Amar al ladrón: la novela en la que Cristina Del Valle y Claudio Levrino comenzaron a escribir su historia de amor
La ficción fue un éxito en las mañanas de Canal 13, en 1973 y 1974, y marcó el inicio del romance entre sus protagonistas
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Es la primera novela protagonizada por una anti heroína que estaba muy lejos de hacerse querer, al menos en el inicio de la historia. Amar al ladrón se emitió entre 1973 y 1974, de lunes a viernes en Canal 13, a las 11 de la mañana, un horario poco habitual para un culebrón. Pero más allá de su éxito, la ficción también marcó el inicio de una historia de amor que tuvo un final trágico, con Cristina Del Valle y Claudio Levrino como protagonistas.
La historia pergeñada por Luis Gayo Paz completaba su elenco con Cristina Albero -quien protagonizó la remake que se hizo en los 80, Trampa para un soñador, junto a Antonio Grimau-, Raúl Aubel, Patricia Castell, Enrique Kossi, Josefina Ríos, Noemí Escalada, Gustavo Fabiani, Oscar Fontana, Gloria Lopresti, Víctor Navarro, Jorge Nicolini, Alita Román, Gustavo Rozas y Elisa Stella. La producción era de Perla Márquez, la dirección de Miguel Larrarte y la puesta en escena de José María Funes.
La historia giraba en torno a la vida de un muchacho que vivía con su mamá en un conventillo y se ganaba la vida haciendo changas de pintura, albañilería y lo que surgiera. Hasta que lo contratan en la casa de un empresario adinerado y se enamora de su hija que, si bien se fija en él, le hace la vida imposible, despreciándolo. Sin embargo, al poco tiempo el joven gana la lotería y la familia del empresario queda en la calle por una mala inversión, y es entonces cuando comienza su revancha.
Un amor de ficción que se vuelve real
Cristina del Valle se emociona cuando recuerda esos años en los que se enamoró del padre de su hijo menor, Federico Levrino. “Esa novela trajo muchas cosas a mi vida. Duró dos años y estuvimos otros dos de gira. Tenía un rating que ni hoy puedo creer; fue un súper suceso a la mañana. Creo que la primera versión fue mejor que la segunda, que fue más corta, me parece. Mucha gente linda, nos llevábamos muy bien”, le dice a LA NACION.
Y se sonríe al recordar a Levrino: “Él era soltero y yo estaba divorciada y ya era mamá de Patricio, que tenía tres años. Y Claudio fue un padre maravilloso para mi hijo. Yo creo que se enamoró más de mi hijo que de mí”, ríe la actriz. Y agrega: “No fue un flechazo. No. No fue de un día para el otro. Claudio se copó con mi hijo y así me enamoró. Era una muy buena persona. En el final de la novela ya estábamos casados. Yo tenía el 67 bis, porque no existía el divorcio, y nos casamos vía Bolivia y nos dieron la libreta de Córdoba”, detalla.
La pareja de actores se mantuvo junta hasta que Levrino murió trágicamente en Mar del Plata, el 20 de enero de 1980. “Esa noche discutíamos sobre la conveniencia de tener armas. Se puso un arma en la cabeza y gatilló, creyendo que estaba descargada”, relató Del Valle hace algún tiempo, al evocar el momento en que su vida cambió de manera rotunda.
Por eso, Del Valle no puede evitar sentir nostalgia al hablar de la novela que la cruzó con ese galán que daba sus primeros pasos en la pantalla. “Era mala como una yarará, era una anti heroína que despreciaba al galán porque era pobre. Era la historia de un obrero que se enamora de una niña rica. Lo manipulaba, la hacía sufrir hasta que él gana la lotería y todo se da vuelta porque el padre de ella hace un mal negocio, se quedan en la calle y la obliga a casarse con ese muchacho”, explica sobre su personaje. “Yo estaba de novia con el personaje de Raúl Aubel, a quien adoraba porque era una persona maravillosa. Me acuerdo que era tanto el éxito de la novela que hicimos una gira nacional e internacional, porque estuvimos también en Chile, Perú, Paraguay, Bolivia y los teatros se venían abajo”, cuenta Del Valle.
Intentando rescatar alguna anécdota, rememora que su personaje se modificaba tanto que cuando el personaje de Levrino sufría un accidente, ella hacía una promesa: si se salvaba, se cortaría el pelo. “Mi pelo era famoso, hice muchas publicidades y la verdad es que no me lo corté sino que salí a escena con una peluca cortita. Porque seguía haciendo muchas publicidades”, asegura.
Del Valle cuenta además que se grababa de corte a corte. “Había que tener una memoria de elefante. Y tenías que decir lo que estaba escrito, nada de improvisar. También recuerdo que Enrique Kossi tenía un hijo de la edad del mío y se habían hecho muy amiguitos. Muchas veces los llevábamos a las grabaciones y ellos se entretenían mientras nosotros trabajábamos; sobre todo venían a las giras de teatro. Y con Cristina Alberó charlábamos mucho; ella hacía de la novia de Levrino”, recuerda.
La mala a la que le tiraban del pelo
Cristina Alberó también guarda buenos recuerdos de Amar al ladrón, a pesar de que el suyo no era un personaje querido por los televidentes. “Nunca había hecho de mala. Me acuerdo que en las giras, algunas señoras se acercaban y me tiraban del pelo. No me decían nada, ni me maltrataban de otra manera, pero me tiraban del pelo, así como quien no quiere la cosa”, dice entre risas a LA NACION.
“A la novela le fue muy bien y armamos una cooperativa para ir de gira; éramos como diez. Yo era la contrafigura en el teatro y hacía pareja con Raúl Aubel; nos hicimos muy amigos y venía a casa a comer, en ese momento yo estaba casada con Pedro Marban y les cocinaba. Se armó un grupo muy lindo. Debutamos en Rosario, con un éxito impresiónate, y fue una gira larga. Recuerdo que fuimos a Jujuy y Levrino, que era muy buen compañero, decía que escuchaba un ruido raro. Entonces paramos y vimos que los bulones que ajustan las ruedas estaban sueltos”, relata la actriz.
“Otra cosa que recuerdo es que grabábamos a las 7 de la mañana, o sea que salía de mi casa al alba para llegar puntual. Era dos o tres veces por semana, pero muchas horas. Lo original es que iba a media mañana y le iba fantástico. Recuerdo que había muy buena convivencia de trabajo, y las giras eran muy divertidas”, concluye Alberó.
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