100 días para enamorarse se despidió y fue lo más visto del día
La ficción más exitosa del año se despidió con un final que, aunque bastante predecible, no perdió el humor ni la emoción y mucho menos defraudó, ya que fue consecuente con el recorrido de la historia. Y fue lo más visto del día al promediar 18 puntos de rating, un número muy bueno en relación a las cifras que logra la pantalla local en estos últimos años.
Así como comenzó la ficción es como terminó: con las amigas juntas, desde siempre, para siempre y hasta siempre, yéndose de viaje. Porque si bien la historia de 100 días para enamorarse giró alrededor del contrato que firmaron Laura Contempomi ( Carla Peterson ) y Gastón Guevara ( Juan Minujín ), lo verdaderamente protagonista fue otro amor, este vínculo de hermandad e incondicionalidad que formaron Laura y Antonia ( Nancy Dupláa ). Esa fuerza femenina que las empoderó para salir de cada una de las situaciones que se fueron presentando. Y este último capítulo no fue la excepción.
Novio (casi) fugitivo
Ya desde el comienzo, Laura tuvo una tarea muy importante: contener a Antonia que, enfundada en un vestido negro y ramo en mano, esperaba a metros del altar que Diego Castalnuovo ( Luciano Castro ) aparezca en su propia boda, esa que él mismo planeó y organizó. Pero, minutos antes de salir para el evento más importante de su vida, sufrió un ataque de pánico y el miedo lo paralizó. Fue su mejor amigo Gastón quien lo convenció para que no cometa la locura de abandonar a Antonia y, finalmente, apareció en su boda, pero durante ese retraso se cerraron algunas historias.
Fidel ( Michel Noher ) y Paul ( Ludovico Di Santo ) finalmente deciden apostar de lleno por su relación. Fidel aprovecha la romántica circunstancia para pedirle matrimonio a su pareja: "¿Por qué no aprovechamos que no vino el novio y nos casamos nosotros?". Y brindan entre risas y muchas declaraciones de amor.
Juan ( Maite Lanata ) y Emma (Malena Narvay) se reencontraron en la boda después de varias idas y vueltas. "Nadie es perfecto, pero tengo que empezar a hacerme cargo de lo que me pasa, ser sincero. Me cuesta creer que lo mejor que pasó entre nosotros, ya pasó. No quiero perderte, estoy enamorado de vos", le confiesa Juan a su hasta ese entonces ex novia. "Y yo de vos, Salinas", replicó Emma. Y con un beso sellaron la reconciliación.
En la escena más desgarradora de la noche, Miguel y Beatriz (los padres de Laura interpretados por Marita Ballesteros y Mario Pasik) charlan con su hija sobre la boda. "Que seas muy feliz, que tengas nietos pronto, no es una presión, es un deseo", le sugiere Miguel a Laura. "Papá, no me caso yo y vos ya tenés nietos, Rodrigo y Santiago", intenta aclarar ella a su padre, que luego de un ACV comenzó un cuadro de deterioro y Alzhéimer. "Perdón, tenés razón, se me pierden los pensamientos, pero no los sentimientos. A veces me siento como navegando por el mar de la incertidumbre pero tengo puertos que son los sentimientos. Tengo sentimientos por vos, cada vez que me levanto me encuentro con la sonrisa de mamá, que me ayuda, me hace creer que todo es posible. Nosotros hemos tenido muchas luchas pero eso es una familia, luchar, saber que todo es posible, que se puede superar. Yo siento que sos mi amor y ya con eso me basta", le confiesa a su mujer y todos lloran.
Al fin, llega Diego corriendo y ya no hay lugar para la emotividad. O sí. Luego de que Antonia monte un escándalo frente a todos los invitados, lo insulte y lo increpe por el retraso, él le pide que lo escuche y ella lo invita a hablar con el público presente. "Me agarró miedo, pero decidí estar acá. Todos tenemos miedo. ¿O vos no tenés miedo? Me convencí de venir porque te amo, porque me quiero casar con vos" le dice él. "Yo también te amo, pelotudo", fue la respuesta de ella, bien a lo Antonia Salinas. Y ya entonces no demoraron más el trámite, frente a una jueza muy particular, Stella Zlotogwiazda (interpretada por Mirta Busnelli ) que estaba apurada por celebrar la unión porque ella también se casaba ese día.
