Una obra teatral de ciencia ficción, entre Volver al futuro y Friends
Pasado, de Federico Alí, está dirigida por la gran Paula Ransenberg y transcurre en el año 2026 para interpelar al espectador
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Un grupo de amigos se enfrenta a un tremendo dilema desatado por la drástica acción de uno de ellos. Transcurre el año 2026 y la existencia del dispositivo S.V.M (Sueño Vivido Mejorado) permite modificar una única decisión del pasado. El dilema es que volver atrás en el tiempo también puede empeorar las cosas sobremanera. A partir de un argumento que atrapa y no suelta, Pasado, una obra futurista es una comedia escrita por Federico Alí que da cuenta de lo patéticos que pueden ser a veces los seres humanos y, a través del humor, reírse de las propias miserias.
“Es una sitcom futurista que narra con humor el peligro del egoísmo en esta época híper tecnológica. Siempre bromeo con que Pasado es una mezcla de la serie Friends y la película Volver al futuro, porque tiene el ritmo y el humor de la sitcom pero se desarrolla en un futuro próximo, con idas y venidas en el tiempo para solucionar entuertos”, señala Paula Ransenberg, directora de esta comedia que acaba de estrenar el 6 de mayo, en el Teatro No Avestruz.
Justamente, al igual que en Volver al futuro, lo divertido de la trama pasa por ver a estos viajeros del tiempo desesperados tratando de lograr o de evitar que se produzca un hecho crucial para su futuro, siempre con la complicidad del espectador, ya que el público ve escenas dos veces, repetidas en el viaje hacia atrás, a sabiendas de que hacer o dejar de hacer determinada acción, cambiará por completo la suerte de sus protagonistas.
“El argumento gira en torno al arrepentimiento que nos viene cuando no hicimos algo que deseábamos en el pasado, en un momento determinado: ‘¿Por qué no hice esto’, ‘¿Por qué no le dije esto a esta persona?’. En la obra existe ese dispositivo tecnológico mediante el cual podemos cambiar algo de nuestro pasado, volver a ese momento y actuar como hubiéramos querido. Uno de los personajes hace esto y va en busca de la mujer que ama, pero ella es la mujer de su amigo. Entonces se desencadena una serie de hechos tragicómicos”, advierte Paula Ransenberg, quien hace excelente trabajo como actriz en la obra Laponia, en El Picadero. Además, es autora y docente de teatro, galardonada como “Mejor actriz” y “Revelación femenina” 2014 en los premios Trinidad Guevara y María Guerrero.
De esta manera, Pasado cuenta las aventuras de cuatro amigos en busca de un sentido para sus vidas. Federico Alí es Joaquín, el personaje que, a través de su acción, desencadena la obra. Está enamorado de la novia de su amigo y, como él mismo dice, “no supo sembrar amor en otro lado”; Emilia Rebotaro es Carla, su mejor amiga, su confidente y consejera, la que dice barbaridades y verdades; Checho Castrillón es Francisco, el amigo traicionado, el más nerd de la banda y también el más desequilibrado mentalmente, condición que lo empuja a cometer una acción extrema que todos tratan de reparar; y finalmente, Anabella Di Santo es Abril, la novia de uno y después del otro, una mujer que siempre está en pareja y disconforme con su vida. Son seres citadinos, jóvenes de 30 y pico de años con los que cualquiera podría identificarse en sus deseos, sus dudas, sus angustias y sus alegrías.
Y a través de ellos, desde el registro humorístico, habla de la desesperación por amar y ser amado, de la traición, del arrepentimiento y sobre todo de la amistad, de lo importante que son los amigos y amigas.
“Como directora, me atrajo que la acción se desarrollara en tantos espacios físicos y temporales. La obra cambia repentinamente de una casa a otra, a un museo, a un gimnasio. Tiene un ritmo de audiovisual, con cortes abruptos de una escena a otra y entre un tiempo y otro. ¿Cómo llevar eso a lo teatral? ¿Cómo crear un espacio que contenga todos los espacios y tiempos?“, se preguntaba Ransenberg.
Entonces diseñó un espacio no realista, un cuadrado de luz, del que los personajes no pudieran salir, como una metáfora física del encierro en el que viven. Sin puertas ni paredes, los personajes pasan de un lado a otro y llegan a sus destinos inmediatamente, a la velocidad de un mensaje de texto. Las casas son iguales, construidas con cubos luminosos. A veces los actores hacen de estatuas en un museo o de máquinas escaladoras en el gimnasio.
“Me gusta la idea de seres humanos convertidos en máquinas. Trabajamos junto con Ricardo Sicca, el iluminador, y con Gabriel Cabrera, el productor, para generar un espacio despojado y moderno. Por eso la iluminación es parte de la escenografía. Las luces también cuentan los cambios de tiempo. Todo está dominado por un color blanco, y para el vestuario elegimos una paleta de colores pasteles, suaves, que hicieran engamar a unos con otros”, explica Ransenberg.
¿A qué refiere la contradicción que se plantea en el título, que alude a Pasado como una obra futurista? “Podría llamarse Futuro, porque sucede en el futuro, pero el dilema de los personajes está detrás, en lo que hicieron o no para ser felices hoy, en lo que no se animaron a hacer o en cómo arreglar eso. La obra nos dice que el tiempo, en definitiva, no se detiene y tenemos que hacer lo que queremos hoy, cuidando a nuestros seres queridos antes de que este hoy ya sea pasado”, concluye la directora, a la que, en su rol de actriz, en estos días se la puede ver en Laponia, obra dirigida por Nelson Valente que acaba de estrenar en El Picadero, mientras espera el estreno de 1985, película de Santiago Mitre donde también participa.
PARA AGENDAR
Pasado, una obra futurista. Dirección: Paula Ransenberg. Dramaturgia: Federico Alí. Viernes, a las 22.30, en el Teatro No Avestruz (Humboldt 1857). Entrada, 1000 pesos. Estudiantes y jubilados, 800 pesos (por Alternativa Teatral).
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