Tierra: humor y tensión dramática se combinan para esta pintura de un amor inquebrantable
El dramaturgo uruguayo-francés Sergio Blanco parte de un hecho muy doloroso, la muerte de su madre, una profesora de letras que fue una guía excepcional en su carrera, para generar momentos de auténtica conmoción y profundidad
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Autor y director: Sergio Blanco. Intérpretes: Andrea Davidovics, Sebastián Serantes, Soledad Frugone y Tomás Piñeiro. Vestuario: Laura Leifert. Escenografía y luces: Laura Leifert y Sebastián Marrero. Sonido: Fernando Castro. Visuales: Miguel Grompone. Sala: Teatro San Martín, Corrientes 1530. Funciones: miércoles a domingos a las 20.30 (hasta el 5 de mayo). Duración: 100 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
El autor y director uruguayo francés Sergio Blanco está “considerado como uno de los cuatro o cinco dramaturgos mayores de la lengua española en la actualidad”, según el especialista en teoría teatral español José-Luis García Barrientos, uno de los investigadores en el tema más reconocido en Iberoamérica.
A la hora de analizar la vasta producción dramatúrgica de Blanco se pueden apreciar dos etapas bien diferenciadas. La primera, integrada por textos más formales estructuralmente como Slaughter (montada en Buenos Aires en 2005, con dirección de Juan Carlos Fontana), 45, Kiev, entre otros, donde el autor observa la realidad contemporánea a través de una mirada sumamente aguda y extremadamente detallista en los estilístico.
La segunda se inicia con el unipersonal Kassandra (conocido en nuestro país, en Córdoba, en 2011, dirección de Cipriano Argüello Pitt) y que abre las puertas hacia experiencias denominadas por el creador autoficciones. En ellas se incluyen piezas como Tebas Land y La ira de Narciso (dadas a conocer en Timbre 4 con dirección de Corina Fiorillo en 2017 y 2018, respectivamente), El bramido de Düsseldorf (2018) o Cuando pases sobre mi tumba (2020) presentadas en el teatro San Martín, con dirección de Sergio Blanco y elencos uruguayos.
En su ensayo Autoficción, una ingeniería del yo, el creador describe su propuesta “como el cruce entre un relato real de la vida del autor, es decir, una experiencia vivida por este, y un relato ficticio, una experiencia inventada por este. Y lo interesante es que la autoficción no es ni una cosa ni la otra, sino la unión de las dos al mismo tiempo. Eso es lo que la vuelve fascinante”.
En Tierra, su último trabajo estrenado en Montevideo, parte de un hecho muy doloroso ocurrido en 2022: la muerte de su madre, Liliana Ayestarán, una profesora de letras que fue una guía excepcional en la carrera de su hijo. Sus enseñanzas no solo académicas, sino su manera de analizar la realidad, dejaron huellas muy fuertes en este hombre que ha decidido realizar cierta reconstrucción de su carrera como docente, sobre todo investigando qué opinaban de ella algunos de sus ex discípulos y una empleada de limpieza del liceo en el que dio clases.
El espectáculo se desarrolla en dos planos. En uno observamos como a través de diversas entrevistas el autor va conociendo a cada uno de las/os personas/personajes que irán dando forma a la historia. Nunca sabremos cuánto hay de ficción y cuánto de realidad en el entramado de esta experiencia.
Elenco
Mientras el actor Sebastián Serantes asumirá el rol de Sergio Blanco (a veces entrevistador, otras narra cuestiones de su historia familiar) será quien documente los relatos de aquellos exalumnos. Clara (Soledad Frugone) es hija de un desaparecido en tiempos de la dictadura militar uruguaya y aun en el presente continúa buscando el cuerpo de su padre; Lucas (Tomás Piñero) estuvo un tiempo preso porque mató a su hermano gemelo de un hachazo en un ataque de ira del que le cuesta hablar en detalles y Celia (Andrea Davidovics), la encargada de la limpieza, perdió a su hijo adolescente en un accidente de tránsito.
En escena, cuatro personas aún están de duelo pero hablan de Liliana con mucho respecto, con amor. Ella fue un ejemplo que dejó huellas en sus personalidades Uno de los personajes dice: “buscando es una forma de seguir dialogando” con los muertos. Fuera del espectáculo, en entrevistas, Blanco afirma que “uno puede seguir teniendo un vínculo con los muertos”. Y eso queda muy claro en Tierra. Y ese vínculo parecería no poder desaparecer porque el creador se empeña en demostrar que, sean cuales hayan sido las circunstancias de esas muertes, hay un lazo de amor que es inquebrantable y del que no será fácil escapar.
El espectáculo no es solemne. Por el contrario, el juego que arma el director es muy rico a la hora de combinar escenas que poseen pequeños toques de humor con otras en las que la tensión dramática provoca mucha conmoción. Los intérpretes construyen a sus personajes dotándoles de una angelidad muy especial. Todos terminan resultando seres muy entrañables.
Como en otras experiencias del autor el relato y la actuación se mezclan con un mecanismo audiovisual que siempre es muy elocuente. Lo mismo sucede con las intervenciones musicales, donde aparecen composiciones de Billie Elish, Leonard Cohen, Julio Iglesias o uno de los nocturnos de Chopin. Un combinado atractivo que a veces distancia la acción y otras profundiza cualidades de la historia que se muestra.
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