Una historia que no para de girar
La fascinante trama de esta calesita escénica contada por Mariana Tirantte, su creadora
Hay un espectáculo que se llama El pasado es un animal grotesco . A la obra de Mariano Pensotti, uno de los directores y dramaturgos de mayor riesgo del panorama local, se la podría presentar de varias maneras.
Forma uno: para su estreno contó con un elencazo (Pilar Gamboa, Julieta Vallina, Javier Lorenzo y Juan Minujín). Comenzó a girar en 2010, fue un experiencia escénica bellísima. A juzgar por las críticas, recibió apreciaciones de similar tenor (y mucho más elocuentes si tomamos como ejemplo lo que dijo The New York Times) tanto en Buenos Aires como en 11 ciudades europeas, siete ciudades de América del Norte y dos ciudades brasileñas en las que se presentó. La historia de cuatro personas a lo largo de diez años ya fue vista por 25.000 personas y, el sábado, se repone en la sala AB del Centro Cultural San Martín.
Forma dos: es el espectáculo que, digamos, gira. El que está montado sobre una especie de calesita en constante rotación. Una calesita cuya plataforma tiene siete metros de diámetro y que está divida en cuatro espacios iguales en donde transcurren las 68 escenas.
La encargada de crear este complejo mecanismo es la escenógrafa y vestuarista Mariana Tirantte. En estos momentos, hay otros diez trabajos en cartel que llevan su firma, pero, ahora, en la sala AB, está abocada a pleno al (re)armado del disco giratorio en donde transcurre esta obra tan cinematográfica.
¿Cómo comenzó a girar toda esta historia? Del mismo modo que Pensotti y Tirantte armaron, por ejemplo, Marea e Interiores : charlando entre ellos porque, como en pocos montajes de la escena local, el dispositivo escénico es fundamental para el trabajo dramatúrgico, actoral y de puesta.
Para empezar a probar este complejo andamiaje, delimitaron en el piso de una sala de ensayo el espacio en donde debían transcurrir las 68 escenas. Estuvo bien, pero no se podía avanzar mucho. De hecho, nada giraba. Entonces, llegó la "calesita". Entonces, alquilaron una sala más grande para probar el dispositivo escenotécnico. Allí ya estaba el círculo giratorio. Hasta allí fueron llegando las paredes, la utilería, las pruebas, el error. Originalmente, el espectáculo iba a estrenarse en Bruselas, pero en el camino salió una coproducción del Complejo Teatral de Buenos Aires. Llegado el momento, se mudaron al Teatro Sarmiento (en donde estrenaron y, luego, repusieron).
Pero la ruta hasta el momento del estreno fue compleja. Mariana Tirantte tuvo que aprender a construir el plato giratorio (en verdad son dos), que lleva un motor y un motorreductor (algo complejo de explicar). Para tranquilidad de muchos, ella, al principio, tampoco entendía mucho. Debieron consultar a un ingeniero. Una tarde, terminaron en un taller de Soldati en donde le hicieron el sistema de alimentación eléctrico central que evita que los cables se vayan enredando. "Ni recuerdo cómo llegamos ahí, pero si no investigás todo te sale el triple", dice como un ama de casa.
Entonces, ya estaba: el plato, la obra, los cuatro actores, la mesa (las mesas, las sillas y la infinidad de elementos de utilería a probar). El tiempo de rotación del plato debía ser variable porque dependía tanto de la extensión de la escena como del proceso de montaje y desmontaje, que se realiza a escondidas del público. Tuvieron que poner un regulador de velocidad (de hecho, hay un guión de velocidad). A lo largo de los 110 minutos que dura la obra, el plato (o la calesita, como quieras) da 20 vueltas completas. En total, son 68 escenas. En el campo visual del espectador, cada escena dura de 60 a 120 segundos.
