Valentino Grizutti, un dramaturgo y director precoz para no perderle pisada
Tiene 20 años, se formó en actuación y artes dramáticas; a su corta edad ha obtenido diversos reconocimientos por su trabajo, entre ellos la Beca Nacional Sagai, la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes y una nominación a los Premios Trinidad Guevara como Revelación Masculina.
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Hay un instante cero, entre la nada misma y la creación. En ese momento de iluminación puede caber un hecho artístico, el desorden del caos, o incluso el nacimiento de un nuevo ser. Contar la historia de Valentino Grizutti bien podría resultar el equivalente a relatar un Big Bang individual, forjado por la comunión del amor y el destino heredado.
Su destello más reciente fue el estreno de Toma tres, obra de la que es autor, director e integrante del elenco junto a Juan Cottet, Miranda Di Lorenzo, Ailín Luna, Patricio Penna, Violeta Postolski y Tomás Raimondi. El proyecto, es ganador de la Beca Creación 2021 del Fondo Nacional de las Artes, y además recibió la Mención Especial del Concurso Nuestro Teatro del Teatro Nacional Cervantes. Es un tríptico de piezas breves que toman como escenario la toma de un colegio secundario. Una propuesta diferente, que invita a vivir la experiencia de una toma puertas adentro. Una obra-recorrido, dividida en distintos espacios, en la que los espectadores tendrán un rol central, transitando, junto con los actores, distintos lugares de ese colegio tomado ficcional, en los que se irán encontrando con situaciones y distintas perspectivas de los mismos hechos.
“En Toma tres es toda una experiencia cumplir esos roles a la vez, es algo que jamás había hecho. Fue un proceso de inquietudes que me fueron apareciendo, que hacen que uno pase de actuar a escribir, y de escribir a dirigir –expresó y continuó– lo que siempre intento, desde mi formación con mis maestros, es pensar bien cada cosa por separado, si bien se relacionan en un montón de cuestiones, cada uno tiene su propio objeto de estudio, sus propias reglas y sus propias contrareglas. Ese vértigo tan precioso que tiene la actuación, no te lo da nada, porque justamente ese es su campo, así mismo escribir y dirigir te dan otros tipos de estímulos, más intelectuales”.
Valentino nació en Buenos Aires, el 7 de julio de 2001. Sandra y Luis –sus padres– se conocieron en el teatro La Comedia, y sus primeros 10 años de vida intercaló la rutina de un niño en edad escolar, y el mundo artístico del trabajo parental. “Ambos trabajaban y trabajan mucho en teatro, en televisión como productores, agentes de prensa, etcétera... entonces mi rutina, mi vida post escolar y la parte que más me interesaba del día, era acompañarlos a ellos, caminaba y paseaba por los camarines de los teatros y de los programas de televisión”, recuerda, y literalmente casi que fue ayer.
El punto siguiente en la línea cronológica de su vida artística aparece justamente en esas excursiones al trabajo de los padres. “El salto a la actuación fue un poco de esas situaciones medio extrañas, yo no estaba estudiando teatro ni nada por el estilo, ni creo que me lo había planteado de una forma concreta, pero un día una directora de una obra en la que trabajaba mi madre, me conoció. Yo tendría 9 o 10 años, y se ve que le parecí carismático o buena onda, y estaban buscando niños para una serie. Una tira infantil que se estaba grabando para la Televisión Pública. Ahí empecé a estudiar actuación, hice unas clases como para prepararme para ir a ese casting, y tuve la suerte de quedar en ese programa”.
Aquel proyecto resultó ser una tira infantil-juvenil que se llamaba CAPOS (Club Argentino de Pibes Organizados en Secreto). Según Valentino era un programa de sketches muy delirantes –al estilo de Peter Capusotto– pero para un público muy joven. Se pasó durante varios años en Paka-Paka y la TV Pública. ¿Y qué es la suerte? ¿El estar en el lugar indicado, en el momento adecuado? ¿O el resultado de la sumatoria de ese azar con la perseverancia, la pulsión del objetivo por cumplir y la latencia del sueño anhelado próximo a alcanzarse? Quizás sea todo, y nada a la vez. Lo concreto es que él comenzó su ascenso meteórico y no se detuvo más.
A partir de ese instante, la rutina de Valentino también empezó a incluir cambios de escuela para que su agenda en crecimiento sea funcional al show incipiente y las clases teatrales. Su formación se centra en actuación, dramaturgia y dirección teatral. Actualmente cursa la Licenciatura en Artes de la Escritura, en la Universidad Nacional de las Artes. Entre algunos de sus maestros se destacan: Mauricio Kartun, Ricky Pashkus, Alejandro Tantanian, Rafael Spregelburd, Mariano Tenconi Blanco, Nacho Bartolone, Ignacio Apolo, Ariel Farace y Rubén Szuchmacher. También estudió canto con Mariela Passeri, Romina Pugliese y Meeri Hernandez. Además, ha realizado diversos seminarios, instruyéndose así en distintos lenguajes, métodos y disciplinas.
