Argentina, tierra de amor y venganza: cómo fue el prometedor comienzo de su segunda parte
Finalmente llegó una de las instancias más esperadas en Argentina, tierra de amor y venganza, porque la noche del viernes marcó el comienzo de la segunda parte de la novela. Como ya se había anunciado, la tira dio un salto de dos años que encontró a muchos personajes en casilleros muy distintos al habitual.
El episodio comenzó con Torcuato (Benjamín Vicuña) al frente de una campaña política en la que se postula como senador. En una importante ceremonia, el villano se muestra como un político afable, atento a las necesidades de la gente y comprometido con erradicar la corrupción dentro de la policía. Allí lo acompaña Lucía (Delfina Chaves), que se comporta de manera cálida con su esposo. En el acto también está Alicia (Mercedes Funes), una de las más entusiasmadas ante el nuevo rol de su hermano. Gabriel Morel (Federico Salles), ahora un importante hombre de los medios, saluda a Ferreyra y le comunica que su diario le dará un apoyo total y absoluto con el fin de posicionarlo como un político confiable. La postal la completa Aldo (Gonzalo Heredia). Lejos de la polaca, el hombre parece haberla olvidado y ahora abraza una relación de complicidad con Torcuato, quien fuera uno de sus mayores enemigos. Ambos son amigos, y hasta socios en esta nueva etapa de la historia.
Por otra parte, la banda organiza un plan para sacar a Bruno (Albert Baró) de prisión. Liderados por Francesca (Malena Sánchez), el golpe consiste en aprovechar el momento en el que trasladan al español a un nuevo penal, interceptar el camión que lo lleva y allí liberarlo. De esa manera, la joven se detiene en la ruta acompañada de Córdoba (Diego Domínguez), y cuando ven al transporte, lo detienen a los tiros. Ambos procuran no herir a ningún policía, porque lo que necesitan es solo distraerlos. Mientras tanto, Lowenstein (Gastón Cocchiarale) abre la puerta del camión y Alambre (Fausto Bengoechea), vestido de presidiario, intercambia su lugar con Bruno.
Finalizado el operativo, Bruno quedó liberado y lo festejó entregándose a un apasionado beso con Malena, con quien ahora tiene una relación. Reunida nuevamente la banda, ahora el plan es ocultar al prófugo en la antigua casa de Lucía, que compraron a través de un testaferro. La idea es sencilla, cuando eventualmente descubran que Bruno se fugó, el último lugar en el que lo buscaran es en ese viejo caserón. Y a solas en el cuarto de la mujer a la que amó, el protagonista descubre que el peso de ese romance aún lo persigue.
Con respecto a Aldo, el recuerdo de Raquel (Eugenia Suárez) también le pesa. Él se muestra no solo muy cerca de Torcuato, sino también de Samuel Trauman (Fernán Mirás). El dueño del prostíbulo ahora cambió de rubro, aunque solo en apariencia, y lleva adelante un cabaret cuya principal figura es Mecha (Soledad Fandiño), una bailarina que mantiene un romance con Moretti.
Muy lejos de Buenos Aires, concretamente en Viedma, quien sueña con volver a la ciudad es Raquel. Casada con Salaberry (Luciano Cáceres), la joven polaca viene una vida tranquila, aunque no deja de pensar en el destino que sufrieron sus amigas, ahora nuevamente en manos de Trauman. Pero el traslado de su marido a la capital, la acercará de nuevo no solo a ellas, sino también a Aldo.
De ese modo, y con nuevos personajes e historias, Argentina, tierra de amor y venganza, comenzó una segunda parte que busca revitalizar esta popular historia.
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