Murió Diana Rigg, la entrañable Emma Peel de Los vengadores
Era imposible distraer la vista frente a esa figura perfecta que se movía con arrojo, dispuesta a desafiar con sus acrobáticos movimientos la ley de gravedad, en medio de las situaciones más peligrosas. Tenía una puntería infalible, jamás perdía una pelea cuerpo a cuerpo y al final siempre encontraba, hasta en los lugares más inverosímiles, un momento para brindar con una copa de champagne junto a su eterno compañero de aventuras.
En aquellos felices años 60 para la televisión, Diana Rigg llevó más lejos la idea de la aventura y el heroísmo con sello británico y rostro de mujer. Bella y distinguida, de facciones delicadas y un cuerpo bellísimo que se lucía todavía más cuando vestía ese catsuit negro adherido al cuerpo que era como una segunda piel, Rigg convirtió a Emma Peel en uno de los personajes femeninos más extraordinarios y disfrutables de toda la historia de las series.
Con su muerte, a los 82 años, toda la admirable historia de sofisticación e ingenio representada en Los vengadores (The Avengers), que desde hace muchos años ya era objeto de un culto devoto y fiel por parte de miles de admiradores en todo el mundo, a partir de hoy se transforma definitivamente en leyenda. La serie completa está disponible en la plataforma Amazon Prime Video.
Pero esa imagen de chica audaz y seductora que parecía volar en las escenas de acción no se agota en los inolvidables rasgos de Emma Peel. Rigg también quedará en el recuerdo como una actriz consumada, de exquisita formación clásica, que cultivaba con disciplina y convicción todo el repertorio de Shakespeare en los escenarios teatrales.
La carrera de Rigg también quedará marcada por dos momentos extraordinarios. En 1969, un año después de haber dejado Los vengadores, se convirtió en Tracy Di Vincenzo, la desafortunada esposa de James Bond en la menos valorada de las grandes apariciones de 007 en el cine, Al servicio secreto de su Majestad, la única protagonizada por el australiano George Lazenby. Y en los últimos años recuperó el fervor y la admiración del público (ganando a la vez la atención de nuevas generaciones) interpretando a la intrigante Lady Oleanna Tyrell, la Reina de las Espinas, en Game of Thrones.
Rigg siempre se sintió halagada por los reconocimientos, que en su carrera fueron muchos: Emmy, Tony, premios de la Academia Británica (los Bafta). Muy a su pesar también fue consagrada por la revista TV Guide como la actriz más sexy de la historia. "Me desconcertó ese halago. Nunca me vi de esa manera", confesó años después. Con el tiempo terminó aceptando que el público, y sobre todo los admiradores incondicionales de Los vengadores la habían colocado en ese pedestal.
Siempre quiso darle a Emma Peel una identidad más cercana a las reivindicaciones del feminismo actual. "Es un personaje muy contundente. No se anda con rodeos, es ingeniosa y resuelta, algo que siempre es divertido de interpretar. Nunca piensa demasiado en los hombres. De hecho, cree que el mundo sería mejor si estuviera dirigido por mujeres", comentó una vez.
Rigg se convirtió en Emma Peel cuando Los vengadores ya acumulaba bastante historia sobre sus espaldas. La serie estrenada en 1960 tenía al principio dos protagonistas masculinos (Ian Hendry y Patrick MacNee) hasta que al término de la primera temporada MacNee (como John Steed, el hombre del bombín y del paraguas, todo un ícono británico) empezó a comandar las aventuras ahora en compañía femenina. La primera fue Honor Blackman, una de las grandes chicas Bond (fue Pussy Galore en Dedos de oro). Rigg llegó en 1966 para reemplazarla y quedó para siempre como la compañera perfecta de Steed, compartiendo con él diálogos llenos de ingenio y las aventuras más surrealistas.
Desde que se estrenó en la Argentina en julio de 1967, por Canal 13, el público local se sumó con entusiasmo a toda esa legión global que sigue creyendo hasta hoy que Los vengadores es una serie de acción y espionaje única, irrepetible, distinta a todas las demás. Lo explicó mejor que nadie el periodista británico Patrick Humphries "En los años 60, Los vengadores era a la TV lo que James Bond fue al cine y los Beatles a la música. Elegante, lacónica y futurista, por sobre todo era cool". Era delicioso ver a la acrobática Peel y al flemático Steed enfrentando mano a mano a los villanos más extravagantes, sobre todo científicos enajenados dispuestos a adueñarse del planeta.
