Tom and Jerry Live!
No es feliz el traspaso de los célebres personajes de los dibujos animados al teatro
Idea y dirección: Leandro Panetta / Guión: Natalia Del Castillo / Música: Fabio Zurita / Coreografía: Valeria Narvaéz / Vestuario: Laura Molina / Escenografía: Tato Fernández / Intérpretes: Fede Howard, Ignacio Gallet, Verónica Reinoso, Gerardo Poirón, Richard Manis, Pilar Cisternas y Mariela Acosta / Sala: Lola Membrives, Av. Corrientes1280 / Funciones: Sábados y domingos, a las 17
Nuestra opinión: regular
El dibujo animado es un arte caro y trabajoso, que requiere de mucho ingenio. Lo mismo vale para su trasposición al escenario en vivo. Hay ejemplos logrados y fallidos, desde los musicales puestos por Disney en Broadway, hasta muñecotes en franquicia que se limitan a mover la cabeza al compás de una cinta grabada. Leandro Panetta ha abierto en este rubro un camino propio, en el que parte de una mirada inteligente sobre el producto fílmico, para buscar luego la forma de llevarlo al lenguaje teatral sin que pierda su esencia. Su versión del Hombre Araña, el año pasado, aun cuando abrevaba más de la película de actores, supo plasmar en el escenario con singular maestría la estética del cómic y el efectismo de los superhéroes.
Ahora volvió a la carga con Tom and Jerry Live! ¿Cómo se puede representar con actores la velocidad infernal de las persecuciones entre gato y ratón, la plasticidad con la que pueden estirarse o ser aplastados, saltar por los aires como impulsados por un resorte o revivir de los impactos más tremendos? Panetta vuelve a mostrar ingenio, al plantear sobre diversos planos y recursos los movimientos y transformaciones que conducen al gag. Proyección en pantalla, actores y muñecos grandes y pequeños se combinan con particular destreza conceptual en la recreación del episodio en que Tom entona el aria de Fígaro parado sobre la cueva de Jerry, molestando al roedor en su siesta.
Pero en general aparecen esbozados los recursos, sin llegar a cuajar siempre en una resolución acorde a la dinámica que es propia de los personajes creados por Bill Hanna y Joe Barbera. Incide negativamente la estrecha franja de escenario liberada para la obra infantil, probablemente porque gran parte del espacio está ocupado con la escenografía que ambienta Chicago en la misma sala por la noche. Es un problema recurrente en el teatro para chicos, pero no por ello menos cuestionable. La producción de Tom y Jerry es, por otra parte, más modesta que la de otras puestas de Panetta, lo que también influye sobre el resultado.
La puesta se asemeja así más a lo que se llama en la industria del cine un "animatic", una sucesión de cuadros fijos dibujados sincronizados con la banda sonora, que sirve para verificar dónde requiere ajustes el guión, antes de producir la secuencia animada propiamente dicha. Es un buen boceto, con algunos momentos de realización más perfeccionada y una galería de personajes secundarios potencialmente interesantes. Pero le falta una vuelta de tuerca más.
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