Thelma Biral: la reina del mar
La primera actriz va por su 25ª temporada de verano
MAR DEL PLATA.– En su departamento con vista al mar pasean un perro y un gato, en sana convivencia. Todo es luz y calma en el living de Thelma Biral, una experta conocedora de esta ciudad y de sus escenarios, quien cumple 25 temporadas en La Feliz. La actriz, primera dama de la escena nacional, comparte este verano el escenario del Lido con Juan Leyrado y Esteban Masturini en Dios mío, de Anat Gov. Inmerso en una crisis de fe, Dios toca timbre en lo de Ana, una psicoanalista que vive con su hijo autista. Biral es la madre de Bruno Pedemonti, uno de los productores más prolíficos de la escena argentina, quien le acercó el libro de esta comedia que ya había seducido a la directora Lía Jelín.
–¿Qué tiene Dios mío, que no tengan otros textos?
–Le dije a Bruno que no perdiera de vista esta obra tan nueva, original y graciosa, con un humor tan fino y brillante. No lo decía para que fuese yo quien lo interpretase. Ni siquiera me fijé en el personaje femenino, sino en la totalidad de la obra. Fue muy difícil obtener los derechos hasta que Miguel Rottemberg, el papá de Carlos, viajó a Israel y ayudó muchísimo para que se pudiera traer la obra.
-¿Creés en Dios?
-Sí, y me hace bien tener fe. Mi personaje es ateo porque representa la mujer universal. La pregunta es si ella podrá curar a Dios.
-¿Y creés en el psicoanálisis?
-Sí. Hice mucha terapia en mi vida y creo que es muy importante psicoanalizarse en algunos momentos. Hablé mucho con mi analista sobre este personaje y fue muy enriquecedor tener su visión. Juan [Leyrado] también habló con el suyo. A él le tocaba lo más difícil, hacer un Dios creíble.
Dios mío es una pulseada entre lo divino y lo mortal.
-Sí, una lucha titánica, pero sin violencia, donde ambos serán modificados. Es un Dios de todas las religiones, eso es lo llamativo y poderoso.
-Se te suele asociar con el drama. ¿Es cierto que siempre buscás hacer comedias?
-Sí. Lo intento. Los personajes que más atesoro, con aquellos con los que me sentí más a gusto, son de comedia, a pesar de que me llamen más para dramas en teatro y en TV.
Hija de padres venecianos, la familia Biral se mudó a Uruguay con la pequeña Thelma. Desde muy chica tomó clases de declamación, con Nela Castro. A los 12 años ya daba clases a domicilio a niños, algunos incluso más grandes que ella. Alquilaba salones y en diciembre organizaba una muestra donde sus alumnos mostraban lo que habían aprendido durante el año. Un día un hombre se acercó a ella maravillado: "¿Cómo piensa seguir? ¿Qué hará con este talento? Debe anotarse en la Escuela de Arte Dramático [EMAD]". Ese hombre era Orestes Caviglia.
La joven lo hizo. Pronto debutaría en las tablas con Mademoiselle , dirigida por Carlos Muñoz y luego ingresaría en la Comedia Nacional de Uruguay. Fue allí donde volvió a llamar la atención de otro prócer de las tablas. La mismísima Margarita Xirgu preparaba en 1964 su versión de Yerma para presentar en Buenos Aires en el San Martín, con Alfredo Alcón, María Casares y Eva Franco. "Doña Margarita me ofreció el papel de la chiquita y acepté fascinada. Tuvimos a Lorca siempre muy presente en la EMAD, dirigida por Xirgu. Las anécdotas de él no nos llegaban por terceros, sino por quien había sido su gran amiga y quien lo había visto trabajar", recuerda Biral, quien luego interpretaría Doña Rosita, la soltera.
"Desde que empecé, nunca dejé de hacer teatro. Siempre me sentí una obrera de la cosa. Es tal el oficio que tengo, que salgo al escenario antes de la función y sé que hay un farol quemado. El teatro es estar atento al trabajo de todos, no sólo al de uno mismo. «El escenario tiene que estar bien», decía Oscar Pedemonti, gran productor y papá de mi hijo. Es decir, que todos, que los técnicos y los actores, en ese orden, estén bien, sin problemas, porque ese es el secreto para que el resto funcione", dice.
Debutó en Mar del Plata en 1971, dirigida por Walter Mautone, en Coqueluche , y trabajó siempre bajo la batuta de los mejores. Entre ellos, Alejandra Boero. "Ella era una mujer de una exigencia amorosa. Antes de hacer Adiós, mamá , con María Rosa Gallo, hicimos un curso de control mental para no agredirnos porque lo que ocurría en el escenario era muy fuerte, había mucho maltrato. Por eso, cuando llegábamos al teatro, María Rosa me esperaba con un tecito para marcar bien la diferencia entre la ficción y la verdad".
No sólo es largo su recorrido en el teatro, sino que además participó de muchas obras que se presentaron durante largas temporadas, como Brujas , un éxito que se extendió una década, con varios elencos, y donde Biral se lució durante 6 años. "Aprendí de esas actrices una disciplina y un amor brutal por el teatro de ese escenario tan trabajoso, tan vivo."
Se considera una persona poco noctámbula y después de la función prefiere relajarse en la tranquilidad y el silencio de su casa. "Hay que dejar el personaje. Ando con ellos sólo cuando estoy en la parte de laboratorio, pero después es como un traje. Es técnica. Trato de no trabajar con memoria emotiva, porque si no uno se enferma", explica.
Además, Biral participó de éxitos de la TV, como El amor tiene cara de mujer, Cuatro hombres para Eva, Dos a quererse, Chiquititas, Se dice amor y Valientes , y del cine, como La mafia y Los siete locos , ambas de Leopoldo Torre Nilsson, y El juguete rabioso .
Una de sus asignaturas pendientes es la de dirigir teatro, tarea que planea realizar en un futuro cercano. "Mi salida preferida es ir al teatro. Soy como esos conductores de ómnibus, quienes salen a pasear en colectivo los días que no trabajan. Me siento como cualquier espectador en la sexta fila. Me desenchufo y me olvido de que soy actriz. Si me pasaban cosas feas, si estoy triste, en ningún otro lugar como en la platea de un teatro, me curo y me siento bien."
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