Todo apunta a la empleada doméstica
Tarascones / De Gonzalo Demaría / Intérpretes: Paola Barrientos, Alejandra Flechner, Eugenia Guerty y Susana Pampón / Música: Marcelo Katz / Iluminación: Eli Sirlin / Vestuario: Magda Banach / Escenografía: Cecilia Zuvialde / Dirección: Ciro Zorzoli / Teatro: Nacional Cervantes, Libertad 815 / Duración: 70 minutos / Nuestra opinión: muy buena
La reunión de un grupo de amigas para tomar el té, como excusa para que cada una exponga rencores reprimidos, es un tema que se vuelca con frecuencia sobre los escenarios. En esta oportunidad, Demaría agrega una muerte sospechosa de la que sería culpable, según las protagonistas, la empleada doméstica. Éste es el detonante para que las invitadas, de una clase pudiente, vuelquen sus prejuicios y discriminaciones sociales, invocando valores morales que manipulan a su antojo para ocultar sus defectos y sus acciones. Es un alto grado de hipocresía que esconde, aunque mostrando hilachas, algunas características nefastas del ser humano. El hecho de señalar a los posibles culpables por su condición social y por el trabajo que realizan y adjudicarles todas las acciones delictivas es el argumento que emplean estas mujeres que terminan por mostrar su catadura moral frente a una situación crítica. Otro aporte del autor es construir los diálogos con una rima asonante que en el vértigo del habla pierde en algunos momentos esa cualidad.
Es un planteo recurrente en el teatro, el de mujeres enfrentadas, pero vale aquí afirmar que no es tan importante la originalidad del tema, sino cómo se lo cuenta. En este sentido, la puesta de Ciro Zorzoli resignifica y valoriza el texto y la propuesta se engrandece por la marcación actoral que propone el director, llevando a las actrices a límites interpretativos muy expresionistas, y que a su vez les permite definirse a sí mismas por su comportamiento.
Con una escenografía que ilustra acertadamente el living del departamento y un vestuario que responde al medio y a la época, Zorzoli va trazando los perfiles de esas patéticas y ridículas criaturas que alcanzan el máximo valor dramático en la piel de cuatro actrices que se lucen por su capacidad interpretativa.
Paola Barrientos, Alejandra Flechner, Eugenia Guerty y Susana Pampín no sólo realizan un impecable trabajo sino que además parecen potenciarse en el escenario y crecer hasta situaciones extremas. Zorzoli no podría haber elegido mejor. Cada una encaja perfectamente en la personalidad de su personaje, todos muy bien definidos, y no dejan de trabajar hasta las instancias finales. Es realmente un privilegio comprobar que todavía quedan actrices que saben proyectar la voz y articular eficientemente las palabras para beneficio del público.
Esta puesta de Tarascones es tan creativa que permite especular con la idea de que si se hubiera realizado con otro elenco y con otro director el resultado no hubiera sido el mismo.
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