Amigovios: una quinta en Parque Leloir, romances infantiles y el debut y despedida de Nicole Neumann como cantante
La tira juvenil empezó como un programa por el verano y se extendió durante todo 1995; además de Fabián Mazzei participaron Sabrina Carballo, Guido Massri y Marcela Kloosterboer
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Año 1995, una colonia de vacaciones, un grupo de chicos de entre 11 y 12 años, una Nicole Neumann que canta “Déjate querer” y una apuesta que terminó convirtiéndose en una tira que, por su popularidad, se extendió y duró un año. Eso, en resumidas cuentas, fue Amigovios, la ficción de Canal 13 que quería llegar a un público más joven.
Pasaron 26 años de aquel hito y fueron pocos los chicos que continuaron en carrera: de los casi 20, solo 3 siguen actuando, los demás tomaron otros caminos. Sin embargo, por ese entonces, la tira fue todo un éxito y justo antes de que Chiquititas revolucionara el mundo infanto-juvenil, Andy y sus amigos hicieron gira y se convirtieron en personajes de álbumes de figuritas.
Cuentan sus autores, Jorge Maestro y Sergio Vainman, en el libro 36 años de historias de la televisión que todos vivimos, que el departamento comercial del canal les planteó la necesidad de pensar una tira para el al público infantil para promocionar una nueva línea de cereales de uno de los anunciantes. Fue así como surgió la idea de la ficción que terminó teniendo vuelo propio. Amigovios debutó el 9 de enero de 1995 y se emitió a las 5 de la tarde, justo antes que Montaña rusa. Los protagonistas de esta historia eran: Andy (Guido Massri), Belén (Sabrina Carballo), Guille (Leandro López), Martín (Facundo Arias), Carlitos (Javier Santos), María (Celeste Carrozo), Katy (Victoria Tórtora), María Sol (Andrea Galante), Emilse (María Laura Leyba), Josecito (Fernando Govergun), entre los más chicos. También los maestros: Eugenia (Diana Lamas), Karina (Alejandra Gavilanes), Javier (Fabián Mazzei) y Willi (Andy Botana) y pasaron figuras como Marcela Kloosterboer, Romina Ricci, Mauricio Dayub, Damián De Santo y Facundo Espinosa, pero fueron papeles eventuales.
De la colonia Big Bang, la trama se trasladó al colegio. Y en ese contexto, los conflictos del chico rico que buscaba la mirada de su mamá (Andy), del humilde (Martín), de la sabelotodo (Belén), de la hija de… (Emilse), tomaron la pantalla e hipnotizaron a miles de niños que encontraron por fin un espacio pensado para ellos, y eso se notó en el rating. Romances, peleas con los padres, maestros exigentes y los conflictos que pueden generar las diferencias socioeconómicas eran algunas de las temáticas que se abordaban en este ciclo.
La pizpireta y el protagonista que llegó tarde
“Fue mi primer protagónico, me dio mucha emoción, adrenalina. Era la época que se grababa en el canal, venía de hacer muchos bolos, tenía 12 años. Fue muy emocionante ir pasando casting por casting. En lo personal, estaba en primer año y grababa muchas horas, de lunes a sábado, a veces hasta las 12 de la noche. Entonces era demasiado, pero era lo que me gustaba”, recuerda Sabrina Carballo en diálogo con LA NACION.
Y agrega: “Mi mamá trabajaba, para ella era tedioso tener que llevarme al canal. Ella me dejó las cosas muy claras: era como ir al club, tenía que cumplir con el colegio que era mi única obligación y siempre tuve esa base. En un momento quería dejar el colegio y mi mamá obviamente me dijo: ´Andate a acostar que mañana te levantás a las 7 de la mañana´”.
Para Massri también fue su primera experiencia, pero en el caso de él fue todo por casualidad. Cuenta que tenía 11 años y estaba en la casa de un amigo, su mamá no llegó a buscarlo, entonces lo acompañó a una audición y terminó haciendo el casting. “Fuimos, eran las audiciones que publicaban en el diario, había más de 300 chicos haciendo fila, horas de cola en Constitución. Para mí era divertido porque jugábamos a la pelota con mi amigo”, rememora. Fue Pablo Cullel, hoy productor de Underground, quien lo invitó a hacer la audición y si bien Guido primero se negó después aceptó hacerla como si se tratase de un juego. “Charlamos y después me hicieron repetir un par de textos”, cuenta. Al día siguiente lo llamaron para hacer otra prueba. “No me importaba nada estaba alucinando porque estaban los actores de Montaña Rusa. Hice una prueba de cámara y al poco tiempo me dijeron que era el nuevo protagonista. Mi amigo no quedó, hoy ni siquiera es actor”, agrega.