“Era una vida mejor adentro de la vida; el colegio era casi un trámite, lo importante lo tenía afuera, a la salida. En una época, me acuerdo que salía de la escuela, comía en el auto y me iba a grabar. Y para mí era un planazo, nunca me sentí obligado a hacerlo ni nada, era algo que realmente disfrutaba mucho –rememoró– iba de una clase a la otra, en lugares muy distintos. De repente iba a una clase de danza, otra de teatro, o de comedia musical. Cuando empecé a estudiar actuación, empecé haciendo teatro musical y después fui para otro lado totalmente distinto y empecé a escribir otras cosas”.
Ese devenir empezó a llenar las líneas de un currículum vitae prometedor, tanto, que para leer su experiencia profesional de corrido es menester respirar profundo para acompañar la extensión de la lista: También en la TV Pública fue protagonista del quinto episodio de El mal menor, una serie de ficción del INCAA; en 2013 hizo del mítico Pericles en Los locos Addams, el musical de Broadway que se realizó en el Teatro Ópera; en 2014 estrenó Wunderkindz, en el Coliseo; y en 2015 hizo lo propio en Bollywood, en el Centro Cultural 25 de Mayo. Al año siguiente fue integrante del elenco multipremiado de Saltimbanquis; en 2017 fue elegido como uno de los gestores culturales en Clave 13/17, una iniciativa del Centro Cultural Recoleta; y en 2018 creó, gestionó y coordinó el proyecto “Reivindicar el Juego”, reconocido y apoyado por UNICEF Argentina.
El año 2019 merece un párrafo aparte dado que, al parecer, Valentino tuvo clones en funcionamiento para lograr estar hasta en la sopa estelar. Primero estrenó Adela duerme serena, obra ganadora del Concurso de Dramaturgia 2018 organizado por Argentores y el Teatro Nacional Argentino. Posteriormente formó parte del elenco de Pequeña Victoria, tira del prime-time de Telefé, y además fue seleccionado para formar parte de CAST, la plataforma de formación y perfeccionamiento de artistas de ese canal. También estrenó Gallo, obra por la que resultó nominado a los Premios Trinidad Guevara a la labor teatral 2019 como Revelación Masculina; y antes de cambiara el año en el calendario hizo lo propio en León y Sarita, y Los ladrones, un ensayo autoficcional sobre El juguete rabioso, de Roberto Arlt.
En 2020 resultó ganador de la Beca Nacional Sagai, siendo beneficiado con su apoyo económico en proyectos de formación. Además, su pieza Suspendidos obtuvo una mención especial en el concurso “Nuestro Teatro”, organizado por el Teatro Nacional Cervantes y el INT. También escribió y dirigió Sala de detención, una pieza híbrida seleccionada para estrenarse en formato virtual en el Festival “Teatro sin teatro”, organizado por Timbre 4 y el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
Durante 2021, Grizutti formó parte del “Proyecto.ZIP”, un colectivo de autores coordinado por Alejandro Tantanian, que se dedicó a la investigación y creación de obras multidisciplinarias que indagan lo digital como soporte. El resultado de dicho proceso formó parte de la selección oficial del Festival Internacional de Buenos Aires de ese año. Y además, cómo ya fue mencionado, obtuvo la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes por su obra Toma tres, que tiene la particularidad de estar inspirada en la experiencia de una toma escolar en la que él mismo participó.
“Sí, yo viví una toma de colegio secundario, en 2017. Fue una toma por una reforma educativa, se tomaron muchísimos colegios en la ciudad, fue algo muy general, y obviamente algo de las memorias de ese momento están en la guión. Es un producto creado por la Compañía Labrusca, proyecto que armamos junto a unos amigos y con la que también tenemos dos espectáculos más que vamos a estrenar este año –concluye–. Nuestra línea de trabajo tiene mucho que ver con cómo se representa a la juventud en las ficciones. Digo esto a modo de sonar un poco altanero tal vez, pero no conozco realmente un grupo en Buenos Aires de gente tan joven, y con tanta experiencia previa tanto individualmente como cada uno de nosotros, sino también como colectivo humano”.
La primera década artística de Valentino Grizutti habla por sí misma. En sus dichos no hay soberbia ni altanería, sino la conciencia adquirida después de haber hecho méritos día tras día para fundamentar sus palabras. Jugar a imaginar sus próximos años resulta un absurdo imposible, en definitiva, es el equivalente a predecir la intensidad de la luz de las supernovas en el movimiento perpetuo de los astros.
Para agendar
Toma tres, sábados y domingos, a las 20.30, en Tai Teatro, Charlone 1742.
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