Un cuarteto de chetas que hace culto de la incorrección política
En Tarascones, Gonzalo Demaría y Ciro Zorzoli crearon una "comedieta en verso" sobre cuatro señoras inescrupulosas
Se autodefinen como Las boule de neige (bola de nieve). Es el nombre de uno de los personajes de la obra Tarascones, de Gonzalo Demaría, que acaba de estrenarse en el Teatro Nacional Cervantes. Susana Pampín, Alejandra Flechner, Paola Barrientos y Eugenia Guerty resultan las intérpretes ideales para esta "comedieta de living" (así estuvieron a punto de subtitular la pieza) que, bajo la dirección de Ciro Zorzoli, plantea el encuentro de cuatro señoras adineradas que, sin escrúpulos, irán ingresando en un campo de desatino que las mostrará de manera tan inesperada como esperpéntica.
Martita (Flechner) ya define de entrada su condición y, lo que es peor, así entiende cómo la ve el pobrerío: "Si naciste rico es justo...:/ sos vago si heredaste, explotador/ si tenés una empresa. Si ahorrás diez/ por mil que ganás, acaparador,/ y una larva si vivís de interés./ ¿Empleás? Negrero. ¿Echás? Peor./ ¿Sos sin hijos? Amarrete. ¿Sos con?/ Sembrás garca nueva generación".
Bajo esos parámetros también se mueven Zulma (Barrientos), Raquel (Pampín) y Estela (Guerty). La primera es una alcohólica desequilibrada; la segunda, dueña de casa, millonaria estrafalaria; la tercera, una docente demasiado recatada con cierta inclinación sexual que conmociona a las otras.
El texto
"Hace tiempo que quería trabajar con Gonzalo -relata Alejandra Flechner-. Nos conocimos cuando hizo La jabonería de Vieytes, acá en el Cervantes, que dirigieron Helena Tritek y Paco Giménez. Es un autor muy prolífico con unos textos que me gustan mucho, como La anticrista o Deshonrada. Además, trabajar con un autor vivo es muy importante. A los muertos hay que serles fieles, pero no respetuosos. Tenerlo a Gonzalo en los ensayos fue un placer. Teníamos a la voz que pone las palabras. Reescribía, nos traía hojas enteras para probar. Me encanta que sea como un erudito popular."
"Hay algo en su escritura que me hacer acordar a Copi -describe Susana Pampín-. Esa incorrección política es muy interesante. Estas mujeres son queribles, pero son unas perras. Gonzalo logró darles unos colores muy intensos. Son unas chetas, pero al definirlas así recuerdo una frase de Alejandro Urdapilleta cuando decía: «Yo no soy homosexual, no soy gay: soy puto». Y te reís porque es como quitarle cierto estigma a una palabra y eso, que parece grosero, adquiere otra dimensión."
"Al leer la pieza me resultó muy atractiva, muy divertida. Es difícil encontrarte con una comedia y reírte mientras le vas dando la primera lectura, y fue lo que me sucedió. Al mismo tiempo la propuesta de Gonzalo proponía una dificultad particular y un desafío más que interesante, ¡la pieza es en verso!", dice Paola Barrientos.
"Me gustó mucho la idea de hacer una obra de estas características. Está tan bien escrita. Tiene muchos adjetivos, es muy descriptiva -aclara Eugenia Guerty-. Y posee mucho juego. El mayor riesgo de este texto es precisamente el verso y lo rítmico. Cómo hacer orgánicas esas palabras que están encadenadas y, a veces, las ideas se van completando entre las cuatro."
Los personajes
"Son cuatro señoras bien, o al menos pretenden serlo... Cuatro "amigas" que se juntan a tomar el té y jugar a la canasta. Son cuatro mujeres de una profunda soledad, pero que no se hacen cargo de lo que les sucede. Y cada una tiene alguna historia truculenta bastante bien escondida debajo de la alfombra que irán develando a lo largo de la pieza, muy a su pesar", adelanta Barrientos.
