Un actor, 120 actores, la multitud
Federico León presentará en La Plata una nueva experiencia escénica de una (sobre) dimensión única
La escena podría ser habitual. Un ensayo de una obra de teatro está por comenzar y el director, a medida que van llegado los actores, los saluda. Claro que -en este caso- lo habitual está un tanto desbocado, trastocado, sobredimensionado.
En una mesa cercana hay un grupo de diez actores y él, el director del montaje, le da un beso a cada uno. En el camino del bar hacia la sala de ensayo (en verdad, un enorme garaje) se encuentra con más gente del elenco, a los que vuelve a saludar uno por uno. Dentro del enorme espacio, el rito se multiplica. Es fácil de explicar: son 120 los actores de su elenco sin contar asistentes, productores y algunos padres de los intérpretes más pequeños que están corriendo por acá, por allá, por todos lados. En esta escala generacional tan amplia hay pibes desde 5 años hasta señores y señoras que rondan los 90 (la vaguedad del tope de edad está ligada a la coquetería).
Todo este desborde de gente que va llegando, pibes que caminan a su ritmo, señoras grandes domando sus peinados a base de spray, bolsos de todo tipo, adolescentes que escuchan música, celulares que suenan y una enumeración que podría ser larguísima; todo este combo responde a la (neo)lógica de Las multitudes , el trabajo del director escénico, cineasta y dramaturgo Federico León, que, el viernes 20, se estrenará en el Tacec, del Teatro Argentino de La Plata.
La idea de reunir a toda esta muchedumbre tiene sus años. Diez años, para ser precisos. En aquel momento, Federico estaba ensayando El adolescente . Cinco antes había estrenado Cachetazo de campo , pieza icónica que fue su gran carta de presentación. Cachetazo... fue un verdadero ídem para el panorama teatral del momento. Se estrenó en un pasillo del Centro Cultural Recoleta. Eran tres personajes y entraba muy poco público. La proximidad hacía que esos textos respiraran a centímetros de uno. La densidad tenía una potencia atrapante. Catorce años después, la multitud y la expansión se convierte en un hecho escénico.
-Pregunta tonta: ¿por qué 120 actores y no 130?
-No sé bien... Son 10 grupos de 12, compuestos por nenes, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos de ambos sexos. Diría que son como 12 familias tipo.
Cuando Federico era adolescente, su familia, junto a otras familias, veraneaba en Piriápolis. Aquellos almuerzos dominados por infinidad de conversaciones y platos cruzados ahora vuelven a su mente. Cuando fue tomando cuerpo todo esto había otras ideas en su cabeza. Por ejemplo, desplegar un trabajo a partir de la teoría de conjunto. El texto, a contramano de sus trabajos escénicos anteriores, lo escribió antes de comenzar los ensayos. El embrión de aquellas páginas tenía un eje claro: hablar sobre un desencuentro amoroso. Federico es más contundente todavía: " Las multitudes es una especie de Clave de Sol . Una novela, digamos".
Al principio, las adolescentes están enamoradas de los jóvenes que, a la vez, tienen novias jóvenes. Por su parte, los adolescentes están enamorados de las adolescentes pero, claro, ellas no les dan bola. Los ancianos y las ancianas están peleados entre sí. De todos modos, las ancianas contienen (o intentan contener) a las adolescentes, y los ancianos instruyen (o intentan instruir) a los adolescentes para que conquisten a las adolescentes. ¿Y los nenes? Circulan por ahí con sus desencuentros frente a los padres o persiguiendo a los adolescentes.
Después de ver un ensayo, un amigo suyo le dijo: "Pensé que los ancianos cumplían el papel de sabios". No. "Acá nadie sabe nada. Todos están implicados en el drama", apunta el creador de esta multiplicidad de vínculos alterados. Claro que, en la charla previa al ensayo, se olvida de un dato menor: hay un pibe que cumple un rol fundamental en toda esta arquitectura del desencuentro. Más: es el único que, en ciertas escenas, no la juega en grupo. El actor se llama Julián Zuker. Es el mismo que, en un fantástico telefilm que Federico León hizo con Martín Rejtman, también se lucía a sus anchas.
