Vacaciones de invierno. Canticuénticos hace bailar y cantar a grandes y chicos
El grupo santafesino no defrauda jamás y ofrece un recital imperdible
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Integrantes: Ruth Hillar (voz, flauta y acordeón), Laura Ibáñez (voz), Gonzalo Carmelé (bajo y coros), Daniel Bianchi (guitarra, charango y coros), Nahuel Ramayo (batería, percusión y coros), Cintia Bertolino (voz). Iluminación y videos: Sebastián Cúneo, sobre ilustraciones de Estrellita Caracol y Martina Cúneo. Sala: ND Ateneo, Paraguay 918. Funciones: jueves a domingo, a las 15 y a las 17. Duración: 90 minutos.
La música marca un itinerario que va del juego a la reflexión y culmina en el baile que todos saben. El popular grupo santafesino Canticuénticos traza sobre el escenario un recorrido finamente hilvanado a través de los temas de su amplio repertorio. Es también un viaje por los ritmos folclóricos del país, en particular los del noreste de localía del grupo, pero también con excursiones hasta el vallenato y la cumbia colombiana.
El recital comienza por la vertiente lúdica con remolinos juguetones, sonidos que se esconden, la fauna guaranítica en una cinchada a ritmo de chamamé. La música en sí se alterna con diálogos que invitan al público entrar por momentos activamente en el juego. Desde su esquina, el refugio de la batería, lleva Nahuel Ramayo un contrapunto de humor a la voz cantante interpretada por Laura Ibáñez.
Los personajes de las canciones pasan por la pantalla tras los músicos, de la mano de cuidadas ilustraciones de los libros que edita Canticuénticos. Se logra un equilibrio armónico entre las sugerencias visuales y la presencia vital del grupo sobre el escenario: la música y los músicos se mantienen en el centro.
A los temas pegadizos, que invitan al movimiento, sigue un espacio más intimista, que aborda tópicos del pensamiento infantil para una escucha atenta. Surgen las preguntas del huayno “¿Por qué, por qué?“, sobre el color del cielo, las tristezas de algunas noches, el misterio del bebé en la panza... Y la vidala de Ruth Hillar, autora de la mayoría de los temas, que diferencia los secretos livianos del juego de otros que asustan y pesan demasiado, que no se tienen que guardar.
Y luego, claro, sobre el final no podía faltar... el monstruo de la laguna, ese al que le gusta bailar la cumbia, al igual que a los chicos que ya lo visualizaron más de 90 millones de veces en YouTube. En el show en vivo gana aún más presencia al compartir el baile con todo sus pequeños (y grandes) amigos, que se levantan festivos de las butacas en el teatro.
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