Juani mira su reflejo en el espejo. Ve su torso de mujer adolescente, pero también su desazón. La imagen le devuelve lo que no siente: un cuerpo femenino que, desde hace un tiempo, ya no concibe como propio. Cada vez más el deseo de ser Juan amenaza con desbordarse de esa jaula que, a fuerza de represión, construyó. Piensa que romper con los mandatos será doloroso; una tarea, que a simple vista, le parece demasiado imposible. Dar el paso para vivir ajustado al deseo más genuino –porque es el propio–, advierte, implicará enfrentarse al miedo más primario: convertirse en un paria, en un monstruo, en una verdadero fenómeno.
La escena, quizá, fue una de las más emotivas de 100 días para enamorarse, la tira de 125 capítulos que emitió Telefé desde el 7 de mayo hasta el 12 de diciembre pasado. Y Juani, que compuso con ternura la actriz Maite Lanata, quedará en la historia de los personajes rupturistas de la televisión argentina porque, gracias también a la pluma de los guionistas Ernesto Korovsky, Alejandro Quesada y Silvina Frejdkes, acompañó y reflejó el espíritu de estos tiempos, marcados a fuego por la diversidad y la identidad sexual y la redefinición del género.
Con el correr de los capítulos, Juani logra vencer sus miedos, vivir de acuerdo a lo que su esencia le pide, cambiar en el DNI su nombre por el más real de Juan, conseguir la aceptación familiar y la social –bullying, de por medio– y amar a Emma, la chica de sus sueños. El amor siempre triunfa en esta ficción, que produjo la siempre arriesgada Underground (El marginal, Un gallo para Esculapio, y Graduados, entre otras). Con ese mensaje, la tira generó conciencia sobre el tema y ayudó a muchas personas trans a poner en palabras sus deseos más genuinos. Y no es para menos en un colectivo que, por el fuerte rechazo social, tiene un promedio de vida de solo 36 años.
Apostar por el amor y la aceptación, en tiempos de grieta y de discursos que promueven el odio, es quizás la gran clave que explica por qué 100 días... fue la tira argentina del año. Sobre todo, en momentos en los que impera la fuga de espectadores de la TV de aire hacia las plataformas de streaming.
Sin embargo, también, 100 días... supo contar, como pocas ficciones, la amistad como una red de apoyo vital para animarse a enfrentar los miedos y los cambios. Así, Laura (Carla Peterson ) no podría haber tomado la tremenda decisión, que dispara la acción de la tira, de separarse por un plazo de 100 días de su marido Gastón (Juan Minujín) sin la ayuda y la contención de Antonia (Nancy Dupláa ), su amiga de toda la vida.
"Todos los cambios implican miedos. Pero hay que animarse", dice Antonia en el final de la tira. Y de eso se trató 100 días..., de romper el molde de las historias que la televisión venía contando, incorporar personajes y temas que estén más acordes a los tiempos que corren y creer que lo que nos va a salvar de todo este lío es el amor. Ese que siempre queremos que termine por triunfar.
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