Teatro. Emilio García Wehbi aborda el mito de Medea en el Teatro Nacional Cervantes
El director, que encontró en su esposa Maricel Álvarez a su mejor socia creativa, estrenó Medea meditativa en la reapertura de la sala Luisa Vehil
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Emilio García Wehbi inició su carrera como director de teatro en aquellos lejanos y míticos años 90, de mucha profusión escénica en Buenos Aires y de nacimiento de un tipo de teatralidad y de comprensión de la política en el teatro de una rotunda actualidad y capacidad crítica. Desde entonces García Wehbi realiza sus proyectos escénicos –siempre en diálogo con otras artes– en ámbitos independientes y públicos. Sus proyectos pueden incluir obras de gran formato o, por el contrario, unipersonales que cuentan con la potencia arrolladora de su esposa y actriz, Maricel Álvarez.
El Teatro Nacional Cervantes muestra Medea meditativa, su última y más reciente producción en la sala Luisa Vehil, que vuelve a abrir al público tras el período pandémico. “Este proyecto se remite al año 2019, cuando le llevé a Alejandro Tantanian, entonces director de este teatro nacional, el proyecto de trabajar con el libro de Pascal Quignard, un hombre que siempre me interesó mucho por el modo en el que aborda su literatura y su pensamiento en diálogo con los mitos griegos –cuenta el director en diálogo con LA NACION–. Quignard abreva en la cultura grecorramana, que es, en algún sentido metafórico, nuestra infancia como cultura, y a mí me interesa mucho ese universo como modo de reflexión de nuestro propio tiempo”.
En la obra de este director la presencia del universo clásico griego es más que recurrente. El espectador que asiste asiduamente a sus proyectos sabe que siempre algo de esto bajo algún aspecto aparecerá. Es raro que aborde una tragedia de manera directa, tal y como algún trágico griego la haya concebido, pero sí es muy común encontrarse con alguno de esos seres que forman parte de alguno de esos textos que esa cultura nos ha legado. Es así que siempre García Wehbi dialogará a su vez con autores contemporáneos que tienen, a su vez, un fuerte diálogo con esos mitos, entendiéndolos siempre como una suerte de relatos iniciáticos en los que podemos vernos sin representarnos, acercar una perspectiva sobre alguno de los temas contemporáneos sin que eso implique una representación de la mismísima coyuntura. Y desde hace ya un tiempo en su trabajo como director y autor viene desarrollando mucho pensamiento en torno al feminismo. Sus ideas y la presencia de Álvarez como actriz hacen, en ese sentido, un dueto maravilloso. “Siempre es delicado cuando yo como hombre, aclara, me acerco al tema del feminismo, porque soy totalmente consciente que ese discurso le pertenece a la mujer y que lo que yo podría hacer sería una apropiación. Pero es un tema que me interesa pensar sin que eso signifique que yo suscriba o pertenezca a alguna de las tantas corrientes que el feminismo tiene hoy en día y de las que escuchamos permanentemente tanto en los medios de comunicación como en objetos artísticos específicos. Lo que me interesa, y yendo puntualmente a este caso de Medea, es cómo aquel universo griego pudo pensar lo femenino a partir de este personaje, con todos los problemas que él le trae al presente. Es por eso que no me interesa bajar línea ni resolver ninguno de los problemas que Medea le genera al pensamiento y a la representación, sino exponerlos y, a su vez, atravesarlos por otras miradas que permitan ampliar y complejizar aun más la problemática”.
En el libro El origen de la danza, Quignard publica un artículo llamado Medea meditativa, que él escribe para una bailarina de danza Butoh, que en escena danza mientras el propio Quignard lee el texto y un músico interpreta música. Desde este origen parte García Wehbi para conformar su propio espectáculo que tiene una factura muy diferente de lo último que él mostró en este teatro público. “Quería irme a lo opuesto de lo último que hice en el Teatro Nacional Cervantes, dice el director. Si Tiestes y Atreo –su anterior producción– fue una obra enorme, de una duración importante y con una puesta en escena muy grande, muchos intérpretes y mucho despliegue, ahora quería irme a lo opuesto. Algo pequeño, muy centrado en la palabra más que en lo ‘escénico’, tal como suele entenderse este término, y corriéndome absolutamente de esa dimensión de lo dramático, entendido como progresión, como desarrollo y como conflicto”.