En clave de Lost
"La obra sucede como en un lugar al aire libre. No digo que sea Lost, pero sí están en un período de transición. Son todas escenas nocturnas. Gente que se pierde. Gente que se ilumina con linternas que tienen poca pila. Gente que se encuentra. Algo de aventura. Algo épico. Una fábula. Un joven. Todos los jóvenes. La humanidad. La humanidad como un único ser. Y, claro, los prototipos: el amor, los adolescentes, el desencuentro", explica.
En Las multitudes "todos los grupos comienzan disgregados y terminan siendo uno. ¿De dónde viene esa idea? En los últimos años comencé a practicar yoga y me di cuenta de que allí había muchas que coincidían con mi búsqueda teatral", acota mientras, en el garaje, la masa humana va desplegando sus formas. "Son cientos de instrumentos distintos tocando la misma melodía", escribió en otro momento. En este momento, en plena pasada, los 120 actores se quedan en silencio observando a los pocos que oficiamos de público. El silencio de esa masa humana tiene una densidad extraña, de suma intensidad.
Federico León dice que para lograr ese silencio hace falta un gran sistema organizativo. Esa organización se ve, se palpa. Florencia Wasser, la productora general de este delirio, está detrás de cada detalle. Por ejemplo, en un papel se lee: "Prioridades de conflicto". El escrito detalla cada caso en medio de un proceso de producción semejante al cinematográfico (de hecho, por el casting pasaron unas mil personas). Cada paso del ensayo está guionado. "De otra manera, sería un caos -reconoce el talentoso director-. De todas maneras, con el paso del tiempo todo este desborde se fue naturalizando."
Algunos de los 120 actores están debutando. Otros tienen mucho millaje. Por ejemplo, Néstor Segade, reconocido escenógrafo, es la primera vez que hará teatro. Quien lo convenció fue su esposa: la exquisita actriz Marta Lubos. Fue ella la que, una vez, le dijo: "Sabés lo lindo que es hacer de otro". Julián Tello es su contracara. Julián (actor, músico, performer) fue uno de los protagonistas de Los adolescentes , uno de los 5 fantásticos de The Divine Comedy y uno de los bellos freaks de Los talentos . Acá es actor, mano derecha, asistente artístico, músico...
En el subsuelo de la sala del Teatro Argentino de La Plata harán 6 funciones. Tendrán que elevar el escenario para que entre todo el elenco y pueda moverse detrás de escena. Hasta allá llegarán en 5 micros. En el plan está previsto hacer dos ensayos para amigos y familiares porque, de otra manera, esa otra multitud agotaría varias funciones de Las multitudes .
Escribe Federico León: "La primera multitud es el público que viene a ver el espectáculo. Es una multitud que mira a otra multitud y que, al igual que esta última, está compuesta por gente variada y de todas edades. De esa manera, podemos pensar a Las multitudes como un espejo y, también, como la interacción de dos multitudes".
Para que se dé esa situación de espejo faltan algunas semanas. Acá, en un garaje devenido en sala de ensayo, los 120 cuerpos están frente a unas 10 personas invirtiendo la típica relación que se da en las salas independientes que tan bien conoce Federico León.
La Plata, Berlín, Buenos Aires
En septiembre Las multitudes se presentará en Berlín invitados por el Berliner Festspiele. De los 120 actores irán 13, los líderes y representantes de cada grupo. Allá habrá otro nuevo casting en busca de los 107 restantes intérpretes. Para eso, Federico León viajará en agosto y tendrá dos semanas de ensayo de 8 horas diarias. No lo harán en alemán. Quiere que el público germano que vea la obra crea que viajaron los 120.
Mucho más cerca de donde viven todas estas personas, a fin de año la obra se presentará en la sala AB del Centro Cultural San Martín.
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