Virginia Lago: la increíble historia de por qué su obra duró solo cuatro días en Mar del Plata
Un mes atrás, en una entrevista, la actriz y conductora Virginia Lago reconocía que la pandemia de coronavirus había provocado un "sacudón". Si embargo, el aislamiento la llevó a reencontrarse y aferrarse a sus afectos: su marido, el actor, cantante y director Héctor Gióvene; sus hijos y también los vecinos de su cuadra. Durante la cuarentena "me aferré a mis pasiones. Me dediqué a la lectura y al cuidado de mi jardín y mis plantas. De todos modos yo no me quedé encerrada en mi casa, salíamos a hacer compras y a caminar un poco. Nunca sentí miedo ni encierro. En mi casa nunca me sentí presa y todos los días salí a baldear la vereda y conversar con los vecinos".
Eso sí, entre su programa de radio, la campaña para explicarle a gente de edad el uso de la tarjeta de crédito, la grabación para streaming de su tributo a su amiga María Elena Walsh y el darle forma a un obra que imagina hacer con alumnas, extrañaba el teatro. Con su marido y el músico Mario Corredera se fueron a fin de año a Mar del Plata para hacer Gracias, María Elena, obra musical en la que la actriz vuelve a recorrer, como lo había hecho entre otras tantas oportunidades, el universo poético de esa gran referente de la cultura argentina, de quien ayer se cumplieron diez años de su muerte. Claro, faltaba un detalle: no tenían sala.
"Esto es insólito", comentó en las redes el productor Carlos Rottemberg, amigo de la pareja, asombrado por un nuevo título que se sumaba a la temporada pero que no tenía previsto el teatro en que se iba a presentar.
Los pasos siguientes de esta trama tan insólita como efímera los cuenta a LA NACION la misma Virginia Lago. "Sentimos que debíamos estar presentes, por eso nos vinimos. Primero, íbamos a ir al teatro Colón, pero no. Luego, al Roxy, pero tampoco. Las salas de Carlos (Rottemberg) ya estaban ocupadas, pero él nos insistió tanto con no bajar los brazos que terminamos en una sala alternativa, El séptimo fuego, que es un lugar hermoso en donde siempre hay teatro local. Debutamos el jueves pasado con poca gente porque no nos dan los números para hacer publicidad. A lo sumo hicimos unas notas de radio, otra para el diario, para la agencia. Según el protocolo no podemos tener más de 30 personas, pero estábamos contentos. Nos ayudó a venir el hecho de que tanto el músico como nosotros, que tenemos un departamentito acá, no tuviéramos que gastar en hotel y esas cuestiones", cuenta Lago sin perder nunca el buen ánimo que la caracteriza.
En una de las notas previas al estreno, la actriz había dicho: "Nosotros somos apostadores de la vida. El teatro es nuestro lugar para defenderla y aspiramos que en el 2021 todo vaya mejor y a poder hacer la temporada en Mar del Plata". Pero, claro, ya el mismo jueves empezó a tomar forma la idea de una veda nocturna para frenar el avance de casos de contagio por coronavirus.
En principio se especulaba con que las actividades debían finalizar a las 23. Como ellos tenían previsto hacer funciones a las 21, decidieron pasarlas a las 20. Llegaron a hacer alguna función a esa hora "pero no venía nadie, a esa hora la gente está en la playa", cuenta Lago sin dejo alguno de queja. Luego se anunció que la veda comenzaba a la 1. Ahí fue cuando intentaron volver al horario de las 21, que era lo acordado, pero como el elenco del siguiente espectáculo programado en la franja de las 23 no podía volver a sus casas si la obra finalizaba al fil de la 1 de la madrugada, se decidió que la de ayer domingo fuera la última función. Debut y despedida en una misma semana.
"Esto es como una novela. Anoche, con toda la amargura, debimos terminar. Hola, chau. Esta mini temporada pasará a la historia -dice entre una tenue sonrisa-. Y digo amargura porque nos daba felicidad estar haciendo los textos de María Elena, mi amiga a quien amé, amo y amaré. Yo estaba como un chico con juguete nuevo. Mañana vamos a cenar con Carlos (Rottemberg). Él es mucho de la trinchera, de poner el cuerpo. Yo opino lo mismo, pero en Mar del Plata la gente no está yendo al teatro. Es así. Al único que parece que le va algo bien es al divino de Mauricio Dayub con El equilibrista. No hay dinero, debe ser eso. Ojalá podamos hacer la obra en Buenos Aires, pero ahí también está todo muy flojo. Igualmente hay que seguir con la batalla, hay que estar presente. La vida es buena, a mí me alegra el llamado, el interés por lo que hacemos. Hay que seguir".
En perspectiva, la (mini)historia de Gracias, María Elena, el empecinamiento de Virginia Lago, Héctor Gióvene y Mario Corredera por querer estar en un escenario marplatense haciendo estos textos y canciones, puede oficiar como símbolo de lo que está sucediendo en la impredecible temporada de verano. "Esto es novela", dice ella. Una novela que bajó en la misma semana de su estreno. Signos de estos tiempos.
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