"Hay mucha competencia entre ellas. Ostentación. Sus vestuarios, sus joyas, las exponen de una forma refinada. Pero, en verdad, no se sabe muy bien sin son amigas o cuatro que se bancan. Mi imaginario las liga a una carrera de galgos -explica Guerty-. Cuando se abre la puerta salen corriendo desaforadas para demostrar quién es más. Eso es muy de la época en que vivimos. Es agotador. El valor es la cantidad."
"Estas mujeres sacan una maldad monstruosa que a uno le hace pensar: «Chau, qué fea esta gente» -dice implacable Pampín-. De buenas a primeras aparece una catarata de verdades y traiciones. No es un relato realista de la sociedad, es un absurdo. Ahora, si te hace acordar a la vecina de tu tía que vive no sé dónde está bueno."
"Son unos personajes increíbles, de un humor cruel, negro -afirma Flechner-. Pero a la vez exhiben un humor de revista: te reís de lo que uno no puede o no debe reírse. Es una obra políticamente incorrecta y me siento muy afín a eso. Son como monstruos desbocados, puro fuego artificial. Me monto ahí y lo disfruto. Tengo una devoción por las monstruosidades humanas, me atraen muchísimo. Es como un policial de mujeres frustradas. Pero son mujeres «bien» de la Argentina. Acá no hay realeza. No hay ningún Habsburgo. Y eso se ve en escena."
El director
"Estuvimos haciendo cuentas y si no nos olvidamos de nada es el sexto trabajo juntos -relata Paola Barrientos, la única intérprete que hasta ahora venía trabajando junto a Ciro Zorzoli-. No lo siento como un reencuentro, sino como una continuidad natural de nuestro encuentro, que sucedió hace muchos años siendo él docente mío en la EMAD. Es una búsqueda en común que compartimos y nos venimos eligiendo para hacerla. Siento que Ciro me potencia, me hace florecer. Para mí lo natural es trabajar con él, sólo que a veces nos tomamos respiritos para hacer otras experiencias. Siento que tenemos una comprensión y una búsqueda del trabajo del actor bastante en sintonía: desde dónde pensar el trabajo, un encare más bien físico, sensitivo y perceptivo. Ciro es un director que no intenta resolver las puestas del mejor modo posible, él busca perderse para luego encontrar algo y a mí me encanta perderme con él."
"Me gusta mucho jugar y que el director me deje. Proponer cosas y desarrollarlas. Ciro te lo permite y está muy atento a lo que hacés -explica Eugenia Guerty-. Muchas veces me limitaba, reprimía cosas y él me decía: «No, hacelo. Para cortar estoy yo». Por otro lado permitió que entre nosotras se diera un trabajo muy generoso. Estamos pendientes de lo que hacen las demás y compartimos ideas, detalles de construcción de cada personaje."
"Ciro trabaja con mucha precisión -explica Susana Pampín-. Como la obra está escrita en verso nos pidió que antes de comenzar los ensayos tuviéramos la letra aprendida. Él nos ayudó mucho para que el verso encontrara su verdadera expresión en los personajes. Yo, a veces, soy muy expansiva y él me iba recortando. Me gusta aprender cosas de los personajes, de los procesos. Y éste fue muy gozoso.
"Tomé contacto con el texto el año pasado y lo acerqué al Cervantes. Cuando me dijeron que Ciro Zorzoli lo iba a dirigir sentí un gran entusiasmo. Nunca había trabajado con él, pero había visto sus espectáculos. Y fue un placer también conocer a su equipo: Magda Banach (vestuario), Cecilia Zuvialde (escenografía), Eli Sirlin (iluminación). Fue una labor que construimos entre todos y con un entusiasmo inusitado."
Después de ver este espectáculo seguramente muchos espectadores repararán, como bien decía Susana Pampín, en cierta influencia del mundo de Copi, pero además -también lo cuenta la intérprete- "yo era una ñoña recién salida del Conservatorio e iba al Parakultural a ver a las Gambas al Ajillo para que me despeinaran". El agregado es de la ex Gamba Alejandra Flechner: "Somos cuatro mujeres y tengo un karma con eso. Me encanta trabajar con mujeres, y mirá que las obras de mujeres me pudren. Pero siempre termino participando de ellas y soy feliz".
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