TeatroCecilia Meijide: “Las personas con trayectoria se ponen en un pedestal y parece que nadie puede alcanzarlas”
La autora, directora y docente, muy reconocida por la crítica desde su opera prima Cactus orquídea, tendrá en septiembre cuatro obras con su firma, entre propias y dirigidas, en distintas salas porteñas.
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No es una pavada. No pasa por repetirse frente al espejo que el problema es una que no sabe adaptarse. Hay que creerse más y Cecilia Meijide se creyó. El disfrute como actriz no llegaba, no se sentía satisfecha con ese rol mientras que el observar a sus compañeros la conmovía y llenaba de admiración. Años de sumar películas y literatura que palpitaban latentes en algún rincón del alma, años de acumular ganas de hacer las cosas “a mi manera”, años hasta que un día la intuición cobró acción.
“Todo esto, que ahora puedo contar, en aquel momento no lo sabía pero me di cuenta cuando estrené Cactus orquídea, obra que escribí y dirigí totalmente movida por el deseo y apoyada por el grupo que integraba, El ensamble orgánico. Lo que pasó fue totalmente inesperado: la aceptación del público, la respuesta de la prensa, los premios, los festivales. Supongo que todo eso me dio confianza, pero la sensación de satisfacción plena fue clara y por eso, no lo dejé más”, dice sobre la vaticinio que encerraba la obra que estrenó en 2013 en el teatro Anfitrión, por la que ganó los premios María Guerrero y Trinidad Guevara como Revelación, además de participar en el 10º Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA).
Desde entonces, continúa en ese camino, el de la dirección tanto de obras de otros dramaturgos -como la tragedia Medea, con Irina Alonso- como propias (Las cosas de Mabel, Un televisor viejo, El amor es una mierda). Pero en este septiembre se dará la inusual coincidencia de cuatro obras en cartel que llevan su firma: un estreno, Segunda naturaleza; dos que siguen sus funciones, Alicia confusión y, en Microteatro, Please rewind; y una reposición, El amor es una mierda.
Segunda naturaleza, de la finlandesa Pipsa Lonka, la dirige junto con el coreógrafo y acróbata Diego Rosental, para la primera edición de Temporada Fluorescente, un proyecto de Matías Umpiérrez que se realizará en el Cultural San Martín, entre el 2 y el 30 de septiembre, con curaduría del grupo Piel de Lava. Si bien Meijide y Rosental son amigos y ya habían trabajado juntos, es la primera vez que codirigen: “Dirigir de a dos tiene el plus de entender cómo trabaja el otro, siempre prima la idea de respetarnos, escucharnos y que los dos estemos satisfechos con el resultado. Nos entendemos bastante, cuando algo se traba entre nosotros lo hablamos en seguida para poder seguir con el trabajo. Todo lo que se vea en la obra es un trabajo compartido, parece imposible pero es así, cada escena tiene toques de ambos”. A la vez, es la primera vez que Meijide trabaja en el Cultural San Martín, punto de vista que le permitió entender cómo se piensa a la cultura en la Ciudad: “La dinámica que se maneja es distinta a la que estoy acostumbrada en el circuito independiente, no me parece la ideal. El edificio es maravilloso pero se percibe un poco vacío en diferentes sentidos. Por supuesto que estoy encantada de trabajar ahí porque quiero mucho ese espacio, lo siento propio y mantengo esperanzas de que la cosa mejore”.
Otra de las obras es Alicia confusión, de Juan Ignacio Fernández, basado en el clásico de Lewis Carroll, con música y dirección musical de Patricia Casares. Para todo público y, en especial, los más chicos, se estrenó el año pasado, pasó por diversos espacios (Usina del Arte, Tecnópolis y el Cultural Haroldo Conti) y hoy continúa a todo vapor en la preciosa sala Ítaca, del barrio del Abasto. Para Meijide, que estuviera destinada a infancias fue lo que la sedujo: “Me resultó un desafío, una oportunidad para probar cosas nuevas y poder sumar música y coreografías que en otras obras no me permito. Y al estrenar la experiencia fue superadora, es un público alucinante, sincero, verdadero y además participativo, me encanta y lo volvería a hacer. Creo fervientemente en la parte misteriosa de las cosas, en que hay algo oculto en cada decisión, entonces me tengo que dejar llevar para conocerlo”.
Unipersonal de su autoría, estrenado antes de la pandemia y con recorrido en distintas salas porteñas y provinciales, El amor es una mierda (un título que causa efecto en mujeres en distintas etapas de desilusión) volverá en septiembre a otro espacio más céntrico, el teatro El Picadero, siempre con la actuación de Vanesa Maja. Todo empezó a partir de una imagen tomada del relato de una amiga que estaba divorciándose. Después, cosecha propia y fantasías a mano suelta. Con los matices y sutilezas de una actriz extraordinaria como Maja, la identificación está garantizada. “La gente la recibe con entusiasmo porque el duelo es un tema bastante universal, traté de meterme en esa vivencia tan fuerte que es una separación y muchos nos dicen ‘sentí que ella era yo’”, dice Meijide que conoce y se hizo amiga de Maja y de Rosental cuando trabajaron en Estado de ira, de Ciro Zorzoli, su “definitivamente” gran maestro desde los estudios en la EMAD.
Para muchos el lugar adonde ven teatro los no-teatreros por la duración de las obras (15 minutos) y la posibilidad de beber y comer entre una y otra, Microteatro se ha convertido en una importante fuente de trabajo. O, como dice Meijide, “un lugar de posibilidades donde se juntan el disfrute y la retribución económica. Puedo llamar actores a los que quiero conocer y me permito como directora probar cosas que no puedo hacer en otros ámbitos. Me pone feliz ver allí a mis colegas, muchos no tienen trabajo en instituciones o teatros oficiales y pueden hacer de ese modo una diferencia en sus ingresos”, dice la autora y directora de Please rewind, que se presenta los miércoles y sábados en Microteatro con los actores Facundo Aquinos, Sergio Mayorquín y Julián Cardoso.
