Este sábado a las 22 estrena la quinta temporada de P.H. (Podemos Hablar), por Telefe; Pampita, Leo Sbaraglia, Alberto Cormillot, Rodolfo Barili y Vicky Xipolitakis, los invitados
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Cuando Andy Kusnetzoff arrancó en 2017 con P.H. (Podemos Hablar) por “solamente cuatro programas”, tenía mucho entusiasmo, muchas ideas y sabía perfectamente lo que quería hacer. O, más bien, lo que no quería hacer: “No me interesaba hacer un programa ‘de famosos’. La biblia y el calefón ya se hizo y nadie lo va a hacer mejor que Jorge (Guinzburg). Me imaginaba algo con el formato de Sábado Bus, que me parecía un programa espectacular; invitados, comida, interacción, historias. Después también vi un video de educación de Dinamarca, y de ahí sumé lo del punto de encuentro”.
Cuatro años después, en el umbral de su quinta temporada, el conductor sigue pensando lo mismo, pero mejor: “Al ser un formato propio tiene un valor agregado. Que sea tuyo no quiere decir que sea bueno, pero tiene un diferencial. Arriesgamos mucho para llegar al formato actual. Hay un montón de cosas que experimentamos y quedaron en el camino. Hay que seguir renovando, yo no concibo la tele de otra manera”.
Una nueva renovación comienza este sábado, a las 22 por Telefe, cuando Andy abra las puertas de su P.H para recibir a Carolina “Pampita” Ardohain, Leo Sbaraglia, Alberto Cormillot, Rodolfo Barili y Vicky Xipolitakis.
-¿Cómo se puede renovar un programa de televisión cuando desde hace décadas venimos escuchando que está “todo inventado”?
-Poniéndole cosas personales, al menos es lo que intenté hacer siempre en mis proyectos. Este año en P.H. me gustaría meter interacciones en las historias, volver a una pequeña sección para cada invitado, recuperar una historia periodística desconocida, entrevistar a una persona que inspire como hacíamos al principio.
-¿Es una expresión de deseo o realmente son secciones que se van a ver a partir del sábado?
-Son todas cosas que estamos probando, después el público dirá qué queda y qué no. También este año quiero hacer ejercicios de psicodrama, estuve investigando y hablando con psicólogos. Quiero que P.H. se transforme en algo emocional. Tenemos un ‘espejo del futuro’ que es hermoso. Quiero también trabajar mucho lo solidario, a lo mejor tener dos cocineros que hayan perdido el laburo, así de paso se pueden promocionar. Son cosas que a lo mejor no cambian el número de rating pero yo quiero volver a cierta identidad del programa que estaba buena.
-Muchas de esas ideas hace un año eran impensadas.
-El año pasado, te digo la verdad, sufrí un montón. Tuve que traicionar un formato que yo no quería traicionar, pero me adapté a la pandemia para sobrevivir. Empezamos con los monitores pero no funcionó porque la gente no quería ver a los invitados así. Lo lamenté porque en un momento lo tenía en un lugar del mundo a Ángel Di María y en otro a Lali Espósito. Si para toda la tele fue difícil, para un programa de seis invitados, en un lugar chiquito, totalmente minimalista, la pandemia era kryptonita.
-Sumado a los que criticaban que hicieras reuniones televisivas cuando nadie se podía reunir.
-La gente me puteaba, me decía: “Vos estás comiendo con Carmen Barbieri y yo no puedo ver a mi vieja”, y yo tampoco veía a mi vieja. Era desesperante, trataba de hacer lo que podía, sostener el programa para que nadie perdiera el laburo. Estaba obsesionado con no parar la pelota, hasta que el cuerpo me dijo: “Vas a tener que parar”.
-¿Te acordás lo primero que pensaste cuando te contagiaste Covid-19?
-En que no quería que me pasara nada, porque tengo una familia que no puedo dejar y muchas cosas para hacer y por vivir. Llegué bastante hecho mierda al hospital, ahí me hicieron una tomografía y salió que tenía neumonía. Lo que más angustia me daba era que no sabía qué iba a pasar al día siguiente.
-Pero después te recuperarse, volviste a P.H. y el rating se mantuvo.
