Vio cantar a Gardel a los 6 años y, a los 92, vio cómo la historia de una obra de teatro era también la suya
El último Festival y Mundial Tango Buenos Aires fue inaugurado con el musical Aquí Cantó Gardel, que recrea la historia de la que habría sido la última actuación del Zorzal Criollo en Buenos Aires, el 10 de septiembre de 1933, en el Teatro 25 de Mayo de Villa Urquiza, antes de salir de gira por Europa, los Estados Unidos y países de América Latina, en un largo periplo de más de un año y medio, que terminó abruptamente con su muerte en Medellín, el 24 de junio de 1935.
Juan Antonio Bravo, de 92 años, fue con su hija al Teatro 25 de Mayo a ver este musical que protagoniza Roberto Carnaghi, y se sintió totalmente identificado con el personaje, ya que cuando era niño estuvo en ese concierto de Gardel. Luego se comunicó con el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y confirmó la historia retratada en el musical (aunque esta obra de Mariano Saba es una ficción) con su propia historia, durante una entrevista con el organismo de Cultura.
"Fuimos con mi papá, mi mamá y mi hermana a ver a Gardel. Estábamos en el hall del teatro esperando que arrancara el espectáculo y apareció él, guitarra en mano. Yo me acerqué para saludarlo y él me tocó la cabeza y me dijo: ¿Qué hacés pibe?", explicó Juan Antonio.
"Había tanta gente que muchos se quedaron afuera y no pudieron entrar –continuó Bravo-. Tanta que cortaron el tránsito y el tranvía no podía circular. Y cuando terminó la audición Gardel salió a la calle y subido al estribo de un auto cantó para todos los que se habían perdido el espectáculo".
El vecino de Urquiza, que hasta el día de hoy vive en la misma casa donde nació, también recordó el momento de la muerte de Gardel y las exequias. "Papá había cazado un flamenco y lo había embalsamado. Yo me subía a caballito y jugaba arriba del pájaro. Serían como las ocho de la noche cuando en la radio se anunció que en un accidente aéreo había muerto Carlos Gardel. El locutor lloraba. Los detalles del cortejo fúnebre abundan en el relato de Bravo. El ataúd con claveles rojos bajado de un barco con un guinche, la carroza tirada por seis percherones negros yendo por Corrientes hacia el Panteón de Artistas de la Chacarita, el llanto de la gente.
En el musical que estará en cartel hasta el 16 de noviembre, la carroza es representada imaginariamente por un tranvía que transporta tres personajes del pasado que interactúan con los del presente. Una de ellas, vidente, desea contactar a Gardel (86 años después) para advertirle sobre lo que le espera.
Diez años después del último show de Carlos Gardel en Buenos Aires, Juan Antonio entró a trabajar en el Cementerio de la Chacarita. Allí estuvo entre los 16 y los 65 años, con la única interrupción del Servicio Militar. "Cuando iba el cuidador al mausoleo yo lo acompañaba y le pasaba una franela al ataúd de él y al de la mamá. Y en la estatua de Gardel siempre le ponía un cigarrillo en la mano", recuerda.
"Gardel fue un embajador. Nos hizo quedar bien en todo el mundo. Cantó hasta para los Reyes de España. Cualquier traje le venía bien", concluye Juan Antonio. "Nadie lo ha podido superar. Fue un ídolo en toda la República Argentina". Hace una pausa. Mira hacia arriba y juntando las manos como en una plegaria dice con brillo en los ojos: "¡Qué bendición me diste, Gardel! Desde el Cielo me estás mirando".
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