Trazos modernos en el nuevo telón
El artista plástico y la escenógrafa unieron sus miradas para darle forma al nuevo telón del Teatro Colón, y salieron airosos
Cualquier alma -apenas mal pensante- podría imaginar que el hecho de que Guillermo Kuitca haya ganado el concurso para el diseño del telón del Teatro Colón podría ser para el artista plástico una suerte de revancha por la andanada de críticas adversas -provenientes sobre todo del pulmón más conservador de los abonados- que tuvo por su labor como escenógrafo en la puesta de El holandés errante , la ópera de Wagner que subió a escena en julio de 2003. Pero no, apenas sonríe ante semejante insinuación y baja la vista para responder.
"Nunca lo pensé como una revancha, además también hubo gente a la que le gustó muchísimo ese trabajo y otra que nunca lo olvidó [se ríe], lo que también está bueno. La verdad es que respeto mucho al público de la ópera, me encanta la pasión que pone; me parece muy genuino, aunque por supuesto estar ahí y que te abucheen no es lo que más me gusta. Además, te imaginarás que como artista plástico, mi mundo tiene otro tipo de exposición, muchas veces ni siquiera estoy en mis muestras, por lo que no estoy muy acostumbrado a recibir la aprobación y la desaprobación del público en directo", dice Kuitca.
Ese cariño por el público del Teatro Colón no nace de otro lado que de su propia condición de abonado del primer coliseo porteño y de ser su precoz espectador. "Empecé a ir al teatro a los 6 años, junto con mis padres, y nunca dejé de hacerlo, por lo que me da la impresión de que ese espectador al que este telón le va a hablar ya lo conozco. Y estoy seguro de que no sólo es un público que protesta frente a lo nuevo, no es tan así; hay varias tradiciones que se dan lugar y pueden cohabitar en el teatro", sigue este artista plástico, que se aseguró la colaboración de la escenógrafa Julieta Ascar para la creación del telón que reemplazará al histórico (no original), que sólo será utilizado en grandes celebraciones.
El ámbito teatral no es uno más para Kuitca. Si bien su herramienta creativa más cercana y natural es la pictórica, este artista plástico no sólo se inspiró en obras de teatro lírico para pintar, sino que los más grandes teatros de ópera del mundo forman parte de sus trabajos, a partir de las plantas arquitectónicas de los edificios o directamente a través de sus perspectivas. Por eso, aceptar hacer la escenografía de El holandés... , sobre todo después de haber hecho la de La casa de Bernarda Alba, en el San Martín, no parecía algo tan loco. Y mucho menos loco era pensar el nuevo telón del teatro. ¿Por qué no?
Si hay un punto de conexión entre todos estos proyectos es el nombre de Julieta Ascar, esta joven escenógrafa que conoció cuando Kive Staiff lo convocó para hacer la que resultó una maravillosa versión de Vivi Tellas de La casa de Bernarda Alba , allá por el año 2002. "Se supone que ella era mi asistente, pero fue mucho más que eso, ya que para que mis proyectos escenográficos tengan una realidad física necesito trabajar con un escenógrafo de verdad muy cerca. Julieta fue la que le dio forma al proyecto que yo imaginé, y fue tan buena la experiencia que volvimos a trabajar juntos en El holandés... , en el que intercambiamos muchos pareceres sobre diseño que iban muy de la mano de los aspectos técnicos. Allí es donde conocimos el telón del Colón. Es un poco impresionante, si alguna vez estuviste parado al lado de ese telón no te olvidás más."
Los proyectos con Ascar fueron más lejos. En 2005 se presentaron junto con el diseñador de indumentaria Martín Churba en un concurso cerrado para el diseño del telón de la nueva ópera de Oslo. Si bien no ganaron, la experiencia fue tan impactante para ellos que se les transforma la cara y el cuerpo cuando tratan de explicar el trabajo que les tomó meses y meses de dedicación. "Nos dejó mucho aprendizaje en el tema telón -dice Ascar-, porque en Oslo todo era posible, ya que el proyecto tenía un énfasis especial en el uso de nuevas tecnologías. Llegamos a trabajar la fibra óptica como si fuera un simple hilo. Fuimos desde lo más básico hasta cosas directamente irrealizables. Lo fantástico fue que no nos pusimos límites, por eso fue tan rico el aprendizaje."
Al año siguiente, lo convocaron a Kuitca -ahora solo- para que diseñara el telón de la ópera de Dallas, que aceptó gustoso, ya que estaba muy empapado en el tema: "Ahí sólo me detuve en el diseño, ya que el aspecto técnico lo tenían a cargo otras personas".
Telón local
Y, en septiembre, llegó la oportunidad del Colón, aunque casi se les pasa, ya que ninguno de los dos estaba en el país cuando salió la convocatoria y recién se enteraron -de casualidad- semanas después. "La verdad es que yo estaba arreglando algo del telón de Piaf -dice Julieta Ascar, que es la escenógrafa de la obra que protagoniza Elena Roger- y los técnicos me comentaron del concurso. Lo llamé inmediatamente a Guillermo y creo que él también me estaba por llamar a mí." A pesar de que los pensamientos se cruzaron, Kuitca tenía la certeza de que si ella decía que no, él no iba a presentarse.
"Yo necesito a alguien que, además de aportar conceptos e ideas creativas de diseño, pueda hacerse cargo de los aspectos técnicos que a mí me superan. A pesar de que a estas alturas estoy muy metido en el tema telón, soy una persona que tiende a ver las cosas un poco bidimensionalmente", sigue Kuitca, que rescata del encuentro con Ascar la facilidad con la que pudieron encontrar el concepto que sustentaba la imagen, algo fundamental para que el trabajo no sea un capricho decorativo, sino un objeto de valor en sí mismo.
"Linkeamos muy rápidamente la lira que está en el viejo telón con la planta del teatro, con la herradura; que es sin duda el lugar donde el espectador tiene su eco. Ese fue el vehículo que nos llevó a desarrollar todo lo demás", sigue el pintor. Todo lo demás fue darle a ese diseño un sentido de pertenencia frente al contexto del teatro, ese nuevo diseño tenía que convivir con la arquitectura, tenía que tener continuidad con el Manto del Arlequín; lejos estaba de las intenciones de estos artistas que su diseño compitiera con el resto de la sala, al contrario, querían que fuera un elemento integrador aun con su independencia, con su gracia.
"Nos dimos cuenta de que los colores -sobre todo los celestes- de la cúpula de Soldi estaban un poco solos, así que cromáticamente tomamos algunas notas de distintas partes del teatro y los llevamos a nuestro diseño", sigue Kuitca, que junto con Ascar imaginó una guarda que se aplica sobre el terciopelo, pero que también se borda, ya que querían que la realización evocara de alguna manera al viejo telón. "Si bien la imagen es contemporánea, queremos que las tradiciones textiles se mantengan. La pasamanería telonera, que es lo que permite que se mantenga cierta morbidez, es fundamental para nosotros, lo mismo que un buen diseño", concluye Ascar.
Así, modernidad y tradición formarán parte del nuevo telón del Colón que -desde junio próximo- dará la bienvenida a un público dispuesto a disfrutar del cruce de dos miradas jóvenes, talentosas y saludablemente diferentes.
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