
Un dramaturgo enamorado del humor más negro
Daniel Dalmaroni tiene tres obras en la cartelera off y está por estrenar dos más

En la última década las obras dramáticas de Daniel Dalmaroni comenzaron a multiplicarse en la cartelera del teatro alternativo porteño. Sus historias, sus personajes, interesan a directores de diversas generaciones y no solo sus piezas se ponen en escena en Argentina sino que, además, ha sido traducido a otros idiomas y representado en Chile, Ecuador, Uruguay, España, Venezuela, Brasil, España y Francia. En este último país se estrenó una versión de Los opas, en 2014, en el Festival de Aviñón, bajo la dirección de Sophie Gazel, y el espectáculo se mantiene aún en gira.

En esta temporada tendrá cinco espectáculos en cartel. Acaba de estrenar Gángster, en el Teatro del Pueblo, con dirección de Sebastián Bauzá. Responsable además de las puestas de La escena del crimen (actualmente en El Tinglado) y quien próximamente repondrá Los opas, en el IFT. A fin de abril será el turno de la reposición de Vacas sagradas, con dirección de Hugo Urquijo, también en El Tinglado. A partir del próximo sábado, Jorge Brambati montará Mosquitas muertas en Nün Teatro/Bar.
La producción de Dalmaroni posee algunas características particulares: humor negro, equívocos y algunas obras transcurren en décadas determinadas como los años 60 y los 70. En Gángster el mundo sesentista se impone con fuerza, más allá de que la trama puede desarrollarse en otro período histórico (una mujer descubre que su esposo está relacionado con un importante mafioso y que éste ha sido enemigo de su padre). Esa época le pareció al autor el marco más adecuado para ubicar a sus personajes. El trabajo está interpretado por Karina Roldán, Leo Prestia, Mariano Bicain y Agustín Frágola.
Según confiesa el creador, la obra forma parte de una trilogía que se ubica en ese período histórico y que también integran textos como Una magnífica desolación y El boticario de la guerra fría. Es la época en la que nació y creció y en la que más le gusta investigar costumbres de vida, formas de hablar. Le divierte recordar diálogos o expresiones que utilizaban sus padres y trasladarlos a los textos. Hasta juega con ciertos objetos que eran muy comunes en ese tiempo.
Daniel Dalmaroni se define como un autor de escritorio. Se levanta muy temprano en la mañana y dedica cuatro horas diarias a la escritura. Y si bien durante algunos años (los 90, sobre todo) se desempeñó también como director, esa responsabilidad decidió otorgársela a otros. Tampoco la actuación es un campo que le interese. "Ya cuando estudiaba en la Escuela de Teatro de La Plata -recuerda- sabía que nunca iba a actuar."Respecto de los directores el autor de textos como Maté un tipo o El secuestro de Isabelita dice tener una apertura muy amplia. "No tengo prejuicios con ellos y eso hace que posea una amplia visión sobre quien puede representar mis textos. Hay una cosa que le pido al director. En el primer encuentro le digo: «quiero que lo hagas pero si estás enamorado del material». Esto es teatro independiente. No nos contrató Disney. No estamos forzados a trabajar juntos. Suelo pasarles obras a directores que no conozco y soy muy respetuoso del laburo de los demás. Dejé de dirigir porque me centré más en la escritura pero no tendría problema en volver a hacerlo si siento que una pieza mía lo necesita."
Una característica domina el teatro de este dramaturgo, el humor negro. Él es más preciso aún, "hago humor sobre lo que no se puede hacer o sobre lo que no se debería hacer humor. De todos modos creo que el secreto de mi mecanismo más habitual de escritura no es el humor negro sino lo que un día Ricardo Monti me señaló. Él me dijo que yo usaba la lógica infantil para las réplicas. Creo que esa definición es perfecta. Los chicos no tienen filtro y mis personajes tienen mucho de eso. Hablan sin filtro y eso hace que las cosas terminen, a veces, en tragedia. Si a eso le sumas humor se convierte en humor negro. Pero también me siento muy cómodo utilizando un recurso que en el teatro es muy efectivo, algún equívoco o una multiplicidad de equívocos. Esto no es nada nuevo, en Edipo hay un gran equívoco, también en Hamlet, por ejemplo. Me siento como pez en al agua cuando trabajo sobre eso."
En algún momento a Daniel Dalmaroni le gustó escribir sobre el mundo familiar (Una tragedia argentina), aunque confiesa que no cree mucho en la familia. Y expone una razón, "las familias funcionan porque están sostenidas en secretos, mentiras, cosas dichas a medias. Si a la familia le quitas todo eso se cae, se viene abajo. Eso en esta ciudad se denominó familias disfuncionales.Creo que fue una etapa muy rica sobre todo porque esas experiencias convivían con otras muy opuestas. Siempre celebro la diversidad teatral de Buenos Aires. La cantidad de procedimientos, temáticas que hay me parece que son muy enriquecedores para todos. No podría decir que hay que escribir de tal manera. Lo interesante de esta ciudad es que en cada sala encontras algo diferente."
Para agendar
Gángster
Teatro del Pueblo, Av. Roque Sáenz Peña 943
Sábados, a las 20.
La escena del crimen
El Tinglado, Mario Bravo 948
Sábados,a las 22
Mosquitas muertas
Nün Teatro/ Bar
Juan Ramírez de Velasco 419
Sábados a las 21