¡Viva la vida!, llegan las primeras obras del verano porteño
La obra transita la nostalgia por los valores del pasado entrelazados con un presente muy distinto
¡Viva la vida! Tributo a los jóvenes de ayer es "la necesidad de celebrar la vida y de recuperar ciertos valores que creo están perdidos, y que a veces los encuentro en la gente mayor", sostiene Valeria Ambrosio, autora y directora del musical encabezado por Nora Cárpena, Rodolfo Ranni, Mercedes Carreras, Alberto Martín, Marta Bianchi y Jorge Martínez. "Todo nació de un encuentro que tuve hace un tiempo con Palito Ortega. Hablar con él es como hablar con un chamán, empieza a contar historias de su vida y surgen infinidad de recuerdos", dice Ambrosio, quien encontró en aquella charla, en la música y la obra del famoso intérprete tucumano, la inspiración para una historia con la cual se propuso hablar, entre otras cuestiones, "de la gente que en algún momento fue alguien muy importante y ahora…, la vida pone en un costadito", según reflexiona la directora del espectáculo que acaba de subir a escena en el teatro Lola Membrives.
Reconocidos nombres del género musical como Natalia Cociuffo, Christian Giménez, Andrea Lovera, Emmanuel Robredo Ortiz, Lula Rosenthal, Ivanna Rossi, Patricio Witis y Liza Spadone completan el elenco de una puesta que incluye populares canciones de los años 70, dirección musical y arreglos de Matías Chapiro y una orquesta. Toda una conjunción de talentos artísticos, al servicio de una propuesta en la cual se va entrelazando el pasado y presente de seis amigos que, a sus cuarenta años, una noche de Año Nuevo, sellan la promesa de irse a vivir juntos ni bien aparezcan las primeras señales de la vejez, para pasar sus últimos años en compañía. El pacto de convivencia se cumplirá tres décadas después, con el grupo ya instalado en una casa del Tigre, dispuesto a festejar la llegada de un nuevo año. Es el momento y el marco propicio, según lo ideado por Ambrosio, en el que "surgen los recuerdos, los matices de la convivencia, y situaciones cargadas de humor", así como canciones de los años 70, que funcionan como signo inequívoco de aquélla época. "Porque es justamente eso: celebrar la vida", dice la puestista, cuyo tributo a los jóvenes de ayer, musicalmente abarca temas que fueron inmortalizados por artistas como Violeta Rivas, Sandro y, desde luego, varios hits de Palito Ortega, incluido el recordado "¡Viva la vida!".
"No sé si todo tiempo pasado fue mejor. Es una frase rara", dice Ambrosio, pero también reconoce que a veces encuentra el rumbo de sus búsquedas artísticas en películas y cosas del ayer ("es donde siempre surge algo que me sigue enseñando", confiesa). "Me pareció que enfocar ahí era una buena idea en este momento. Y así alejar un poquito los fantasmas, reírnos de la muerte, corrernos de ese espacio binario del blanco o negro, vida o muerte. Y la novedad, lo que me resulta un desafío estético, es que los amigos adultos conviven paralelamente con sus respectivos jóvenes", puntualiza la directora cuya creatividad e impronta "resultó clave al momento de aceptar" su convocatoria, según coinciden los protagonistas del espectáculo entrevistados por La Nación.
"Hice comedias musicales, pero extranjeras. Es la primera vez que hago un musical argentino. Y estoy muy feliz de compartir esta obra, que tiene de todo: desde la risa, el llanto, la alegría, hasta la coreografía, la orquesta en vivo. Es un musical completo. Y la verdad, ¿quién no quiere hacer algo así?. Además en un teatro magnífico como el Lola Membrives, con semejante elenco y una directora como Valeria, con quien enseguida nos llevamos muy bien", afirma Jorge Martínez, quien protagonizó el musical Sweet Charity, en la década del 80, y ahora está encantado de "ser uno de esos jóvenes de ayer". "Tengo cincuenta y dos años en esta profesión. Y me siento reincorporado a esta última etapa de mi vida. Porque quieras o no, es la última etapa. No es la primera. Y me siento muy feliz de hacer esto. Porque realmente fue encontrarnos todos", destaca el galán de éxitos como La extraña dama, María de nadie y Verónica, el rostro del amor, entre tantos otros.
A su lado, Marta Bianchi sonríe y asiente: "Soy consciente de ser una joven de ayer, que todavía tiene mucha vitalidad. Siempre estoy muy activa, en múltiples facetas. Y en realidad tengo muchos deseos, y muchas cosas por hacer. No conocía personalmente a Valeria, pero había visto sus espectáculos y me maravillaron su estética y temáticas. Me encantó que me convocara. Por su gran talento, y además, porque es mujer. También me pareció una buena idea todo el elenco de actores. Con casi todos había trabajado. Y experiencia del musical, tuve hace mucho tiempo".
