
Un clú de bellos claunes
El Clú del Claun en el recuerdo de cuatro de sus integrantes

Todo raro, muuuuy raro. Si hasta los mismos protagonistas estaban asombrados. Si hasta los mismos organizadores no daban crédito y tuvieron que habilitar otra sala para transmitir en una pantalla el encuentro de cuatro integrantes de El Clú del Claun que se juntaron anteayer a la noche en el Centro Cultural Ricardo Rojas.
Raro. Y emotivo. Y nostálgico. Y vivo. Y gracioso, porque en el escenario están Cristina Martí, Gabriel Chamé Buendía, Guillermo Angelelli y Hernán Gené, ex integrantes de ese grupo que en la década del ochenta renovó la escena local. Daniel Miranda, otro miembro del grupo, no pudo estar porque en estos momento está en Israel. Batato Barea tampoco porque, así dicen, murió hace unos años, aunque su recuerdo y su fina estampa siguen tan vivos que el mismo encuentro tuvo lugar en la sala que lleva su nombre.
El encuentro comienza con "All You Need is Love", clásico de clásico de Los Beatles, y algunas pocas imágenes de los siete espectáculos del grupo. En la sala desbordada de gente y entusiasmo hay algunas caras históricas de aquellos años como Horacio Gabin, factótum del Parakultural; Cristina Moreira, la pachamama del clown, que fue la maestra de ellos; y el mismo Juan Carlos Gené, que los dirigió en dos de sus espectáculos. Entre ellos, la sala está colmada de gente de 20 a 30 años ansiosa por toparse con la historia de un grupo convertida en leyenda. Todo muy extraño porque de El Clú no hay videos, no hay discos grabados, no hay libros. Todo está "limitado" al recuerdo que se transmite de boca en boca. Sin embargo, acá hay casi 300 personas.
"Si ahora está de moda la onda retro de los ochenta, en los ochenta pasaba lo mismo con lo sesenta", dice Angelelli explicando, de algún modo, el nombre del grupo que remite a El Club del Clan, un programa musical de los años sesenta. Claro que cuando el grupo nació había otras cosas en juego. "Teníamos un sueño -acota-. Pensábamos que íbamos ser un gran club, con socios, con adherentes; que íbamos a ser una república de clownes. Sin embargo, terminamos siendo nosotros seis...".
Jorge Dubatti, coordinador del encuentro, propone en recorrido histórico con datos, fechas y lugares precisos. Ellos proponen jugar con las armas sencillas del clown. Y la cosa fluye, y la cosa divierte. "Veníamos de la dictadura y hacer algo en la calle era como una fiesta libertina", apunta en otro momento Gabriel Chamé Buendía.
"Arturo" fue el nombre del primer espectáculo que estrenaron en 1985 en el Rojas, dirigidos por Hernán Gené. "No esperábamos nada y nos sorprendió que hubiera una cola de gente que llegaba a la esquina. La obra era tonta, tontísima, recontra tonta. Sin embargo, dijeron que éramos vanguardia, que éramos posmodernistas. Claro que en aquel momento entretener a la gente era vanguardia", reconoce Chamé Buendía, el que desde hace más de 10 años vive en Europa, el que durante 5 años formó parte del Cirque du Soleil y al que durante la charla se le mezclan algunos términos en francés.
Después vino "Escuela de payasos. Y luego, "Esta la vas a pagar" en el mítico Parakultural. Esa obra, una especie de telenovela clownesca, estuvo escrita por Ernesto Korovsky, el que ahora escribe "Sos mi vida". En esa obra, el personaje de Angelelli se llamaba Woyzek ("toda una premonición", apunta). La historia siguió con un obra dirigida por Roberto Villanueva ("el peor espectáculo de todos", reconoce Cristina Martí, la más escueta de la noche).
Hablando de "La historia del tearto", obra que dirigió Juan Carlos Gené, Angelelli, se sincera: "Hicimos eso porque estábamos hartos del teatro tradicional. Algo similar a lo que les ocurría a los chicos de La Organización Negra". Agrega Chamé: "Odiábamos al realismo, pero todos los actores exponentes del realismo venían a vernos porque les encantaba lo que hacíamos. Terminamos todos en el mismo barco".
El recorrido del barco de El Clú duró siete años hasta que, sin previo aviso, amarró vaya a saber uno dónde. "Para mí nunca hubo una disolución. A lo sumo, hubo una desilusión", dice casi con cierta nostalgia la mujer del clú. "En su momento nos tomamos un año sabático que todavía dura", agrega Gené, que hace años vive en España.
¿Qué hubiera pasada si El Clú estuviera vivo? "Seríamos como Los Midachi", dice rápido Chamé Buendía. "No. Somos un mito y eso es mucho mejor", lo ataja Gené. El mismo que, en un plan más serio, agrega: "Si bien tengo mis recuerdos, me cuesta vernos como un fenómeno".
Abierto el juego a la gente, una de las preguntas es sobre Walter "Batato" Barea "¿Cómo era?", le pregunta un clown que seguramente sabe de la leyenda pero que, por cuestiones generacionales, no tuvo la oportunidad de verlo. "Era un poco más agradable y más difícil que cada uno de nosotros. En ese tiempo, Walter no descubrió a su clown, descubrió que él era una clown", cuenta Guillermo.
Dice la leyenda que en 1990 El Clú del Claun como tal se disolvió. El clima efervescente de Urdapilleta y Tortonese, los forajidos de La Organización Negra, las locuras sincronizadas de Los Melli o el varieté desbocado de Gambas al Ajillo también tomaban otras rutas. Batato se convirtió en el clown travesti literario; a Angelelli le dio por el teatro antropológico y así cada uno de ellos. En fin, la vida misma.
El encuentro culmina. La leyenda de El Clú, no. ¿Será que con el tiempo se hizo realidad aquel imaginario de conformar un gran club de payasos?