Andrés Percivale: el hombre más versátil de la televisión argentina
Como periodista cubrió desde la guerra de Vietnam hasta el Cordobazo, pero fue un gran animador y showman televisivo
Pocos se atreverían con talento indiscutible a ser tan versátiles en público como lo fue Andrés Percivale. Periodista, animador, showman, actor, profesor de yoga..., todo lo que emprendió fue aceptado con respeto y admiración por el público y por el implacable medio artístico. Este señor de la televisión argentina murió en la mañana de ayer, a los 77 años. En 2011, luego de un estudio de rutina, le diagnosticaron un cáncer de pulmón. Tras un largo tratamiento logró superarlo. Sin embargo, en las últimas semanas, su estado tuvo una notable desmejoría.
En Estamos en el aire (la biblia de la televisión escrita por Ulanovsky, Itkin y Sirvén) se recuerda que a instancias de la directora de TV María Inés Andrés, en 1960, debutaba en tareas de producción en Canal 13 el joven conscripto y estudiante de Arquitectura Andrés Percivale, que tres años después apareció en el programa Universidad del aire. Luego de pasar medio año trabajando sin retribución económica, reclamó un sueldo y un ejecutivo del canal le preguntó qué precio le pondría a su formación. No respondió, pero al poco tiempo cobró su salario y comenzó su inagotable carrera.
Su primer gran paso lo dio de inmediato, en 1966, cuando asumió la conducción del nuevo noticiero del 13: Telenoche, junto con Mónica Cahen D'Anvers. Estuvo al frente de ese informativo durante cuatro años, donde estuvo en dos coberturas que aún hoy se recuerdan como históricas: la guerra de Vietnam y el Cordobazo, cuyas imágenes aún pueden verse por Internet. En 1970, Héctor Ricardo García lo contrató para conducir Matinee, por Canal 11, donde también se mantuvo al frente durante cuatro años, antes de volver al 13. De la mano de su descubridora, María Inés Andrés, desde 1975 condujo La hora de Andrés, poco después del mediodía, ciclo que fue tan prestigioso que, al cabo de dos años, se convirtió en La noche de Andrés. El show salía los domingos y en él demostraba no sólo su talento como animador, sino que además participaba en sketches humorísticos, cuadros musicales donde cantaba, bailaba y sumaba un cierre que hasta aún hoy se recuerda. Sobre el final, en un íntimo encuentro con la cámara, relataba un cuento.
Su paso por la TV continuó incesante en la conducción de Videoshow, Mónica y Andrés, Graciela y Andrés, de una a tres, Los retratos de Andrés y Yo amo a la TV, entre otros ciclos. Ganó 5 premios Martín Fierro.
Llegó a grabar un disco simple: Viajando en globo, y siempre manifestó su gusto por la actuación, Durante los años 70 y 80 se movió cómodo tanto en el drama como en la comedia y el musical. Trabajó en las películas Un elefante color ilusión (1970), Juan Manuel de Rosas (1972), Olga, la hija de aquella princesa rusa (1977), Así es la vida (1977) y La mamá de la novia (1978), donde compartió escena con figuras como Luis Sandrini, Libertad Lamarque, Rodolfo Bebán, Mercedes Carreras y Sergio Renán.
En teatro fue régisseur de la comedia musical Coca Cola en Marcha (1965) y protagonizó el musical ¡Diferentes! (1974), junto con Marta González, en el teatro Astral. También dirigió la obra Greta Garbo, quién diría, está bien y vive en Barracas (1974) y trabajó en diversos music hall y revistas. Su último trabajo fue en la comedia Mix, de Noel Coward (2012), junto a Nora Cárpena, Thelma Biral, Linda Peretz, Héctor Calori y Pablo Alarcón, dirigidos por Santiago Doria, en el Multiteatro, esa misma sala que él mismo inauguró en 2000 en un acto con su conducción. "Muchas veces se dice que la fama o el éxito no te cambia, pero te delata. En Andrés, la fama nunca tuvo nada para delatarle: era en lo privado la misma persona que en su actividad pública. Mi última charla fue hace algunas semanas para insistirle que me acompañe en mi cumpleaños. No llegó. Despido al amigo, al tipazo. Murió una linda persona", dice Carlos Rottemberg, su último productor.
Hace unos años, en diálogo con LA NACION, Percivale habló muy francamente sobre su enfermedad: "En cada órgano del cuerpo se aloja una emoción. Así como la ira se aloja en el hígado o la codicia se aloja en el intestino grueso, la pena y el duelo se alojan en el pulmón. Yo fui preguntando, porque no pierdo esa cosa periodística de hacer mis propias estadísticas. Y descubrí que siempre hay un duelo mal elaborado o la reiteración de un episodio muy doloroso. En mi caso es el haber descubierto que mi madre nunca me quiso, e incluso el haberlo conversado con ella, algo que le tengo que agradecer muchísimo", reveló.
Durante las últimas cuatro décadas de su vida se dedicó de lleno a la práctica de yoga y fue un gran maestro. Trajo al país a su maestra Indra Devi y escribió el libro El cuerpo es el piano y el espíritu el sonido.
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