Es el escenógrafo de Come From Away, el exitoso musical del Maipo, pero tiene una vida apasionante entre la solidaridad a través del arte y su propuesta Ni reyes ni bufones, en el sótano del Palacio Barolo
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Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo... y las calles de Colegiales un “22″ grafiteado en las paredes del barrio por una razón. Mismo número y símbolo de locura que ostenta la entrada a la morada de Tadeo Jones. Y no es casual, por supuesto que no. “Loco es aquel que se anima y desafía el concepto de ‘normalidad’, el statu quo, los patrones heredados –expresa el artista y agrega– el mundo que heredamos es para volverlo a dibujar”.
Tadeo tiene 37 años, aunque su mirada y visión del mundo que lo rodea da la impresión de haber experimentado mil vidas. “De pibe tuve la necesidad de estudiar antropología porque quería cambiar aspectos sociales que me afectaban, como la desigualdad, la injusticia y la poca empatía. Pero un profesor de la escuela me sugirió que tenía que hacer arte”.
Y no se equivocó: el diario del lunes rezará que Jones habrá estrenado Come From Away, en el teatro Maipo. Un musical que cuenta la historia real de más de siete mil personas de todas partes del mundo que aterrizaron inesperadamente en la isla de Gander, en Canadá, cuando 38 aviones fueron desviados de sus destinos para aterrizar en este sitio, el 11 de septiembre de 2001, en contexto del ataque aéreo a los Estados Unidos. Una obra conmovedora que permite imaginar un mundo sin fronteras y celebrar lo mejor del espíritu humano.
“En el secundario me preguntaron qué quería hacer de grande, y mi respuesta fue que no me importaba qué, sino que contribuyera a cambiar el mundo. Ese fue un punto de partida muy fuerte. A los 17 años llené mi mochila de pinceles y me puse a dar talleres de arte en Villa La Cava, y cuando estaba por entrar al barrio me paró Gendarmería, y me preguntó dónde iba sin escolta... Esa fue la primera vez que me dijeron que estoy loco, un resonante de toda mi vida”.
Durante tres temporadas le dio esos talleres a niños y niñas de 12 años, su objetivo para con sus alumnos era mostrarles que podían modificar la realidad a través del arte, y que podían elegir cómo pintar su bastidor a diario. “Uno de mis talleres se llama Lectura de intenciones, y les ponía un Requiem de Wagner, con imágenes fuertes en un proyector, y los ponía frente a un bastidor para que pintaran, así entendían que lo que veían y oían los afectaba y, de esa forma, tomaban consciencia para cambiarlo. Los hacía trabajar en grupo, y eso los empoderaba. Cinco años después volví al barrio y me los crucé crecidos, juntos. Entendí que esas acciones tienen incidencia real en la comunidad, y no paré”.
Estudió diversas disciplinas artísticas en instituciones importantes como Estímulo de Bellas Artes, el Centro Cultural San Martín, Teatro San Martín y Cromos. Algunos de sus maestros fueron los reconocidos Héctor Calmet, Aldo Caponi y Antonio Pujía. Sin embargo, Tadeo se formó haciendo, su mejor escuela fue la práctica. “Para mí los errores son maestros en el camino de la autogestión y autodisciplina. La sociedad actual mata la voluntad, y la voluntad es el motor para que las cosas cambien. Y sin voluntad ni deseos, en los barrios lo que ves es resignación. El perfume de la desesperanza es muy triste”, acotó.
En 2006 fundó el grupo interdisciplinario Ehma –Ecología Humana y Medio Ambiente– para promover la educación ambiental y ecológica por medio de eventos, charlas y workshops. Un año después comenzó su carrera de escenógrafo, actividad que lo llevó a estrenar más de 30 obras en diferentes salas del circuito teatral porteño, incluidos prestigiosos teatros como el Teatro San Martín, Maipo, Tabarís, Picadero, Centro Cultural de la Cooperación, Paseo La Plaza y Ciudad Cultural Konex, entre otros. En 2010 creó, junto a un equipo de reconocidos artistas, Random Creativos, una productora de contenidos que realizó importantes obras del Teatro Musical como La Parka y Alicia en Frikiland. A su vez, en conjunto con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires realizó el reality de televisión La Búsqueda, Random por dentro, que recorrió el país en busca de actores para protagonizar el musical La Farruka.
En 2018 logró vincular las dos pasiones que atravesaron su carrera, el compromiso con el medio ambiente y el arte. Así fue como desembarcó en España, con el innovador concepto de escenografía sustentable para Sueño de una Noche de Verano en la Gran Vía de Madrid, hecha 100% con materiales de descarte.