Lo que no sabía en ese momento era que había otro Andy. “Me acuerdo de Sabrina, era una pizpireta, era una máquina, ¡no sabés lo que era! Como Massri... El entró por un reemplazo de un nene que no quería actuar y ahí se nos complicó porque era uno de los protagonistas, él quería ser mago. Me acuerdo que entraba en el camarín porque no quería grabar y le había conseguido un libro de magia. También recuerdo haber hablado con los padres y decirles: ‘Miren, si no quiere ser actor no lo fuercen, porque uno tiene que seguir una carrera que le apasione’. Y fue así, dejó y entró Guido”, cuenta Fabián Mazzei a este medio.
“Fue un balde de agua fría porque habían empezado meses antes y habían hecho hasta un taller de actuación, pero el actor principal se fue. Me acuerdo los primeros días que todos se conocían y yo era el nuevo, tenía 20 capítulos que estudiar para los próximos días porque mis escenas estaban atrasadas. Fue un curso intensivo”, suma Massri sobre sus primeros días en Amigovios.
Jornadas de más de 12 horas
Rápidamente Massri, que hoy trabaja como actor en los Estados Unidos, se adaptó al grupo y empezó a divertirse. Si bien había mucha presión, el ambiente era como de juego y él podía seguir con el colegio y trabajando sin descanso. “Había mucha presión porque era una responsabilidad, era un trabajo y había que estudiar e íbamos a la escuela, era una vida bastante exigente. Al mediodía salíamos de la escuela directo a eltrece, almorzábamos en el viaje. No estaban las regulaciones que hay hoy, eran 12 horas de grabación, los sábados, otras 14 horas. Hoy creo que máximo los chicos pueden grabar 6 horas. Era duro, pero la pasábamos bien. Me acuerdo de casos de chicos que les iba mal en la escuela y que se sentían presionados porque los padres si no les iba bien los amenazaban con sacarlos del programa”, cuenta Massri.
Algo parecido sucedió con Carballo. “Eran muchas horas, las materias de la tarde no las hacía. Era agotador pero emocionante. Fue loco porque dejé de hacer muchas cosas que hacían los niños de esa edad, no me juntaba a hacer trabajos prácticos, no iba a cumpleaños, pero tenía esto que lo reemplazaba y era mágico. No me arrepiento de nada porque encontré una profesión”, explica.
Sobre la experiencia de ser parte de esta ficción también opina Victoria Tórtora: “Trabajar en Amigovios fue una experiencia intensa, enorme. No puedo registrar una única sensación cuando pienso: son miles de sensaciones y diversas entre sí. Yo tenía 13 años. Éramos unas criaturas. Fuimos amigos, compañeros. El lazo quedó. Porque compartimos un momento único. Katy soy yo en los noventas. De hecho, los productores temían que nos confundamos, mientras grabábamos, llamándonos por nuestros verdaderos nombres, entonces no nos dejaban usarlos: yo era Katy. Dejé a Vicky por un tiempo. Era Katy en el programa y afuera también. Y hoy, después de 26 años, todavía me pasa que por la calle alguien me pregunte: ‘¿Sos Katy de Amigovios?’”.
Sin embargo, los días eran largos para los chicos. Salían del colegio e iban directamente a grabar, muchos se cambiaban y comían en el auto. En ese momento, no había maquillaje ni peinado, ellos eran los encargados de su propio estilismo. “No nos peinaba ni maquillaba nadie, empezaron a ponernos un poco de polvo cuando empezó Chiquititas, ellos estaban todos prolijos y nosotros parecíamos los pibes chorros; eran nuestros rivales”, cuenta Carballo.
“Fue loco porque dejé de hacer muchas cosas que hacían los niños de esa edad, no me juntaba a hacer trabajos prácticos, no iba a cumpleaños, pero tenía esto que lo reemplazaba y era mágico. No me arrepiento de nada porque encontré una profesión”
Algo parecido pasaba con los libretos, al ser una tira diaria y tener que ir a la escuela no tenían casi tiempo de aprenderse los textos. “Mi mamá me ayudaba, me marcaba los libretos pero la que tenía que estudiar era yo, me paraba en un aula y tenía que leer un monologo que ni idea de qué hablaba porque capaz me preocupaba más por el colegio que por la tira. Teníamos un apuntador, pero aprendí a improvisar, hablar rápido y actuar. Fue una gran escuela. Teníamos 15 minutos para merendar a la tarde y el director Gustavo Cotta nos tomaba el libreto, sacaba un número y había que pasar a repasar”, suma la actriz. Y recuerda que muchas veces tenían que ir a 360, todo para ver, le programa de Julián Weich, porque “faltaba algún invitado”.
Mazzei habla con ternura del tiempo en que fue parte de Amigovios: para él también fue su primer protagónico y, admite, que para conseguir el trabajo mintió en su edad. “Pensé que quedaba afuera por la edad, en el casting mentí y en el día de mi cumpleaños me trajeron una vela con el número 25, y yo cumplía 27. Fue la primera mentira grande que dije en televisión”, admite. Sobre convertirse en una suerte de “tutor” de los chicos, Fabián destaca: “Los nenes estaban enloquecidos, al principio hacían todos caso y después los tenías que controlar... ¡No sabés lo que eran! Fue divino, y sí, también tenía una parte que era tortuosa. Cuando tenía que dar una clase transpiraba porque era una letra larga y ellos hablaban y no prestaban atención. Yo decía: ‘Chicos, por favor, terminemos esto’. Me acuerdo que el director les hablaba y les decía: ‘Por favor, silencio, no terminamos más’”.
