Carlos Perciavalle recuerda a China Zorrilla en un lugar inmejorable: el escenario
El intérprete, que fue su amigo por más seis décadas, recuerda a la inolvidable actriz uruguaya y le rinde un merecido homenaje en Mi vida con China, un espectáculo con sabrosas anécdotas, buena música y mucha alegría
Cuando tenía 13 años, un profesor de la secundaria decidió llevar a todo el curso a ver una obra de teatro: Don Gil de las calzas verdes. La estrella de la obra se llamaba China Zorrilla, una actriz uruguaya que ya en ese entonces era muy reconocida, pero que para un niño de esa edad era una persona más. Sin embargo, no iba a pasar mucho tiempo para que Carlos Perciavalle se deslumbre con la luminosidad y la belleza de esa mujer.
"Se me cayeron los dientes que después me implanté. Ésa es la mejor forma de expresar lo que sentí cuando la vi brillar arriba de ese escenario", confiesa el entonces niño que, luego de la función, se animó a meterse tras bambalinas para conocer a aquella mujer. Llegó a la puerta del camarín y casualidad o causalidad, China abrió la puerta y lo vio. No hizo falta decir nada, con tan sólo un abrazo se entendieron para toda la vida. Y sí, 62 años de amistad es toda la vida.
¿Quién mejor entonces que aquel amigo y confidente de toda la vida para rendirle un homenaje como ella se merece, y encima arriba del escenario? Nadie. Por eso Carlos Perciavalle decidió recordar a su gran compañera de aventuras haciendo Mi vida con China, un show lleno de anécdotas, de música, pero sobre todo de alegría, como ella quería que la recordaran luego de su partida.
"Yo soñé este espectáculo, algo que nunca me pasó con ningún otro. Soñé que contaba mi vida personal con China, que no tiene nada que ver con una biografía oculta o autorizada, o de las obras que hizo; sino de las cosas que hicimos juntos desde que nos encontramos", explica el actor, que estrenó este show el verano pasado en Uruguay y que actualmente continúa en cartelera, pero que ahora el público argentino podrá disfrutar este fin de semana en el teatro Buenos Aires.
Había 19 años de diferencia entre ellos, pero ninguno de los dos lo hacía notar. "Nunca hablábamos de la edad, no nos importaba nada. Nos reíamos muchísimo juntos, no hay nada que una más a dos seres humanos que la risa; incluso nos unía la divergencia porque pensábamos distinto en muchas cosas pero nos reíamos de eso. China siempre me decía «qué suerte que pensamos distinto porque sino sería tan aburrido todo»", cuenta el rey del café concert.
La propuesta matrimonial
Tantos años, películas, viajes, cenas, espectáculos juntos, que era imposible no amarse de esa manera. A tal punto que la actriz antes de fallecer le pidió casamiento y él nunca llegó a contestarle. Eran de esos amores incondicionales, que pocos encuentran en un amigo. "China en mi vida fue determinante. Todo lo genial que me pasó en la vida fue por ella", dice con la voz entrecortada Carlos Perciavalle. Segundos después, ya estaba nuevamente erguido, con sus anteojos de marco blanco y su pañuelo al cuello, con una sonrisa de oreja a oreja: "Ella me pidió que la recordara siempre con alegría, y eso voy a hacer; por eso hago este espectáculo. No la extraño porque siento que está conmigo y seguramente está feliz de que yo esté haciendo esto".
Un año fueron invitados a la Asamblea de las Naciones Unidas, en Nueva York y tuvieron que abandonar la sala porque se tentaron a tal punto que terminaron llorando de la risa; otra vez Carlos durmió a China para hacerla subir a un avión porque ella tenía pánico a volar; una noche en la casa de Perciavalle, estaban jugando a las cartas con Susana Giménez, pero la diva se sintió mal y China no tuvo mejor idea que llamar a la farmacia a las 3 de la mañana para pedir ayuda y contó que la "Su" estaba descompuesta, pero los farmacéuticos pensaron que era broma y cortaron el teléfono.
Anécdotas como éstas tiene miles, asegura, y en Mi vida con China, bajo la dirección de Alfredo Leirós, Perciavalle las cuenta con su gran histrionismo y sentido del humor, acompañado de música de María Elena Walsh, un rap escrito por la propia China Zorrilla como cereza del postre y una sorpresa audiovisual que emocionará a más de uno.
"Este show de humor es una forma de tenerla viva, porque mientras yo viva China va a estar viva, la siento en el corazón. Estar con ella siempre fue una fiesta y por eso la tengo presente todo el tiempo. Teníamos una complicidad absoluta, hasta el último día. Un ser único, no volverá a haber otra China nunca más", afirma Perciavalle.
Carlos para muchos, Perciavalle para otros; pero para China, él era Kunz, como el pianista Charlie Kunz que deslumbraba a los parisinos con sus shows. Kunz era el nombre con el cual se llamaban entre ellos y que nadie entendía ni compartía. Hoy los Kunz se unen arriba del escenario de una manera distinta, con el pensamiento y el alma, para recordar buenos momentos y reírse hasta llorar, como durante 62 años.
Mi vida con China
Con Carlos Perciavalle
Funciones, mañana, a las 21, y pasado mañana, a las 19.
Teatro Buenos Aires, Rodríguez Peña 411.
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