Sin el personaje al que Rigg le entregó a puro talento sus rasgos definitivos, Los Vengadores no hubiese llegado tan lejos. "Emma Peel se adelantó a su tiempo. Por accidente se convirtió en una mujer de vanguardia que tuve la gran fortuna de interpretar. Creo que fue una influencia muy potente entre las mujeres que reclaman su lugar en el mundo", dijo la actriz al celebrar las bodas de oro de la serie. Le bastó aparecer en apenas 51 de los 161 episodios para darle a su personaje una estatura inalcanzable.
Enid Diana Elizabeth Rigg nació el 20 de julio de 1938 en Doncaster, una ciudad situada en el centro de Inglaterra, entre Sheffield y Leeds y pasó buena parte de su infancia en la India. Vivió en Jodhpur, la bella ciudad de Rajastán identificada por sus construcciones de color azul, donde su padre manejaba como gerente el ferrocarril estatal. A los ocho años volvió a Inglaterra y descubrió en la escuela, antes de la adolescencia, por primera vez las huellas de su vocación como actriz. "Una maestra, Sylvia Greenwood, se dio cuenta de que amaba la literatura y las palabras, y vi que podía hablar. No solo eso, ¡también actuar! Ella me animó y me sacó del confort. Empecé a vivir", recordó muchos años más tarde.
Se formó en la prestigiosa Royal Academy of Dramatic Art. En una de sus magníficas columnas para LA NACION, Ernesto Schoo contó que desde muy joven "tuvo a su disposición los más codiciados papeles de las obras de Shakespeare (Ofelia, Cordelia, Rosalinda, Julieta) y también los creados por otros grandes dramaturgos, desde Ibsen hasta Tennessee Williams. Había encontrado un espacio en los elencos de la Royal Shakespeare Company a fines de los años 50 y alternaba esas apariciones con trabajos ocasionales como modelo.
Ese entrenamiento clásico se interrumpió cuando aceptó la propuesta de sumarse a Los vengadores, serie que nunca había visto. "Fue un golpe de suerte, porque no tenía la menor idea del impacto que tendría ese personaje en mi vida", confesó después. La decisión la enfrentó con algunos de sus compañeros de teatro shakesperiano, pero recuperó ese mundo cuando se dio cuenta que Emma Peel podía encasillarla peligrosamente. "Lo primero que hice cuando dejé Los vengadores fue volver a la Royal Shakespeare Company y decir: ´gracias, ahora puedo vender entradas’. Era mi manera de reconocer el lugar en el que me había formado".
Desde allí llevó adelante, aunque con algunos altibajos, proyectos constantes de teatro clásico y adaptaciones para televisión de destacadas obras literarias. Ganó una nominación al Emmy interpretando a Mrs. Danvers en una versión de Rebeca, una mujer inolvidable, que hizo la BBC en 1997. En TV llegó a protagonizar fugazmente en los años 70 una sitcom estadounidense con su nombre de pila como título. Inspirada en el Show de Mary Tyler Moore, mostraba a Rigg como una divorciada británica que se instalaba en Manhattan en busca de una nueva vida. Duró apenas una temporada. Dos décadas después regresó a la pantalla chica estadounidense como anfitriona durante muchos años de un ciclo de adaptaciones teatrales en la televisión pública, la PBS. Y su papel en Game of Thrones hizo que muchos se animaran a descubrir su gloriosa trayectoria previa.
Su hija Rachael Stirling, fruto del matrimonio de Rigg con el productor de teatro Archie Stirling, heredó su vocación de actriz. Madre e hija llegaron a actuar juntas en un episodio de la serie Doctor Who. Y aunque el tiempo haya dejado en los últimos años huellas visibles en su bello rostro, Rigg nunca dejó de honrar la profesión que eligió desde pequeña. Podría decirse, con el mismo espíritu juguetón de Los vengadores, que cada vez que era convocada a un nuevo papel, Diana Rigg recuperaba en la memoria la clásica frase que capítulo tras capítulo le repetía su encantador compañero de aventuras John Steed: "Señora Peel, nos necesitan".
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