-No soy un loco del rating ni mucho menos, pero creo que el programa hace 29 meses consecutivos que gana. Superó al Covid y a mi Covid.
-Y a la mesa de Juanita.
-No era mi objetivo, aunque es verdad que en el canal tenés que rendir y ganarle a la competencia. Justo me hablás de ella y me mandó un mensaje re lindo. Obvio que estando ahí quiero ganar porque es lo que tengo que hacer, ella seguramente siente lo mismo. Pero tenemos buena onda, la conozco, vino a la radio, es más de mi generación.
-¿Con Mirtha Legrand no hay tan buena onda?
-Sí, con Mirtha también, pero con Juana tengo más afinidad, manejamos los mismos códigos.
-¿Qué aprendizaje te dejó haber atravesado el Covid?
-Te puedo decir qué me dejó la situación de pandemia. Siento que lo más importante que tenemos que aprender cuando se venga la pos pandemia es a tener empatía con el otro. Entender que esto nos dejó consecuencias muy desparejas: está al que no le hizo nada; y también el que perdió el laburo, la vida, o a familiares muy cercanos, también gente a la que cuando “baje el agua” no le va a quedar nada. Que a vos te vaya bien no quiere decir que no tengas que ayudar para que al de al lado le vaya un poco mejor, porque sino es un sálvese quien pueda, y yo no quiero eso para la Argentina.
La fantasía de una vida lejos de los medios
-¿Por qué seguir apostando a la televisión abierta cuando desde hace rato se da por muerta?
-A la tele abierta todavía la veo bastante fuerte, al menos en mi experiencia totalmente subjetiva. Lo que pasa es que hoy el análisis es más complejo. Lo que sí quedó antiguo es la “pica” por quién hace más rating. Los números actuales son muy locos, no se pueden analizar como antes. A lo mejor mediste 12 puntos, pero después hay muchos que te ven en YouTube o en plataformas, cuando quieren y sin publicidad. El avance de la tecnología cambió todo. Por ejemplo, el caso de los streamers que a mí me parecen increíbles, cada uno tiene un canal de televisión propio, es una locura. Antes para que te escuchara alguien no te quedaba otra que entrar a trabajar a un canal de aire o de cable, era un quilombo.
-¿Por eso es una generación que no mira televisión?
-Por eso creo que hay chicos que ni les interesa la televisión o la radio, pero están ahí. P.H. estuvo entre los programas más vistos de Telefe.com con casi dos millones de vistas. Igualmente también logró recuperar el público de los sábados a la noche, como ahora MasterChef Celebrity, que también marca cifras muy buenas. Son gente que por ahí dicen “con esto sí me engancho”, por eso hay que seguir laburando, pensando ideas, formatos nuevos todo el tiempo.
-¿Para el trabajo sos tan obsesivo como parecés?
-No soy un “Control Freak”, pero sí me angustio cuando no puedo plasmar algo que me gusta. Aunque a los 50 años ya no tengo la misma energía que antes, creo que voy a morir siendo productor. En el programa tengo un gran equipo, pero igualmente a veces es domingo y los llamo a todos tirándoles ideas. Hay que seguir moviéndose, entregarse a la fiaca no va.
-O sea que no ves una vida fuera de los medios.
-No creas, en realidad me gustaría ser menos así, lo que pasa es que no siempre lo puedo evitar. De hecho, cuando hice Extreme Makeover, que era un formato de afuera, me permití relajarme un poco. No me interesa quedarme a vivir en la tele, me gusta tomarme mis tiempos. Cuando empecé P.H. venía de cuatro años sin pantalla, no me planteo quedarme a vivir en ningún lugar. Es más, si hoy tuviera 18 años probablemente no estudiaría periodismo.
-¿Y qué harías?
-Me gusta la enología, podría ser sommelier u otras cosas que no tienen nada que ver con mi vida actual. Por ejemplo, ahora estoy haciendo un curso de DJ. Lo que mantengo es las ganas de aprender, estar en un aula todavía me entusiasma.
-¿De qué trabajaría ese Andy que nunca estudió periodismo en TEA ni empezó en CQC?
-Él no sé, pero en mi fantasía de retiro de los medios pongo un bar y la rompo, me lo imagino como un negocio familiar, acá o en otro lado. Me falta todavía para eso, pero no está mal pensarlo.
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