Con tres obras en cartel, el autor y director teatral reflexiona sobre el oficio que más le gusta
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Autor, actor, director de teatro y docente, Alfredo Allende se ha ganado un distinguido lugar en la escena local, que hoy lo encuentra con tres obras en cartel en destacadas salas porteñas: Burguesa, en el teatro Sarmiento; La máquina de la alegría, en el Centro Cultural de la Cooperación; y Damas bravas, en el Espacio Callejón.
“Me ocurre en estos días algo muy poco frecuente en mi carrera, que estoy con tres obras en cartel en salas que están buenas. Es un momento raro, de esos donde anda mucho dando vuelta”, señala Allende casi con sorpresa.
Sin embargo, no hay aquí nada de improvisación, sino una sólida y extensa carrera que lo respalda. Abogado y egresado en Dramaturgia de la EAD (Conservatorio Municipal), Allende se formó junto a figuras de peso como Raúl Serrano, Mauricio Kartun, Rubén Szuchmacher, Augusto Fernandes, entre otras. También es guionista de TV, y en teatro ha participado en trabajos de Pompeyo Audivert, Lía Jelín, Nelson Valente, Toto Castiñeiras, Gerardo Hochman, Los Macocos, Damián Dreizik o Gabi Goldberg. Además, en su faceta de actor de teatro, cine y TV, ha trabajado con grandes como Tato Bores, Lalo Mir o Jorge Guinzburg.
Pero volvamos a la actualidad. La primera de las obras que hoy lo encuentran en la cartelera como autor es Burguesa, una versión de El burgués gentilhombre, de Molière, ambientada en 1966, y protagonizada por la talentosa Merceditas Elordi. La trama se desarrolla alrededor de una señora de Ramos Mejía que aspira a ascender de clase mientras se prepara para ser admitida como propietaria en un tradicional country, y en su afán por transmutar se asoma a experiencias como el happening y la alucinación.
¿Alguna semejanza con la realidad? “Creo que nos parecemos mucho a la burguesa protagonista de esta obra, porque vivimos cada vez más pendientes de la apariencia, de la imagen que damos, y sentimos la necesidad urgente de diferenciarnos del grupo al que pertenecemos. La cosificación de la vida actual nos deprime, necesitamos percibirnos especiales y entonces adherimos a un consumo sin razón, a las modas efímeras, a aquello que por un rato nos brinda la sensación de ser superiores, distintos y mejores que el resto. Nos suponemos libres y soberanos, pero en verdad escogemos lo que ofrece el mercado, lo que se vende o se publica ante los ojos de los demás. Nuestras ideas, nuestros objetos, nuestras rutinas, están moldeadas por un sistema de producción en serie que sobrepasa el límite de lo humano. Hacemos cosas para poder contar que las hicimos, sacamos fotos del plato que comemos, pagamos vacaciones que fingen un contacto real con la naturaleza, todo es una representación”, reflexiona el autor.
En este punto el teatro sale ganando, porque tiene la honestidad de proclamarse ficticio, aún en sus biodramas o en el teatro documental, y por esa clara condición de artificio es que perdura y no es sólo moda. “Molière ya se daba cuenta de esto en su tiempo, por eso ataca desde la comedia y pone en escena a un personaje como el burgués Jourdain, un nuevo rico que en el afán de convertirse en noble, se va volviendo cada vez más loco”, asegura.
El viejo fun machine
Con Eduardo Calvo y Fernando Migueles, la segunda de las piezas en cartel es La máquina de la alegría, un varieté de humor absurdo,”mezcla provocadora del music hall, las road movies y los cómics, un cocktail de sabor tan familiar como extraño”.
Cuenta Allende que la idea surgió de sus encuentros casuales con Eduardo Calvo. En mesas de café se les ocurrió juntar algunos de sus personajes y unirlos en un argumento tipo road movie. Escribieron a cuatro manos, y Calvo llevó aquel primer experimento a una sala de Las Grutas, en 2020, hasta que la pandemia paralizó todo.