Esta afirmación sobre las fuentes de trabajo y las puertas abiertas para la creatividad y el entretenimiento para todos surge del contraste con lo sufrido durante la pandemia por el sector artístico y, en especial, el independiente. La angustia de los ahorros que se terminaban generó muchos replanteos como el de Meijide que sentía que su esfuerzo de tantos años se desmoronaba ante el señalamiento de que ya no era esencial. La iniciativa de Sebastián Blutrach en el Teatro Nacional Cervantes, con el concurso Nuestro teatro y la filmación de las obras para el Cervantes online, fue un oasis en medio de la nada (dirigió Asteroide, de María Zubiri, disponible en https://youtu.be/EvpLiP82DuU). “Prefiero no recordar esa época, solo me trae dolor y confusión. Ahora hago mi trabajo con alegría, lo cuido mucho, lo abrazo, lo valoro”, dice la directora que para 2023 ya tiene anotados dos títulos: Minué compasivo, de Juan Ignacio Fernández, y Pasos de Magia, un unipersonal con Eugenia Alonso.
-¿Te identificás con algún grupo de mujeres dramaturgas? ¿Cómo ves el lugar que ocupan?
-Me siento parte de una generación que pudo empezar a hacer las cosas sin que se celebre que una mujer hiciera algo y que le fuera bien. Me identifico con todas las mujeres que hacen cosas de este tipo porque sabemos que en algún momento fue imposible hacer esto o hacerlo sin que se te rían o te aplaudan, no por lo hecho sino porque lo hiciste siendo mina. Me identifico con algunas directoras de mi generación no específicamente por la estética sino por compartir con ellas la profesión y saber que estamos en la misma
-Das clases de dirección, tanto a gente de teatro como de cine. ¿Qué quieren, qué buscan, qué te piden? ¿encontrás algo en común?
-Me preguntan mucho cómo decir y pedir aquello que quieren. Hay una fantasía de que ser director/a es algo lejano. Les digo que no, que tiene mucho que ver con tener confianza, con ser una misma, aprender el oficio, ser disciplinada, estudiar, estar preparada para dar respuestas. Pero sobre todo escucharte y ser vos. Parece un poco de autoayuda pero sé que necesitamos confianza, estamos en un mundo súper competitivo, estamos haciendo obras súper sensibles y, sin embargo, en el ambiente hay rivalidad y a veces se habla mal del trabajo del otro. Las personas que tienen trayectoria se ponen en un pedestal y parece que nadie puede ser como ellas. Evito esos lugares y les digo a quienes vienen a tomar los cursos que hagan lo que sientan, que no sean chapuceros, que no chamuyes. Tratá bien a actores y actrices, estudiá, preparate, aprendé a manejar un grupo y a hacer bien el trabajo, pero sé vos, confiá en tus deseos, en tu manera de hacer las cosas y a la gilada, ni cabida.
-Sos la hija del historietista Meiji (La clínica del Dr. Cureta). ¿Qué dice él de tu profesión? ¿Te dio algún consejo o influyó en tu camino?
-Siempre apoyó que me dedique a esto. Crecí entre talleres de dibujo y galerías de arte. nos llevó siempre a ver mucho teatro y mucho cine. supongo que influyó sin quererlo. Por suerte me entiende y puedo compartir mis vivencias, charlas sobre procesos creativos. Nunca me voy a olvidar el día que daba clases de teatro por primera vez (con mi compañero Nacho Ciatti), estaba nerviosísima, con miedo de hacerlo mal. Y él me dijo: “Quedate tranquila que cuando lo estés haciendo vas a ver que sabes mucho más de lo que creías”. Y esa frase me acompaña siempre que tengo que hacer algo por primera vez.
-¿La maternidad cambió en algo tu forma de abordar el trabajo?
-Tengo un hijo, Eugenio, de 7 años, y, sin duda, eso me enfocó y le dio valor al trabajo. No hay tiempo para boludear, no hay tiempo para aburrirse. Dirigir es lidiar todo el tiempo con humanos que tienen ilusiones. miedos, demandas, inseguridades y cuando me vienen con algo como un gran drama, me río por dentro porque ser madre, aunque parezca un cliché, es de las tareas más arduas. La vida es muy dramática a veces y no me gusta ponerme en un lugar especial porque soy mamá, pero realmente hay cosas que empiezan a dejar de parecerme graves. Entonces, cuando hay conflictos por un vestuario o por no saber encarar al personaje o por lo que sea, intento ayudarles a resolver y les digo “vamos a trabajar que nuestra profesión es un regalo”.
PARA AGENDAR
Alicia confusión, de Juan Ignacio Fernández y dirección de Cecilia Meijide. Sábados, a las 16, en Ítaca Complejo Teatral, Humahuaca 4027. $ 1400.
El amor es una mierda, de Cecilia Meijide. Martes 13, 20 y 27 de septiembre, a las 20, en El Picadero, Pje. Enrique Santos Discépolo 1857. $2400.
Segunda naturaleza, de Pipsa Lonka, dirigida por Cecilia Meijide y Diego Rosental. A partir del sábado 10 de septiembre, sábados y domingos, a las 21, en el Cultural San Martín, Sarmiento 1551. $ 1000.
Please rewind, de Cecilia Meijide. Sábados, a la 0.20, a las 22.20, 22.50, 23.20 y 23.50; y miércoles, a las 22.20, 22.50, 23.20 y 23.50, en Microteatro, Serrano 1139. Desde $ 500.
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