Dirigida por Valeria Ambrosio, con Oscar Giménez y Pablo Pieretti, en el teatro Buenos Aires, la pieza va por su cuarta temporada, con 230 funciones y muchos premios en su haber
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Hay fenómenos teatrales que se producen en nuestra cartelera porteña que, quizás, a simple vista pasan desapercibidos. El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, es uno de ellos. Cumplió 230 representaciones y es una producción independiente, que el “boca en boca” de aquellos que ya la vieron, convirtieron a este clásico en una pieza a recomendar. La obra de Puig cuestiona, mantiene expectante al público, e invita a reflexionar sobre política, militancia, la izquierda, los ideales, el sexo y rescata el uso de la palabra, que acá adquiere un valor inusitado. Y lo hace a través de los personajes de dos hombres encerrados, presos en la cárcel de Villa Devoto, en los años 70. Totalmente opuestos uno del otro, aúnan criterios para sobrevivir en ese hábitat que los obliga a repensar sus vidas. Valentín es un militante de izquierda y Molina, un decorador de vidrieras acusado de corrupción de menores, que es gay, aunque luego se descubrirá que el haber sido designado a esa celda esconde un secreto. El éxito de esta versión escénica se debe no sólo al texto de Puig, también al valioso equipo artístico y técnico que la puso en escena: Valeria Ambrosio en la dirección; con Pablo Pieretti y Oscar Giménez, en las interpretaciones. A ellos se suma Alejandra García, en producción artística, que es la responsable de haber logrado que fuera la primera pieza de Manuel Puig que se representó en tu tierra natal, General Villegas, el 10 de octubre de 2022, en el Festival “Querido Manuel”, que se realizó en el cine-teatro Español, para conmemorar el 90° aniversario del nacimiento de su autor. En esta función a sala llena, también se vivió una situación algo paranormal.
El origen de la pieza indica que fue imaginada por Puig en su exilio en Madrid y publicada en España, en 1976. En la Argentina de aquellos años estuvo prohibida. En 1983, ya en los preliminares del final de la dictadura militar a la democracia alfonsinista, se pudo ver representada en el Regina, con dirección de Mario Morgan y actuaciones de Pablo Alarcón y Osvaldo Tesser. Luego volvió a subir a escena en los años 90, con dirección de Rubén Szuchmacher e interpretada por Humberto Tortonese y Martín Urbaneja. Más tarde en 1995, el teatro Lola Membrives, recibió la versión musical que trajo Harold Prince, que la había dirigido con gran éxito en Broadway y convocó a Valeria Lynch, Juan Darthés y Aníbal Silveyra. Si aquella versión contaba con un amplio despliegue escénico, más de una docena de canciones y proyecciones, la actual dirigida por Valeria Ambrosio es absolutamente minimalista, despojada y revaloriza con énfasis la palabra y la amplísima gama de sentimientos por los que atraviesan sus protagonistas. Además de haber logrado cierta magia en los instantes, en los que Molina, le cuenta a Valentín, algunas de las historias de los films –partiendo del relato de La mujer pantera, con Simone Simone, que dirigió Jacques Tourneur, en 1942– protagonizados por las divas que Puig más admiraba: Bette Davis, Greta Garbo, Rita Hayworth, Mecha Ortiz y Joan Crawford.
La actual versión escénica, recibió tres premios Ace: a mejor obra en drama, mejor actor en drama (Oscar Giménez) y mejor dirección (Valeria Ambrosio). En enero pasado, también la representaron en Mar del Plata, a sala llena en Cuatro Elementos Espacio Cultural. Y por su interpretación como Molina, Pablo Pieretti fue nominado a los premios Estrella de Mar, como mejor actor en drama.