Para la actriz de Made in Lanús y Un mismo árbol verde es importante, por fin, transitar por primera vez por una comedia musical, en su extensa carrera. "La única vez que dirigí, fue un café concert, antes de irme al exilio. Y elegí un sketch, en el que yo bailaba, con una coreografía en clásico, moderno y jazz. Pero no puedo cantar ni el 'Arroz con leche'. Bailar siempre me gustó. Me hubiera gustado ser bailarina. Pero a los 14 años crecí mucho. Y en mi época había que ser más petiza que los varones. Después entré a la Escuela Nacional de Arte Dramático. Y bueno, acá estoy, admirada, no solamente con los actores. Me refiero al elenco de comedia musical, que son estrellas de un talento increíble. Así que estoy contenta. Es todo una experiencia nueva. Te diría que soy como virgen. Y esto me rejuvenece mucho, siempre es bueno.
Para una estrella del cine argentino como Mercedes Carreras también es un placer regresar a este género que tantas veces abrazó en sus temporadas teatrales de Mar del Plata. "Amo la comedia musical y tiene gran atractivo en todo el mundo –afirma-. Pero este espectáculo es distinto e implica un desafío atrapante, con actores, la orquesta en vivo, los artistas bailando. Y lo importante es que es muy argentino".
-¿Dónde ves particularmente su identidad?
Carreras: -En la sensibilidad. Siempre tenemos un poco la imagen o la estructura de lo que pasa afuera. Y esto, es muy nuestro, cuenta nuestros problemas. Desde algún costado alguien se sentirá identificado. El espectador joven descubrirá. Y el espectador mayor como nosotros, creo que se va a emocionar, va a reír, y se verá reflejado en alguna situación. Por sobre todas las cosas, lo que me atrapó cuando me llegó el guión, fue el libro. Dije "esto es una historia fantástica, es lo que yo quiero hacer". Y trabajar con estos compañeros, ¡imagináte!. Es lo maravilloso de este grupo en esta historia, que son los amigos que hablan, se dicen cosas, discuten, aman, que tienen miedos, que sueñan, que ríen. Y es lo importante en esta etapa de la vida. Me uno a las palabras de Marta, es una ilusión renovada, vale la pena. Estoy disfrutando al máximo, y muy agradecida de que la vida me dé esta oportunidad. Te hace rejuvenecer, sentirte vital.
Bianchi: -Esto que dice Mercedes es la obra. Es la celebración de la vida. ¿Dónde se puede celebrar la vida?. En todas las etapas. En todas hay posibilidades de gozar –lo que te excita, el deseo, la vida, proyectos, siempre hay-. Eso es la vida, el deseo definido. Y en todas las edades se tiene.
-No se habla mucho acerca de lo que pasa con los deseos en la adultez.
Bianchi: -¡Pero hay que hablar de eso!… La vida se prolongó, y la gente no se entrega tan fácilmente como en otras épocas. Mis abuelas murieron antes de la edad que tengo y parecían mayores de lo que soy yo actualmente. La gente que me rodea, de mi edad, tiene proyectos, tienen gana de vivir, de seguir haciendo. Siguen teniendo ganas de producir cosas.
Galán de sonrisa interminable
Como Jorge Martínez o Rodolfo Ranni, Alberto Martín siempre fue garantía de éxito en la televisión de los años 70, 80 y 90. Simpático, carismático y galán, supo conquistar a la audiencia con telenovelas o telecomedias como Los hijos de López, Mesa de noticias, Me llaman Gorrión, Un extraño en nuestras vidas o Inconquistable Viviana Hortiguera, sólo por mencionar alguno de sus grandes éxitos. Para él también es especial esta obra.
-Alberto Martín, ¿cómo vivís la experiencia de hacer un personaje de edad y en este espectáculo?
-En la vida sólo hago lo que me hace feliz. Desde hace mucho tiempo. Digamos, once años. No conocía a Valeria Ambrosio ni había visto ninguno de sus musicales. Me sorprendió. Leí el libro y me pareció una historia de amor. Porque no se puede estar tantos años juntos si no se ama. Y éste es un grupo de amigos que evidentemente se ama. No hay otra manera de convivir, de proyectar, de soñar, de buscar, de intentar. Y a mí el amor me hace bien: verlo, vivirlo, recibirlo, darlo. En lo personal, me siento feliz de hacer este musical, si no, no estaría acá. Y me hace feliz trabajar, por lo que me genera, por cómo me siento, funciona todo bien. ¡Hasta el intestino me funciona bien cuando trabajo!. Cuando empiezo a sentir la necesidad de estar en un lugar, acá, quiere decir que me están pasando cosas. Mientras pasen cosas, estamos vivos. No me siento un joven viejo, para nada. Proyecto día a día las cosas –a lo mejor quehaceres tontos o cotidianos-, pero no miro para atrás. Siempre hacia adelante. Mi propósito de vida es ser feliz. Nada más.
-¿Ese propósito surgió hace once años por algo puntual?
-Surgió a partir de un hecho muy personal de mi vida. Empecé a sentir que pasaban otras cosas, a las cuales no estaba acostumbrado. Y a partir de ese momento dije "la vida es para ser feliz, no para ser de otra manera". Y así la vivo. Con mucha responsabilidad. Pero no mirar nunca para atrás. El hombro para adelante. Es lo que viene, no lo que fue. Al menos así la fui educando yo, para transitar una vida feliz o por lo menos, intentarlo.
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