El actor también cuenta que algunos padres opinaban o le preguntaban si sus hijos no tenían que tener más escenas. “Yo era un prolijo, venía de teatro, de estudiarme las letras, las escenas, las situaciones y, claro, con todos los pibes, olvidate. Era un curso acelerado de improvisación”, suma. Y se agarra la cabeza cuando piensa en “Josecito” [Fernando Govergun]. “Cada vez que tenía que grabar decían: ‘¿Dónde está?’ y estaba jugando a la pelota con dos chicos que hacían de extra en la otra punta, era terrible”, dice Mazzei, entre risas.
Un vecino famoso y un verano inolvidable
“Cuando hicimos la colonia era pasando Parque Leloir, era justo en frente de la quinta de Maradona, eso fue lo más loco. Entonces las nenas [Dalma y Giannina Maradona] empezaron a venir a ver las grabaciones y yo, que era fanático de fútbol, empecé a tener una relación con ellas. Ahí estábamos todo el día, arrancábamos a la mañana y terminábamos a las 6 de la tarde en pleno verano”, describe Mazzei.
“No me saco de la cabeza el día que vinieron Dalma y Gianinna, eran chiquitas, las trajo Diego a ver el programa porque eran fanáticas”, suma Massri. “Cuando terminamos, Diego dijo: ‘Me quiero sacar una foto con el de ojitos claros’. Para mí, a los 11 años, que Maradona quisiera una foto conmigo... Me quedé duro de los nervios. Esa foto se publicó en una entrevista y la tengo de recuerdo”.
Para Tórtora es difícil elegir una anécdota. “Éramos un grupo de chicos y chicas que prácticamente convivían. Corríamos por el canal como criaturas, nos divertíamos dentro y fuera de escena. Nos enojábamos también. Llantos, abrazos, todo llevado al extremo en términos de intensidad. Creo que los mejores momentos fueron los primeros meses, porque pasábamos el día entero en una quinta donde se grababa la colonia. Todo era nuevo y maravilloso”, asegura.
Carballo confiesa que su primer beso lo dio en la ficción a Carlitos (Santos) y también que las condiciones no eran las mejores. “No era todo tan cuidado como ahora, pasaron cosas extraordinarias que hoy no podrían pasar: nos tirábamos a una pileta y el agua no estaba muy limpia, los caterings eran siempre lo mismo, hacían 40 grados de calor y eran milanesas fritas con papas”, cuenta. Y agrega: “Entrábamos a la oficina de Pablo Cullel para molestar, prendíamos la tele, agarrábamos el teléfono, éramos como una familia. Me acuerdo cuando teníamos que hacer escenas de comer y todos teníamos un hambre porque estábamos todo el día trabajando y nos retaban porque nos comíamos todo antes de grabar”.
Sobre el boom de la ficción, Mazzei rememora especialmente un viaje a La Falda, en Córdoba, en el que los chicos no podían bajarse del escenario de la cantidad de gente que los había ido a ver. “Se creían que eran los Beatles”, dice y admite que lo peor era cuando alguna de las “parejitas” se peleaban. “Las peleas pasaban a las escenas. Entonces ya no era tan fresco y decías: ‘Acá pasó algo¿Discutieron?’. Hacíamos un poco de terapia y psicología infantil”, confiesa.
De Lorenzo Lamas a Nicole Neumann
Carballo cuenta que un día recibieron una noticia muy especial: los visitaría Lorenzo Lamas, el actor de Renegado era tío de Diana Lamas. “Fue uno de los invitados y compartíamos una escena: él tenía que entrar y decir ‘Eugenia’, que era el personaje de Diana. La grabamos como 70 veces porque él entraba y decía ‘Diana’. Yo lo admiraba, pero tenía ganas de matarlo. Al final terminó diciendo solo: ‘Hola’”, revela la actriz.
Otro de los hitos fue cuando los visitó Nicole Neumann, de 14 años, para grabar el video del tema de apertura, su debut y despedida de la música. “Un día vino al estudio y los hicieron cantar a todos los chicos “Déjame soñar”, recuerda Mazzei. “Nosotros estábamos indignados porque la teníamos que peinar, los productores de ella nos hacían peinarla y maquillarla porque ella era la cantante… ¡Pobre! La de veces que le habremos metido la brocha en los ojos”, se ríe Carballo.
26 años después, Amigovios sigue estando en el imaginario popular. Los chicos ya no son chicos y muchos de ellos no siguen en los medios. Algunos están en contacto como Victoria, quien trabaja en una editorial y estudia Filosofía, y Andrea Galante, otra de las exAmigovios que continúa en la actuación; otros se contactan por redes sociales como Massri con Carballo. Pero lo que pasó ese año en la quinta de Parque Leloir nunca lo van a olvidar.
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