Virginia, la actriz del romance con la luna
"Estar enamorado, amigos...", precisó el gran poeta Francisco Luis Bernárdez, "es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría". Como si lo estuviera descifrando en su concierto En la luna (Camarín de las Musas, sábados, a las 21), Virginia Innocenti recrea -soñadora, apasionada, pícara, frágil, poderosa- canciones de amor y desamor que borran fronteras. La reconocida actriz (Natacha en la tira Vidas robadas, Eva en la teatral Sonata de otoño, Nora en Gatica, el Mono, por anotar memorables ejemplos al azar) hace años que cultiva el canto -incluso escribiendo letras- afirmando una voz cálida, bien templada, generosa en matices. La actriz y la cantante se retroalimentan: Innocenti visita diversos paisajes interiores, comunica las emociones propias de cada tema, se abandona a la melancolía o a la felicidad; sabe que cada canción está contando una historia. A veces, una narrativa tan misteriosa como la "Tonada de la luna llena", donde una garza mora da combate al río, bella metáfora de las cosas del querer. Un viento de libertad sopla en este espectáculo donde Virginia despega de modas y facilidades previsibles para entonarle a la luna, a la celosa e inconstante luna, territorio inspirador de romanticismo aun en el XXI; también principio femenino ancestral que V. I. homenajea en un poema que firma. Sergio Zabala es el cómplice ideal desde la guitarra para convocar a Gardel y Leonardo Favio, Gabo Ferro y Elis Regina, Violeta Parra y Spinetta, Chico César y Gloria Trevi... Y también para hacer juntos, a capela, a dos voces, sin micrófono la "Zamba de mi esperanza". Cerrando el círculo con Bernárdez: "Estar enamorado es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna".