Una semana nada más: comedia efectiva que garantiza risas
Una semana nada más
Nuestra opinión: buena
Dramaturgia: Clément Michel. Dirección y luces: Mariano Demaría. Elenco: Nicolás Vázquez, Benjamín Rojas y Florencia Vigna. Escenografía: Cecilia Much. Vestuario: Jimena Bordes. Música: Francisco Ruiz Barlett. Teatro: El Nacional. Duración: 90’.
Antes de que empiece la función de Una semana nada más, en El Nacional se escucha fuerte la canción "Home Sweet Home", de Los Pericos. El público aplaude, se sacan selfies y se anticipan a la diversión. Luego, los tres protagonistas de la obra (Nicolás Vázquez, Benjamín Rojas y Florencia Vigna) aparecen en un video en el que piden apagar los celulares y se despiden con una premisa: "Disfruten, sean felices, diviértanse mucho".
Ese es el objetivo de esta comedia que ya figura primera en la taquilla con mayor cantidad de espectadores y, en general, lo cumple. La obra tiene su fuerza en el poder empático entre el público y estos actores populares de televisión que se ríen de ellos mismos, con el único objetivo de generar ese mismo efecto en la gente que los va a ver.
Una semana nada más exacerba los conflictos domésticos de una pareja que empieza a convivir. Una mujer obsesionada con la limpieza, que vive en el reclamo permanente, un hombre que se siente asfixiado por esa situación y un amigo que se instala en la casa con la intención de hacer estallar los problemas de convivencia y lograr que la chica, harta, decida separarse.
Nicolás Vázquez lleva la línea de acción en esta comedia francesa. Además, el actor es el productor artístico y se ocupó de la adaptación de la obra junto al director, Mariano Demaría. Este esquema de producción sirve para entender el formato bien televisivo de esta obra de teatro: un humor de remates permanentes, con la energía siempre arriba y más, diálogos muy pautados y una exageración de los estereotipos (los hombres son brutos y básicos y las mujeres, rebuscadas y obsesivas).
El punto fuerte de este espectáculo es la capacidad de los actores de reírse de ellos mismos para hacer humor. Nicolás Vázquez refuerza cada situación con una fuerza de comediante inobjetable. Tiene mucha potencia física, juega con los tonos de su voz y sostiene un estilo lúdico de actuación. El problema: la energía es siempre la misma, faltan matices y algunas escenas, por ejemplo el relato de un accidente de tránsito insólito, se vuelven redundantes.
La escenografía de Cecilia Much recrea un departamento moderno muy prolijo e incluye un imponente ascensor para marcar la salida de los personajes y que se suma a un espectáculo de cuadros cerrados, apagones y un estilo sitcom que cumple con las expectativas de este público masivo que quiere reírse sin parar.
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