Todos felices: el estreno multiplicado
Oscar Martínez propone tres formas de espiar a una familia, con esta obra innovadora conformada por tres piezas
En el mundo del teatro, suele emplearse a la palabra "obra" y "pieza" de modo indistinto, como si fuesen sinónimos. En los diferentes matices de estos términos, hay un ejemplo actual en nuestra cartelera donde cada uno recobra su significado específico. Todos felices ( The Norman Conquests ) es la obra de Alan Ayckbourn, compuesta por tres piezas llamadas "Living", "Comedor" y "Jardín".
Hay muchas maneras de contar una historia. Esto no es una novedad, en especial en la narrativa contemporánea. Pero sí es llamativo y original que un mismo dramaturgo haya concebido de modo tan arquitectónico tres textos absolutamente autónomos, que se refieren al mismo tiempo -un fin de semana de 1968- y espacio en el que transcurre la acción -una casa de City Bell-. Oscar Martínez es el responsable de un trabajo casi faraónico, jamás realizado en nuestro país, que considera un verdadero tour de force en su carrera. Y luego aclara, con su vaso de whisky en la mano: "La estructura es atrapante, pero no hace falta un manual para poder divertirse. Esto es una comedia en estado puro".
Silvina Bosco, Juan Minujín, Peto Menahem, Carlos Portaluppi, Carola Reyna y Muriel Santa Ana, por orden alfabético, emprendieron esta compleja aventura que exigió un triple esfuerzo.
Una solterona (Santa Ana) que dedica su vida entera a cuidar a su madre les pide a sus dos hermanos mayores (Bosco y Portaluppi) que la releven durante un fin de semana, para que ella pueda realizar un pequeño viaje. Desde el sábado a la tarde hasta el lunes a la mañana se llevará a cabo la acción de Todos felices , donde también se harán presentes los cuñados de la joven (Minujín y Reyna) y un eterno pretendiente (Menahem).
El título original, The Norman Conquests , es un juego de palabras entre las conquistas normandas y el nombre del protagonista en la versión original. Martínez adaptó este texto en varios aspectos. En primer lugar, la decisión de llamarlo Todos felices se refiere a un rótulo inclusivo, donde no hay protagonistas, sino un desempeño coral. En segundo lugar, cambió el año en el que transcurre la acción: "Si manteníamos el tiempo original, a fines de la década del setenta, y lo trasladábamos a un ámbito argentino, seguramente se pensaría que esa gente vivía en una burbuja. El año 1968 me gustó por el universo de la época, con el hippismo, el Mayo Francés y la reivindicación de los derechos de la mujer".
El hecho, las circunstancias y la reacción de los personajes es siempre igual en las tres piezas. Hay una unidad y coherencia que se conservan. Lo que distingue a una de otra es el sitio donde transcurre la acción. Es por eso que, por ejemplo, mientras dos personajes discuten en una escena de "Comedor" se refieren a otros dos que se encuentran charlando en el jardín, conversación a la que el espectador no tiene acceso. Sin embargo, en "Jardín", el público va a poder asistir a aquel diálogo en primer plano entre las dos criaturas donde aluden a la discusión que está transcurriendo en ese mismo momento en el comedor.
Un vodevil por dentro
"¿Dónde está Juan?", todos se preguntan. Y con esas zancadas elegantes que diferencian a un mortal de un bailarín sube Minujín hasta el escenario y desciende por el proscenio dando un saltito elegante. Santana y Reyna discuten en voz baja, en un costado, se miran fijo y se dicen verdades atroces en tono monocorde. Repasan la letra a una velocidad increíble y están pendientes de la palabra de la otra antes que de las marcaciones.
Santa Ana luce un entallado vestido para las fotos. Muy distinto será su look cuando aparezca caracterizada de sus personajes. Menahem es rebelde a la hora de la captura de imágenes. Hace gestos (algunos obscenos) que obligan a sacar otra foto. Entre disparo y disparo, Martínez repasa en su cabeza la lista de invitados para el estreno. Flash. "¿Graciela Borges viene?" Flash. "Hay que llamarlo a Dani Mañas". Flash. Uno de los técnicos le piden a los actores que dejen de jugar con las frutas de utilería que acaban de incorporar a la escenografía. "El esfuerzo de armar tres piezas al mismo tiempo no sólo es de los actores y mío -dice Martínez-. Alberto Negrin tuvo que crear tres decorados. Lo mismo ocurre con la tarea de Eli Sirlin con las luces y los distintos vestuarios que creó Sofía Di Nunzio."
"¿Quién va al quiosco?", pregunta una única voz compuesta por varios actores. Reyna y Menahem se ofrecen y repasan el pedido de sus compañeros. Portaluppi baja al camarín y repasa el libreto concentrado mientras se pone el chaleco a cuadros de su personajes. Ya comienzan a llegar los amigos de los actores que van a presenciar un ensayo general.
Bosco recorre el escenario con la vista. Estudia cada rinconcito y abertura de la casa creada por Negrin. "Acá son importantes las puertas, las entradas y las salidas, porque el autor tuvo una idea brillante, que si bien no es exactamente un vaudeville, podés como espectador ver qué es lo que pesa cuando los personajes salen de escena al cerrar esas puertas", dice Martínez.
Detrás de una cortina, Minujin escucha a los compañeros, que ya están en plena función. Serio, sigue con mucha atención el diálogo entre Reyna, Santana y Portaluppi. "A la gente le da mucha intriga qué pasa en las otras piezas. Acá, de todos modos, más allá de la estructura tan original, el tema es los vínculos disfuncionales en una familia, donde hay ciertos personajes que quieren mantener el status quo y otros que van a torpedear el orden".
Martínez parafrasea a Peter Brooke, quien habla de aquel rasgo que posee el teatro, en el que lo presente invoca lo ausente: "Acá, en Todos felices , el espectador puede ver lo ausente".
"No hay ninguna receta de cómo mirar esta obra, en qué orden, o cuál de las piezas es mejor que otra, en caso de que hubiese que elegir ver a una sola de las tres. Cada obra va resignificando a la anterior. Creo que, como espectador, si viniese a ver todas me quedaría un poco más claro. Pero son autónomas y a la vez se complementan y completan", dice Minujín.
La metáfora para entender a esta obra bien podría ser la de un plano al que se le enciman filminas transparentes y distintas, en un orden indistinto. Cada una enfatiza determinados trazos, sin modificar la construcción. Sin embargo, una vez que las tres se encuentran sobre el plano, el dibujo se resignifica y se hace más poderoso en la mente de quien lo ve.
QUIEN ES QUIEN EN TODOS FELICES
Ani (Muriel Santa Ana)
Es la hermana de Leo y Eva. Solterona, ansiosa por vivir una aventura, dedicó toda su vida a cuidar a su madre.
Charly (Peto Menahem)
Es el único que no tiene un lazo familiar con el resto. Es un aburrido e inseguro veterinario y el torpe pretendiente de Ani.
Daniel (Juan Minujín)
Es el esposo de Eva. Es el seductor y el espíritu libre de la casa. Sólo desea ser querido y hacer feliz al resto.
Eva (Silvina Bosco)
Es la mujer de Daniel y la hermana de Ani y Leo. Miope y negadora de los obvios hechos que ocurren frente a sus ojos.
Leo (Carlos Portaluppi)
Es el hermano de Ani y Eva y el marido de Sara. Agente inmobiliario. Piensa que tiene un fino sentido del humor.
Sara (Carola Reyna)
Es la esposa de Leo. En apariencia pacata y conservadora, madre de dos hijos. Es la confidente de Ani y la más romántica del grupo.
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