Dirigida por Oscar Barney Finn y escrita por él y el periodista Marcelo Zapata, hoy se estrena Brutus, con un atractivo elenco que encabeza Paulo Brunetti
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Oscar Barney Finn es uno de los creadores más destacados de su generación que, en cada temporada, logra mantener proyectos estrenados en años anteriores o que está en búsqueda permanente de nuevas creaciones para muchas de la cuales realiza intensos procesos de investigación antes de comenzar los ensayos. Si para montar piezas como La reina de la belleza, En el crepúsculo o Mármol (actualmente en cartel en El Tinglado) de los autores irlandeses Martin Mc Donagh, William Buther Yeats y Marina Carr, respectivamente, viajó al país de sus ancestros para tomar contacto con una tradición familiar que poco conocía, también lo hizo con la intención de encontrar una línea que conectara la producción de un grupo de dramaturgos muy poco conocidos en nuestro país y que él comenzó a dar conocer.
Mientras montaba La gata sobre el tejado de zinc caliente, de Tennessee Williams (2007), comenzó a fantasear con la idea de introducirse en el universo de Julio César, de William Shakespeare, autor de quien recreó, en el teatro San Martín, Mucho ruido y pocas nueces, en 2010.
Leyendo al investigador y especialista norteamericano Harold Bloom, en su estudio referido al bardo inglés, descubrió que él sostiene que, en verdad, Julio César debería llamarse Brutus, como uno de los personajes que forman parte de la tragedia. Mientras tanto, puso en escena El príncipe de Homburg, de Heinrich von Kleist, en el Centro Cultural de la Cooperación, y esto lo llevó a profundizar aún más en el ámbito de los clásicos. Continuando su proceso de búsqueda fue descubriendo que lo provocaban mucho las historias de personajes como los de Porcia, Servilia, Casio y, en tiempos de pandemia, comenzó a fantasear con una posible estructura de la obra. A la vez, encontró en el periodista Marcelo Zapata a un socio ideal para reconstruir, no ya la tragedia de Julio César, sino la que ambos fueron ideando y en la que la acción transcurre en tiempos en que se produce aquella famosa conjura que culmina con la muerte de César, termina la república y se instaura el Imperio Romano.
“No hacemos una reconstrucción histórica ni apelamos a seguir la historia –explica Barney Finn–. Intentamos mostrar el proceso interno que sufre Brutus cuando tiene que matar a un hombre que cree que puede ser su padre. Apelamos a los personajes de Shakespeare sin recrear su pieza”. Y de forma muy atractiva, también, los autores van develando las relaciones interfamiliares que poseen algunos de esos personajes, exponiendo más a fondo sus contradicciones. Brutus se estrena hoy, en el teatro Payró, y está interpretada por Paulo Brunetti, Ana Yovino, Carlos Kaspar, Nelson Rueda, Beatriz Dellacasa, Mariano Madrazo y Joaquín Cejas.
El protagonista del espectáculo, Paulo Brunetti ha sido intérprete de muchos espectáculos de Barney Finn. Entre otros pueden destacarse Lejana tierra mía, La gata sobre el tejado de zinc caliente, Mucho ruido y pocas nueces, Muchacho de luna. El propio actor cuenta que contando varios proyectos que desarrollaron en el ciclo Teatrísimo suman quince las producciones que compartieron. Desde hace algunos años Brunetti reparte su historia profesional entre Buenos Aires y Santiago de Chile. En el país vecino logró consolidar una importante labor como intérprete, no solo en teatro sino además en televisión. Actualmente también posee, junto a unos amigos, una productora que se denomina Surmedia, que genera propuestas teatrales y, además, series televisivas. En la segunda mitad del año apoyará la producción de su primera película como director e intérprete que se denominará Niña. También es responsable de la dirección de la pieza He nacido para verte sonreír, de Santiago Loza, que está ingresando en su tercera temporada, en Santiago.
“Siempre lo interesante de trabajar con Oscar está en que logra que uno suba un peldaño más arriba en su carrera. Este personaje es mucho más complejo que el anterior, el de Muchacho de luna. Yo se que no hay un punto final en ese espectáculo porque lo tengo ahí dando vueltas todo el tiempo en el cuerpo. Oscar dice que Brutus no es un Shakespeare pero se asemeja mucho en el texto, en el ámbito en el que se desarrolla, en los personajes. El otro día hablando de Hamlet reparábamos en que él dice ‘ser o no ser’ y yo aquí digo ‘soy yo o no soy yo’. Son dilemas muy shakespareanos. Me interesó mucho formar parte de este proyecto. Había leído la pieza y me había gustado mucho pero ahora la recupero de otra manera. Por algo Dante Alighieri puso a Brutus en el último círculo del infierno, al lado de Judas, eso es un disparador muy interesante. Es un personaje complejo, lleno de dudas y ojalá que la gente salga de la función haciéndose muchas preguntas. Porque eso es lo interesante que tiene, no expone un tema cerrado, no hay certezas. Quedan dudas y sería importante que el público comience a investigar, a preguntarse, ¿era hijo o no de Julio César?”
Completando la comparación que el actor realiza con el trabajo conjunto que hicieron anteriormente, Oscar Barney Finn afirma: “Muchacho de luna (aquí ambos transitaban el mundo de Federico García Lorca) y este son jugadas grandes porque tienen mucho que ver con autores, con textos, con personajes, con desafíos. En ambas se realizó un intenso trabajo de dramaturgia. Yo no quiero transformarme en un dramaturgo. Soy un director que hace esa experiencia porque conozco el trabajo de la escritura también. No es lo mismo el cine que el teatro pero también estas practicando con escenas, con situaciones, con estructuras y, si hay algo que yo marqué mucho cuando enseñaba cine y específicamente guion, era lo importante que son la estructura, los personajes. Son cosas que tengo muy metidas en mi cabeza y no se me escapan. Incluso cuando la obra fue escrita y fue leída para los actores también ha entrado en otra etapa. Allí se reacomoda todo porque el actor se hace dueño de eso y propone”.
“Además creo que nosotros somos eso –añade Brunetti–, somos animales de adaptación también. Los actores con el director, con el texto, con el escenario, con el compañero. Nos tenemos que adaptar y este fue un buen trabajo en ese sentido”. Cuando se le pregunta a ambos creadores cómo ubicar a Brutus en nuestro contexto político y social ambos son muy cautos a la hora de definir algún paralelismo con la realidad actual.
“Me animaría a decir que lo más interesante es que Brutus muestra lo que no se ve en Julio César, de Shakespare –indica Brunetti–. ¿Cómo lo hicieron? ¿Por qué lo hicieron? ¿Cómo planearon un asesinato? Brutus tiene muchísimos vericuetos. Fundamentalmente tiene que resolver internamente qué está haciendo. Y al tomar la decisión de hacerlo llegar a determinadas conclusiones. Porque la vida lo obliga a eso. Lo interesante es abrir una línea más de lo que conocemos de la pieza original“. A lo que agrega Barney Finn: “No hemos buscado la transcripción política a la realidad de hoy. Lo que trasciende tiene que trascender por la obra no por algo buscado por nosotros. Y el dilema es que lo hacen para lograr un cambio y no se logra porque se vuelve exactamente a lo mismo. Porque Octavio y Marco Antonio terminan en crisis entre ellos y ahí empieza lo que es el imperio, contra lo que se había peleado y luchado”.
Para agendar
Brutus
Dirección: Oscar Barney Finn. Teatro Payró, San Martín 766. Viernes y sábados, a las 20.
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