Medea meditativa busca introducirse en el mito de esta mujer que desafía absolutamente el concepto de lo femenino y su asociación directa a lo materno. Maricel Álvarez en escena será los diferentes estadios de Medea, pensando y reflexionando sobre la condición de lo femenino desde una perspectiva biológica y también cultural. “Como sostiene Quignard, dice García Wehbi, se trata de la máquina femenina, que es la única que puede dar vida, mantenerla y al mismo tiempo eliminarla. El varón no puede eso. El varón puede destruir, pero solo la mujer es el ser que está en condiciones de destruir aquello que produce, porque es ella quien tiene biológicamente esa potencia. La cadena de vida es únicamente femenina y ahí radica la potencia revolucionaria del feminismo”.
Fiel a su estilo literario, García Wehbi ofrece una aproximación a Medea como mito, mediada por el aporte y la reflexión de Quignard, pero con un estilo muy propio: plagado de lo que él denomina “interferencias”, es decir, fragmentos de textos que interrumpen una determinada secuencia, una progresión, para espejar y disparar la mirada. “Me interesa siempre trabajar con esas interferencias que se convierten en una especie de espejo deformante, por momentos incomprensibles, en un texto ya de por sí sin el tradicional arco dramático. A su vez, al ser un espectáculo que se da en una sala para 70 espectadores, y que tiene este horario vespertino de las 18 horas y durando apenas 45 minutos, sabía que tenía algunas licencias como para operar con cierto nivel de lo que se entiende como cripticismo. Cuando hago una obra para la sala mayor de este teatro, sé que tengo que conseguir no tan solo un espectáculo potente en términos escénicos, sino que también tengo que lograr llegar a un público más amplio. No hacer concesiones ni búsquedas exageradas, pero sí ofrecer puentes de lectura que permitan ciertas lógicas de lectura. En un proyecto como este sé que puedo, en cambio, apuntar a algo un tanto más minoritario, con mayor posibilidad de riesgo. Es por eso que en Medea meditativa me permito volver a esa relación con la tragedia y los mitos desde el punto de vista de un discurso de formación, de infancia de la cultura, y que los espectadores sean invitados a problematizar con nosotros alrededor de esas temáticas, y no tanto a buscar respuestas de ningún tipo”.
Es precisamente esa aproximación a los mitos y al universo de lo trágico desde la perspectiva de lo iniciático, de la “infancia de la cultura”, lo que ha dotado a la obra de este director de una enorme singularidad y potencia. Es de los pocos artistas locales que ha trabajado con tanto nivel de recurrencia alrededor de ese universo. “Podría decir que mi libro de cabecera es el Diccionario de mitología griega y romana, de Pierre Grimal. Es un material sobre el que estoy todo el tiempo dando vueltas tratando de comprender todas las implicancias que tiene ese origen en nuestra cultura, entendiendo por implicancia esta idea de cómo reverberan en nuestro actual contexto algunas cuestiones que nacen allí. Y que hoy, en un mundo aparentemente tan diferente, continúan circulando y formando nuestras concepciones contemporáneas. Para mí este universo es tan importante que, como padre, fue algo que intenté legarle a mi hijo. Me recuerdo, cuando él era muy pequeño, leyéndole por las noches mitos grecolatinos, adaptados a niños por supuesto para que algo de toda esa discursividad fuera volviéndose en él presente y desde esa presencia poder desmontar algunos artefactos que hoy rigen acríticamente la vida de las personas. Y creo que es por eso que también me interesa tanto más el mito como instancia que la tragedia como género artístico-teatral. Desde Shakespeare la tragedia está desaparecida en nuestra cultura, pero nos han quedado circulando sus mitos. Y es por ello que toda mi obra se apoya en la palabra más que en la acción en sí, tal como la entiende el teatro más de corte dramático. Yo entiendo la acción desde la palabra misma y me interesa todo aquello que tiene para decir y hacer la palabra, sigo su potencia performática y busco mecanismos escénicos y poéticos de abordarla”.
Para agendar
Medea Meditativa, escrita y dirigida por Emilio García Wehbi.
Teatro Nacional Cervantes, sala Luisa Vehil
Funciones: Jueves a domingos, a las 18.
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