Un western de amor, sexo y violencia
El director y dramaturgo presenta, en formato de ensayos abiertos, su nueva obra, Entonces bailemos
"De cuando el amor sólo es amor si existe el dolor o la violencia", dice el director y dramaturgo Martín Flores Cárdenas hablando de su espectáculo Entonces bailemos . La obra acaba de hacer su primer ensayo abierto para amigos (más un intruso acompañado por un fotógrafo). Martín es quien hace dos años estrenó Matar cansa y Mujer armada hombre dormido, dos espectáculos que ganaron reconocimientos y aplausos, e hicieron giras, en las que lograron más reconocimiento.
En el espacio escénico diseñado por la artista Alicia Leloutre hay un gran colchón y cinco personajes iluminados por unos fríos tubos de luz blanca. Parece una fría sala de operaciones. De ser posible esta asociación, el texto disecciona fragmentaria y quirúrgicamente conductas humanas en las que el amor, la pérdida, la violencia y el sexo podrían ser sus líneas rectoras. Dura no más de 60 minutos y toma vida en tiempos en que la violencia de género está en boca de muchos. Claro que Flores Cárdenas, en búsqueda de cierta poética, opta por indagar desde otra perspectiva.
Al finalizar el ensayo, en el bar de El Camarín de las Musas, dice: "Con esta obra, de verdad, me hice cargo de mis propias inquietudes".
-¿Es la primera vez que te pasa algo así con tanta intensidad?
-¿Cómo sentirme que estoy en bolas? Sí. Tanto que me da cosa.
Es directo. Va al grano. Claro que, al explayarse, su manera de reflexionar incluye silencios y supuestas disgresiones. "La deriva no es un castigo. Es un premio", dice uno de los personajes y quizá la frase sirva para describir su manera de expresarse. Dice que de haberle quedado cosas en el tintero, las escribirá. "Soy mejor escribiendo que hablando. Siempre", asegura. Entonces, a los pocos días, manda cosas como ésta: "Aunque exista desde siempre, hoy la violencia está en todas partes. Violencia para sobrevivir, violencia para controlar el poder, violencia para sublevarse contra la dominación, violencia física y psíquica? Capaz mi intención sea convertir todo eso en algo ridículo, gracioso o bello".
Sigue: "Lo que en el día a día me resulta doloroso, en el escenario puede transformarse en otra cosa que puede terminar seduciendo y conmoviendo al espectador."
Continúa: "En Entonces bailemos puede haber violencia, promiscuidad...; pero para mí es una obra de amor. Porque el amor es de quien lo siente y cada relación tiene el estilo de la combinación entre las partes que lo sienten. No sé quién carajo dijo que «hay tantos tipos de amor como personas». Me parece que con esa frase defendió muy bien al amor extraño y complejo por el que debió sentirse atravesado".
Para la representación de estas historias cruzadas apostó por ciertos corrimientos temporales y espaciales. De hecho, los cinco personajes parecen salidos de un western de los años 70. Un mundo compuesto por botas texanas, chalequitos, vestidos floreados, más botas, una guitarra, el ruido de las botas desplazándose y una música, interpretada en vivo, cantada en inglés. "Esa cosa medio cowboy forma parte de mis gustos. Es como un ícono o un mundo básico de Playmobil que me resulta divertido", agrega. Cierto. En ese corrimiento parece anclar todo un signo irónico.
En ese mundo hay un personaje que, en distintos momentos, se calza su guitarra e interpreta temas en inglés. Podría ser un groupie de Johnny Cash. Aunque en una de las secuencias una mujer le suplique que cante alguna zamba, o una chacarera o una de Charly que sepamos todos; él sigue con su andar cansino y su guitarra al hombro con todo su prototipo de masculinidad (y sus secretos) a cuestas. Esa secuencia es brillante.
El texto podría desarrollarse en una casilla del conurbano con cumbia villera sonando de fondo, ropa comprada en La Salada y zapatillas de marca. La lectura cambiaría, casi, radicalmente. Nada de eso le interesó. "Se me volvería obvio. Por otra parte, yo no pertenezco a ese mundo. La distancia me aleja, me permite hacer foco", dice.
Tomar distancia de los textos y esperar que maduren parece ser parte de su método de escritura. "Uno de los monólogos de Entonces bailemos fue escrito hace cinco años. Sabía que en algún momento iba a encajar en una obra", recuerda. Entre un proceso de escritura y otro puede pasar mucho, muchísimo tiempo. A él no le preocupa. "Cualquiera podría pensar que es una señal de vagancia. Diría que sí. De todos modos, al ocio lo cuido. Suena a vago total, lo sé; pero hay gente que no puede tener ese tiempo de ocio, y yo sí."
Dice que el ejercicio de imaginar es algo que entrena desde chico. Cuando sintió que algo debía hacer con todo ese mundo imaginado, se dedicó al teatro. O sea que, el teatro lo puso a trabajar. En medio de ese baile íntimo y colectivo nació Entonces bailemos en la que estos personaje caen en el amor como si fuera una trampa. "O un accidente. Como caer en desgracia. O caer preso. Como caer en cama. O simplemente caer", escribe él.
- Entonces Bailemos
De Martín Flores Cárdenas
Funciones, sábados, a las 23.
Sala, El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960.
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