Tu ternura Molotov: inteligente comedia negra sobre el racismo y la intolerancia
Magalí Sánchez Alleno y Nelson Rueda llevan al espectador por un tobogán de emociones, conducidos por Corina Fiorillo
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★★★★ Autor: Gustavo Ott. Dirección: Corina FIorillo. Intérpretes: Nelson Rueda y Magalí Sánchez Alleno. Escenografía, vestuario y luces: Nicolás Pol. Asistente de dirección: Julieta Sorrentino. Producción ejecutiva: Maxi López. Sala: El Ópalo, Junín 380. Funciones: Viernes, a las 21. Duración: 80 minutos. Entradas: $500, venta por Alternativa Escena.
El título de esta pieza del venezolano Gustavo Ott sintetiza muy bien su contenido. La historia que expone es tierna y explosiva y a la vez su humor es absurdo y lacerante. Se podría decir que es una comedia negra. Su estilo es tan ingenioso que sorprende, desconcierta y hace reflexionar al espectador. Aunque quién observa no quiera aceptarlo, es imposible no identificarse con algunos de los ítems de lo que les ocurre a Victoria y Daniel, conductora de tele ella, abogado él. ¿Son un matrimonio por conveniencia? Este es tan sólo uno de los interrogantes que plantea la obra. Porque en verdad, estos personajes son claramente arquetípicos, exponentes acomodaticios de una sociedad como la actual. Sus ecos resuenan en el presente con el filo de una navaja, porque son un hombre y una mujer que hieren con sus actitudes, con ese “no me importa, mientras yo esté bien”, y dejan tan afuera a los otros, que desconciertan. Por lo que la mentira y los secretos, la falsedad y los hechos son parte de este relato que Ott dio a conocer primero en España, en 2004 y luego se extendió al resto del mundo.
En Tu ternura Molotov hay una clara influencia teatral del inglés y premio Nobel, Harold Pinter y de sus denominadas “comedias de amenaza”, en las que se ubican sus primeras piezas, La habitación, El amante, o Fiesta de cumpleaños, de fines de los años 50, principios de los 60: pero también del teatro del chileno Marco Antonio de la Parra y su Monogamia, en la que el dramaturgo se pregunta ¿qué es una pareja?. Mientras el espectador intenta encontrar una respuesta, los actores lo bombardearán con actitudes y comportamientos que despiertan risa y al instante lo dejan serio, porque es inevitable que no “te toquen” con lo que hacen y dicen estos personajes y eso a nuestro criterio, hace a lo esencial del teatro.
Lo que se ve y observa en escena es la interpretación de dos valiosos actores con oficio, ágiles y dúctiles en jugar con los tiempos narrativos, saltar de un instante a otro y de un actitud emocional a otra, a la vez que se interrogan todo el tiempo sobre lo que hacen y dicen. El detonante del conflicto es una amenaza que llega de afuera, un paquete, una gran caja de sorpresas, cuyos objetos contenidos en ella irá revelando el pasado de Victoria. Esa etapa casi adolescente de ella, de la que al comienzo intenta no hacerse cargo, pero luego lo acepta e intenta quitarse de encima ese tropiezo del pasado, con tal de continuar con ese marido, que si van a tener un hijo prefiere que sea un varón y no una niña. Este es uno de los cuestionamientos que provoca la pieza, otras son las actitudes cambiantes del marido, que en un abrir y cerrar de ojos puede pasar de los reproches, a mostrar ciertos rasgos de violencia, o de extremo cariño. Pero hay muchos otros temas a descubrir referidos a la identidad, a la puja entre clases sociales, al racismo, la intolerancia. Instalarse en la piel de Victoria y Daniel no ha sido fácil, pero Nelson Rueda y Magalí Sánchez Alleno le ponen el cuerpo, “transpiran la camiseta”, como se dice, y le aportan matices a esas criaturas con conmovedor y emocionante entusiasmo. En pocas ocasiones el teatro de los últimos tiempos muestra personajes con tantos dobleces, con tantas exigencias y discursos diversos y Rueda y Sánchez Alleno dejan el alma en el escenario.
Corina FIorillo, la directora, tiene la virtud de “permitir” que esos personajes sucedan en escena, se provoquen, se emocionen y se enfrenten sin medias tintas. Su refinada y creativa mano se observa en el manejo de los tiempos dramáticos, en la guía de estos actores que se mueven con la comodidad y confianza de una pareja en soledad, algo que no es fácil. Esto es aún más comprometido dado el suave erotismo con el que se exponen, que los hace deslizarse por un tobogán de emociones que a veces los lleva a enfrentarse a lo más oscuro de sus personalidades. La escenografía y las luces de Nicolás Pol redondean esta original y entretenida comedia, a través de constantes reflejos lumínicos y paneles que dejan al desnudo los sentimientos de un matrimonio que dicen amarse, pero no se sabe si están juntos porque la sociedad se los dicta que debe ser así, o porque se aman de verdad. Habrá que descubrirlos.
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