Vicio de familia: retrato de una realidad distópica donde los vínculos son un objeto de cambio
La pieza permite el lucimiento de Miriam Odorico, una de las grandes actrices de este tiempo, en una inquietante puesta en escena de Giampaolo Samá
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Dramaturgia: Edoardo Erba. Traducción: Miriam Odorico y Giampaolo Samá. Dirección: Giampaolo Samá. Intérpretes: Miriam Odorico, Guillermo Jacubowicz, Inés Palombo, Jorge Castaño y Giampaolo Samá. Realización de escenografía: Lucas Martos. Iluminación: Adrián Cintioli. Vestuario: Julio Suárez. Asistente de dirección: Brenda Margaretic. Producción: Vagón Producciones. Sala: La Carpintería, Jean Jaures 858. Funciones: los domingos, a las 19.30. Duración: 70 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
Clima distópico, de laboratorio social que inquieta e incomoda. El planteo de esta pieza del dramaturgo y académico italiano Edoardo Erba traza una realidad posible, acaso en plena vigencia, pero camuflada en sus modos.
La patológica búsqueda desesperada de la pareja que hoy se plasma en innumerables redes sociales y aplicaciones para todo tipo de posibilidades y modos, acá se ve superada en un eslabón que, plantado en la soledad -tan irradiada en la vida urbana actual- expone el experimento en torno al a construcción artificiosa del modelo familiar, como una mercancía con valor de cambio. Nada menos.
Analía, el personaje magistralmente interpretado por Miriam Odorico -una vez más demostrando ser una de las grandes actrices de este tiempo- va en busca de una agencia que propone el alquiler de una familia (sic) por un plazo con fecha de vencimiento. El catálogo ofrece todas las variables posibles, con y sin hijos, hombres solteros o viudos, con suegra viva o ya enterrada. Pasen y vean, para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero.
Analía firma su contrato, rubricado virtualmente a través de una pantalla donde un todopoderoso, que busca convencer con los artilugios de una secta y que hace pensar en George Orwell, brinda la oferta y los lineamientos de su implementación. El hombre, un sugestivo Giampaolo Samá, también director de la pieza, genera verdadera intranquilidad.
Así las cosas, la mujer comienza a desandar ese camino que no será tan idílico como anhelaba. Se sabe, hay ciertas compras que, a veces, terminan defraudando al cliente.
El material se sostiene en la convicción conmovedora de Miriam Odorico, quien hace un muy buen tándem con Guillermo Jacubowicz, muy lúcido en la interpretación de esa “Nona” ácida, que plantea un modo de relación brutalmente descarnado y agresivo. Junto a ellos, Jorge Castaño, en el rol de Pedro -el marido-, e Inés Palombo encarnando a la babysitter, quienes aún pueden crecer en sus papeles, redondean el cuadro familiar poco usual.
Giampaolo Samá, actor, dramaturgo, docente y director italiano radicado en la Argentina al que hay que tener muy en cuenta, en su rol de quien ofrece, desde una inalcanzable virtualidad, a familias y felicidades por plazo, logra completar el perturbador propósito. La puesta en escena de Samá construye una simbiosis entre un naturalismo hogareño y un ambiente desmarcado y neutral, todo un acierto.
Vicio de familia es una experiencia tan inquietante como apasionante, no exenta de humor, donde el espectador en vilo acaso puede ser el protagonista.
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