Fueron sus amigos, como testigos, los que les dedicaron unas palabras a los novios. Fue Laura la que rompió el hielo: "Quiero decir algo. Amiga, yo sé que este amor es real, es sincero y ser testigo de eso realmente es muy maravilloso. Siempre que necesiten algo, acá estoy. Te quiero amiga". Gastón también sumó lo suyo: "Están por arrancar a recorrer una ruta que es hermosa, la dicha del amor correspondido. Espero que sean muy felices, los quiero mucho". Ya unidos en legítimo matrimonio y pasada la fiesta, los recién casados partieron de luna de miel en una lluvia de arroz y papeles de colores.
La reconciliación
Y llegó el momento más esperado: saber qué sucedería entre Laura y Gastón. Tras la ceremonia, ella toma valor y lo increpa: "¿Leíste la nota que te dejé? ¿Te cambió en algo?". Él, creyendo que se refería a un expediente del estudio, contesta ajeno y se va, hasta que encuentra la nota que ella le había dejado en el bolsillo del saco la noche de Navidad. "Una vez me dijiste que íbamos a estar juntos toda la vida. Si seguís sintiendo lo mismo hacémelo saber, porque yo sí, te amo hoy y siempre", rezaba la misiva, que hace que él la corra hasta poder pararse frente a ella y decirle todo lo que siente.
"¿De verdad querés lo que dice acá?", le pregunta él. "No sé si estamos a tiempo, rompimos todo. Quiero que seamos viejitos y estar juntos, y te quiero cuidar. Amo cómo sos. Te prometo que no voy a querer cambiar nunca", propone ella. "Quiero pasar toda mi vida con vos Lau, te adoro. Te prometo que voy a estar siempre atento, que no te voy a descuidar", jura él, pero a ella se le ocurre algo mejor: "¿Y si no nos prometemos nada y nos vamos eligiendo cada día?". La escena termina con un beso que detiene el tránsito, hace descender a los conductores que en lugar de tocar bocina aplauden el amor y con ellos dos elevados en una grúa que cortaba la calle.
Tiempo después...
Las parejas se reencuentran luego de la luna de miel de Diego y Antonia, quienes vuelven de su viaje a Brasil para pasar fin de año con sus amigos.
El salto en el tiempo sirve para cerrar más historias. Javier ( Juan Gil Navarro) parece de a poco encontrar el eje de su vida y ¡por fin solo! les envía un mensaje a sus hijos: "Ahora que pasaron las fiestas quería decirles a los dos que el año pasado fue un año muy difícil y los vi muy poco, pero quería que sepan que son muy importantes para mí. El amor más lindo, porque el verdadero poliamor es el que uno tiene cuando tiene una familia. Acá en mi casa, tienen una habitación para cada uno cuando quieran venir, y un lugar en mi corazón. Los quiero mucho y espero que escuchen este mensaje". Algo promete cambiar.
Coco ( Pablo Rago ), después del trasplante, vuelve a conectarse con sus pasiones. Mientras coquetea con Cata (Macarena Paz), la profesora de inglés y ex de Fidel, recibe una propuesta tentadora para sumarse a una banda y volver a la música.
Inés ( Jorgelina Aruzzi ) abrió su propio estudio y recibe el llamado que tanto esperaba: podrán ser padres con Gino ( Osvaldo Laport ) pero no de uno como planeaban, sino de tres hermanitos.
Laura y Gastón, más enamorados que nunca, dividen finalmente sus estudios para que el trabajo no afecte a su pareja. Y se muestra a su hijo mayor, Rodrigo (Franco Rizzaro), de traje y trabajando junto a ellos.
Un año más tarde, Antonia y Diego ya fueron padres de una niña y se despiden en Ezeiza. Las amigas se van de viaje solas. "Te amo, sos lo mejor que me pasó en la vida", le dice Laura ya en el aire, en plena turbulencia. "Lo único bueno es que, si me llego a morir, es viendo tu cara", confiesa Antonia a los gritos porque siente miedo a volar. El guiño: el avión es de Underground Airlaines. Y con un beso en la boca, distinto al beso final de todas las novelas de la historia de la televisión argentina, Antonia y Laura sellaron su amor para siempre, fueron felices y comieron perdices.
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