Cuando El pasado es un animal grotesco comenzó a girar por el mundo hubo que fabricar otras dos calesitas: una, made in Europa; otra, feito no Brasil. "Era mucha plata trasladar en barco 2500 kilos -cuenta Mariana-. La europea funciona bárbaro porque ya estábamos cancheros. La de acá es la que está más baqueteada." La de Europa ahora está en un depósito en las afueras de París ("es la misma que viajó solita en barco a la gira por Estados Unidos"). Esa calesita está bien guardada porque, todo así lo indica, el año próximo la rueda mágica de Pensotti hará temporada en la capital francesa. La de Brasil, construida en Río de Janeiro, está en Bahía.
El detrás de escena
En verdad, El pasado es un animal grotesco son dos obras. Una, la que ve el espectador. La otra, el detrás de escena. Mientras Pilar Gamboa, Javier Lorenzo, Santiago Gobernori y María Inés Sancerni (elenco actual) dan vida a los cuatro personajes, otros cuatro asistentes van sacando y poniendo los 110 elementos escenográficos y de utilería que se usan en las 68 escenas. Al principio, eran más objetos. "La síntesis tuvo que ver con depurar cada escena. Cuando te acordás de tu habitación de chiquito recordás una colcha, un póster o cosas así. Trabajamos en ese sentido. Cuanto más austera es la idea, cuenta más", explica una de las escenógrafas más talentosas de la actualidad.
La enumeración de elementos es larguísima: un sillón de dos plazas, varios cuadros, una cama, muchos manteles, un catre, muchísimos relojes, una biblioteca, cinco mesas, siete pares de sillas, un revólver, una fila de butacas de cine, y sigue la lista. Incluye, por ejemplo, una pata de dinosaurio ("la de Europa es espectacular y la de acá es de telgopor talladito a mano").
Para el proceso de armado y desarmado los actores no pueden ayudar porque están pendientes de los cambios de vestuario. Ordenar todos esos elementos es complejo. Por eso hicieron una foto de cada una de las escenas (justamente, la imagen que se ve en esta página). Si uno de los asistentes se pierde, ahí está esa especie de guión visual. Claro que mucho tiempo no tienen. Por ejemplo, para una secuencia que el público observa durante 60 segundos ellos tienen 20 segundos para desarmar, armar y enchufar.
Algunas escenas se las traen. La del recital, por ejemplo. Ahí deben instalar una batería, objeto que parece imposible de mover sin hacer ruido.
- ¿A quién se le ocurrió?
-A una persona que se llama Mariano Pensotti, que le gusta complicarme la vida. Yo lo quiero mucho, nos llevamos bárbaro; pero él es así... De todos modos, ese delirio de pasar de una escena de un suicidio en un subte a un recital es lo que enriquece el espectáculo.
En buena hora, pasado mañana este delirio vuelve a girar.
PARA AGENDAR
68 escenas de 60 a 120 segundos
- La obra de Mariano Pensotti está montada sobre una plataforma giratoria de 7 metros de diámetro en constante movimiento. El plato está dividido en 4 espacios iguales.
- Durante 110 minutos los 4 actores cuentan la historia de 4 seres a lo largo de 10 años.
- En total son 68 escenas. Cada una dura de 60 a 120 segundos.
- En el detrás de escena, 4 asistentes deben desmontar y montar cada escenografía. A veces, sólo cuentan con 20 segundos.
- Alrededor de 100 son los elementos escenográficos y de utilería que se usan. Va desde una pata de dinosaurio hasta una batería pasando por 7 juegos de sillas, televisores, manteles, camas y un largo etcétera.
- Como la obra comenzó a girar por el mundo, debieron construirse otras dos calesitas. Una es europea. La otra, brasileña. Están en depósitos de París y Bahía porque varios festivales internacionales quieren programarla.
- El espectáculo fue visto por 25.000 espectadores. Giró por Amsterdam, Río de Janeiro, Madrid, Berlín, Nueva York, Vancouver, Bruselas y otras 13 ciudades.
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