confunden a Bruno con Torcuato (Benjamín Vicuña), y le informan que no puede sacar del hospital al niño sin su documento. Esa situación plantea un verdadero problema para Lucía, que teme tener que recurrir a su marido para irse con Pedro.

De ese modo, el reencuentro entre los protagonistas no queda marcado por el romance ni por la felicidad, sino por la culpa y el remordimiento aunque queda claro que esta no será la última vez que Bruno y Lucía pasen una noche juntos.

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