Virginia Lago, la novela continúa: tras levantar la temporada en Mar del Plata, estrena en Villa Mitre

A principio de esta misma semana la actriz Virginia Lago decía, entre resignada y sin queja alguna, que lo que estaba viviendo era "como una novela". Hay que reconocer que la trama de esa novela a la que hace referencia fue corta: había estrenado el jueves Gracias, María Elena, en la sala El Séptimo Fuego de Mar del Plata. Por falta de público se despidió el domingo. Pero resulta ser que esta historia con toques tan fantásticos como de una extrema realidad continúa.

Al otro día de ser publicada esa nota en LA NACION sonó su teléfono y la trama tuvo un vuelco inesperado. Esa misma tarde, la actriz de larga trayectoria que hace unos años presentaba películas argentinas en la televisión, dejaba en el teléfono de este cronista el siguiente mensaje: "Yo te llamo, querido, porque estoy aquí, en la puerta de Villa Mitre, que es un lugar maravilloso. Nos llamó el director de Cultura (de la ciudad), Carlos Balmaceda, para ofrecernos hacer temporada aquí. Es un lugar soñado... Acabamos de arreglar todo enero y febrero, con funciones los viernes, sábados y domingos, a las 9 de la noche. Ya ves, la novela sigue -se ríe con ganas- Qué se yo... Estamos frente a Villa Victoria y hoy es un día muy bello. Estamos muy contentos, tenemos la posibilidad de hacerla en el parque o adentro. Ya ves, la novela sigue, querido".

La novela de esta temporada que protagoniza Lago ya venía cargada de datos extraordinarios, como los mismos tiempos que vivimos. Con su marido, el actor, cantante y director Héctor Gióvine, y Mario Corredera, músico de Gracias, María Elena, habían llegado a Mar del Plata para hacer esta obra musical en la que la actriz vuelve a recorrer, como lo había hecho entre otras tantas oportunidades, el universo poético de esa gran compositora argentina. Allí se instalaron, en sus respectivos departamentos para "no andar gastando en hoteles y esas cuestiones". Pero llegaron a la capital del teatro de verano y se encontraron sin teatro, el primer "detalle" un tanto extraordinario.

"Sentimos que debíamos estar presentes, por eso nos vinimos", reconocía ella hace unos días. Primero estuvieron en tratativas para hacer temporada en el teatro Colón, pero es no prosperó. Tampoco en el Roxy que está cerca de la otra sala. Terminaron en una de los teatros más activos del circuito independiente de Mar del Plata: debutaron en El Séptimo Fuego el jueves de la semana pasada, justamente en los mismos días que tomaba forma la llamada veda nocturna que, hasta que quedó en claro su aplicación en la ciudad, generó muchas idas y vueltas. Eso, como reconocen muchos, no jugó a favor de esta temporada teatral tan atípica.

El efecto "veda nocturna" hizo que adelantaran las funciones una hora. "Pero a las 20 de la noche la gente todavía está en la playa", contaba la actriz. Cuando quedó en claro que podían volver al horario de las 21, la sala y los elencos ya no pudieron instrumentar el nuevo cambio y la cosa se complicó. Bajaron el domingo.

"Anoche, con toda la amargura, debimos terminar. Hola, chau. Esta mini temporada pasará a la historia -comentaba Lago a LA NACION el lunes-. Y digo amargura porque nos daba felicidad estar haciendo los textos de María Elena, mi amiga a quien amé, amo y amaré. Yo estaba como un chico con juguete nuevo". Ya sin su juguete, la pareja de actores no tenían en claro cómo seguir. Sí reconocían cierta realidad que excedía a su propuesta artística. "No hay dinero, debe ser eso", afirmaba la misma semana que la producción de Los cuatro fantásticos del humor, el espectáculo con Diego Pérez, Alacrán, Alfredo Silva y Carna que se presenta en el Atlas, anunció que a diez días de su estreno terminaba su temporada, también por falta de público.

"Igualmente hay que seguir con la batalla, hay que estar presente. La vida es buena", decía Lago el lunes. La misma persona que esta noche volverá a debutar, esta vez en Villa Mitre, la fantástica construcción inaugurada en 1931 que se sumó al aristocrático vecindario compuesto por Villa Victoria y Villa Silvina, con Gracias, María Elena.

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