“Cuando nos quitamos el barbijo volvimos a la carga pero con la idea de un varieté, con música en vivo, y allí convocamos a Fernando Migueles, gran actor y fino pianista. El título tiene que ver con el instrumento de los primeros ensayos con Migueles, en que usábamos el viejo Fun Machine de mi casa. Tanto le dimos, que se fundió… Fun Machine se traduce como ‘Máquina de la diversión’, pero nos gustó más hablar de ‘la alegría’ en tiempos en el que salía el sol después de la noche del covid. Y optamos por un buen piano de media cola, que suena mejor y tiene más teclas”, adelanta Allende sobre este show hilarante con ocho personajes afiebrados, extraviados, entre canciones ridículas, cambios de espacios sucesivos, un vestuario vistoso, mucho humor absurdo y un final incierto.
Una comedia de época
Finalmente, la tercera pieza en cuestión es el reestreno de Damas bravas, una comedia de época a cargo de la compañía Síndrome de Eureka, también escrita y dirigida por el mismo Alfredo Allende a partir de un episodio real sucedido en la Nochebuena de 1816: la confección de la bandera del Ejército de los Andes a pedido del jefe Gobernador.
Una trama de humor inteligente, irreverente, construida entre amoríos y celos, secretos, mentiras y traiciones a partir del juego físico, la música en vivo (con canto y coreografías), el buen decir y el más loco vestuario posible. “Poder reestrenar Damas bravas en Espacio Callejón es maravilloso. Se trata de atraer de nuevo a ese público que tuvimos, que llenó cada función, que la recomendaba, que reía y aplaudía con fervor. La pausa del verano nos dio distancia y nos permitió pulir elementos. Este trabajo de ajustes solamente es posible con un elenco como el de estas actrices de la compañía Síndrome de Eureka, siempre deseosas de mejorar el espectáculo”, sostiene Allende, que en su faceta de guionista de TV escribió para el unitario Tiempofinal (Telefe), la tira Cupido (Dorimedia), y programas de productoras como Pol-ka, Promofilm, Canal Encuentro o HistoryChanel.
Así las cosas, a sus 60 años y con un extenso y prestigioso recorrido a sus espaldas (muchos lo recordarán por su gran personaje en el programa de Tato Bores), Alfredo Allende se ha ganado este merecido espacio en la escena local, ese raro privilegio de tener en cartel tres comedias escritas de su puño y letra, además de dirigir dos de ellas.
“Nunca me había pasado, tampoco me lo había propuesto. Hay una cuarta obra que escribí, Divino divorcio, que tuvo una larga y muy buena gira pero que terminó sus funciones a fin del año pasado. Por suerte llegaron estos estrenos. Y hay más cosas que me llenan de alegría: las tres obras actuales están en teatros hermosos como la sala Sarmiento, la Cooperación, el Espacio Callejón, las tres son comedias (nada mejor que trabajar con el humor), y con mucha música, algo que adoro en el teatro. Por si fuera poco el público viene, las críticas ayudan. Pero mi mayor premio es poder trabajar con gente que quiero y admiro. En los tres casos hay equipos colaborativos, creativos, solidarios, con integrantes que buscan que cada función sea una fiesta. Somos amigos y compañeros, algunos de antes y otros de estos últimos tiempos. El teatro une disciplinas y personas, es una labor grupal, no se puede trabajar para bien con gente que no adhiera a este credo”, concluye Allende.
PARA AGENDAR
La máquina de la alegría. Escrita y dirigida por Alfredo Allende. Con Eduardo Calvo y Fernando Migueles. Desde el 21 de abril, los viernes a las 21 horas. Centro Cultural de la Cooperación (sala Pugliese), Av. Corrientes 1543. Entradas, 2000 pesos (por Alternativa Teatral).
Burguesa. De Alfredo Allende. Dirección: Sebastián Bauzá. Con Merceditas Elordi, Patricio Paz, Bianca Vicari y Juan Pablo Carrasco. Hasta el 14 de mayo, de jueves a domingo, a las 20, en el Teatro Sarmiento, Av. Sarmiento 2715. Platea, 2500 pesos; jueves, 1300 pesos.
Damas bravas. Dramaturgia y dirección: Alfredo Allende. Con Mirna Cabrera, Julia Nardozza, Flor Orce, Florencia Patiño y Florencia Pineda. Música en vivo: Julia Nardozza. Domingos, a las 19. En Espacio Callejón, Humahuaca 3759. Entradas general 2300 pesos (por Alternativa Teatral).
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