En ese contexto, realizó la idea e implementación de espacios educativos para Tecnópolis, la muestra de ciencia, tecnología, industria y arte más grande de América Latina, donde buscó concientizar sobre el impacto de los residuos plásticos en los océanos y la preservación de la biodiversidad. “Quiero armar Centros de Capacitaciones en Oficios en todo el país, y un Mercado del Descarte, para generar una cultura artística sustentable. La basura es un tesoro para el artista, y todo eso no se recupera, se tira y con suerte termina como relleno sanitario, sino lo hace en un basural a cielo abierto”.
“La pandemia fue una pausa en todo aspecto y empecé a caminar. Y lo que encontraba en los barrios estaba en la vereda, a la vuelta de la esquina: pibes en situación de calle. El mundo efectivamente es ‘Cambalache’, y está hecho una porquería... ¿Pero no se puede cambiar? Salía a repartir víveres con un carro, escuchando ‘Balada para un loco’, que para mí es un emblema, y terminé bailando un tango cabeza a cabeza con un tipo. No me olvido más la cara de felicidad de esas personas”, rememora el escenógrafo y escultor.
Su cuerpo está tatuado, y es en sí una obra de arte, que narra el camino en retrospectiva desde el presente hasta la fecha misma de su nacimiento. Sus ojos reflejan su esencia emocional, y la sensibilidad que también es su combustible. Recuerda esos seres que el asfalto de la indiferencia le presentó y su garganta se quiebra. “Hoy es raro ayudar... ¿En qué mundo vivimos? Raro es ser indiferente a la desigualdad. Yo estuve ahí, con ellos, y si no hay acción hay silencio, y ese silencio después se transforma en el sonido de la aspirada en la bolsa de pegamento para paradójicamente despegarse de su realidad”. Así es como menciona a Nico –un joven vecino en situación de calle– y llora, como lloró este último cuando pudo darse una ducha caliente en la casa del artista.
El Tadeo Jones vulnerable tropieza como todo humano. Deambula por un tiempo en la cornisa de la autodestrucción y coquetea con los límites de su espacio tiempo. Ahí, justo donde el fondo del abismo puede ser también el trampolín de la resurrección. “Emocionarse con una historia ajena es ‘loco’, eso tiene valor. Hay que construir palabra, a los pibes trato de trasladarles eso, el valor de poder confiar en la palabra de que uno va a estar. Es mucho más fácil el mundo que viene, lo difícil es sacarse de encima el que habitamos. La materia no hace lo que vos querés, tiene sus códigos y su tiempo. Cuando aprendés eso, te frustrás un poco menos y te volvés más fuerte”. Jones también es escultor, y no solo de la vida.
A fines de año presentará su muestra Ni reyes ni bufones de esculturas en El Infierno, el sótano del Palacio Barolo. “El primer movimiento son ‘Los lamentos’. Es lo que somos nosotros en este mundo que busca etiquetarte en todo momento, en el que sos un capo o sos un mediocre. Y estos seres, en la lucha que van atravesando, se desnudan y despojan de todo eso que heredaron como mandato. Son obras de dos metros y medio de alto, y una pieza de cuatro y medio, realizadas íntegramente con descarte”, cuenta.
Las esculturas de distintos tamaños son parte del paisaje hogareño de la residencia Jones –junto a las referencias de Jurassic Park, clásico del cine que voló el cráneo imaginario de Tadeo niño–. Algunas piezas son de su autoría, otras de los alumnos que asisten a los talleres que brinda en ese mismo lugar. “Los ayudo a liberarse en ese espacio, en cuatro clases derribamos el ‘no puedo’ y realizan su primera escultura”. Tan profundo es el impacto de su enseñanza, que en septiembre se va a México y Miami a replicar sus clases. “También tengo en mente articular galerías de arte ahí”, agregó.
Tadeo Jones también tiene el tiempo y la creatividad necesaria para ser creador de contenido digital, tanto en TikTok como en Instagram su usuario es @tjonesarte, y en sus cuentas, sus seguidores de todo el continente acompañan al escultor en su proceso creativo cotidiano. Además de ninfas y sátiros, comparte tips e información sobre su arte, y aspectos de su intimidad y fuentes de inspiración.
“Un buen escultor es el que sabe expresar con barro y metal el lenguaje oculto que lleva dentro. Ese es el verdadero artista, el que se anima a decir las cosas que no se dicen, el que escarba en el reflejo oscuro de la soledad y libera sus fantasmas. Yo soy Tadeo Jones, y voy a ser un loco toda la vida, y que en mi epitafio diga que di todo, hasta el último momento. La realidad es arcilla en manos de tu voluntad”, finalizó... pianta’o, pianta’o, pianta’o.
Para agendar:
Come From Away: Viernes, sábados y domingos, en el teatro Maipo, Esmerada 443. Entradas por Plateanet.com
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