La producción está dedicada a Ernesto Pérez Ré que murió en 2020 y fue quién convocó a Valeria Ambrosio para que dirija la pieza. En aquel momento realizaron cuatro funciones, previo al cierre de las salas, debido a la pandemia. Luego, en 2021, Pieretti y Ambrosio decidieron que en homenaje a Pérez Ré debían continuar y Oscar Giménez que, además de actor, director y docente integra la dirección artística del teatro Buenos Aires, asumió el papel de Molina. Primero se hicieron funciones dos veces por semana, debido al éxito se agregaron dos más; ahora puede verse de jueves a domingos. LA NACION dialogó con la directora y los actores, quienes revelaron algunos de los secretos y curiosos acontecimientos que se sucedieron a lo largo de estos tres años.
Para Pablo Pieretti el éxito de la obra radica en que “trasciende las edades y los géneros. Acá nos esperan chicas y chicos jóvenes a la salida de las funciones, que han venido más de una vez a verla y nos dicen que la pieza les dio el valor de animarse a hablar con sus padres y decirles que son bisexuales, o gays. Lo que sucede con estos dos personajes les dio el valor para enfrentar su situación, liberarse, sentarse y hablar con su familias”.
“Esto resulta un poco increíble y sucedió más de una vez –agrega Valeria Ambrosio–. Aunque podríamos suponer que la pieza toca temas que ya no son tabú, o están resueltos, no es así. A pesar de que hay derechos conquistados: está el matrimonio igualitario, el vientre subrogado en parejas homosexuales, una educación de concientización en los colegios, surge que jóvenes que vienen a ver la obra, salen y nos dan las gracias porque no se animaban a hablar esos temas con sus familias”.
Oscar Giménez se refiere a cómo experimentan esa situación de encierro los dos personajes, Molina y Valentín. “En ese lugar no se tienen nada más que uno al otro, carecen de toda frivolidad, toda distracción, eso obliga a ambos a profundizar en sus pensamientos, a cuestionarse y hasta se permiten experimentar otros sentimientos, que quizá no habían previsto”. Pieretti destaca que “el secreto de la pieza está en que el público es partícipe de poder espiar a dos personajes que desnudan su alma uno al otro. Valentín, mi personaje, viene de un mundo, el de la militancia, la izquierda, el estar encerrado en sus ideales. Molina es quizás el más frívolo, goza contándole al otro una película para entretenerse ambos y pasar el tiempo. Pero, a su vez, se van abriendo, van contando sus dolores. En el caso de Molina el sentirse una mujer en el cuerpo de un hombre, en una época, los años 70, en que era muy difícil ser homosexual. Eso sumado al dolor por la enfermedad de su madre, que no la puede cuidar, porque está ahí encerrado. A medida que avanza el tiempo van derribando sus corazas, se vuelven más empáticos, se escuchan y esto va en un crescendo que no se detiene hasta que baja el telón al final del espectáculo”.
“Creo que lo que mantiene expectante al público, es que desde la visión de la directora está contada sin ningún artificio. Acá se va a los aspectos más sanguíneos y crudos de lo que expone el conflicto de la pieza”, opina Giménez. “Valeria nos dijo que íbamos a darle valor a la palabra, a los subtextos, no adornaríamos el espectáculo con elementos extravagantes”, agrega Pieretti.
Por su parte, Valeria Ambrosio afirma que se desconoce al escuchar a sus actores. “Al venir de dirigir musicales y creer que tal vez una canción, o las canciones lo resuelven todo en una obra, poner en escena este texto implicó un desafío. Si me hubieran ofrecido esta obra siete años atrás, habría agregado proyecciones. Acá revaloricé la palabra, porque es lo único que cuenta para hacer poesía, para comunicar. Yo tengo formación plástica y lo que observo hoy es que somos víctimas de una invasión visual. Las imágenes nos avasallan”.
La primera vez en General Villegas
El beso de la mujer araña, fue la primera obra del autor que se representó en el lugar en que nació, General Villegas, en el cine-teatro Español, en el marco del Festival “Querido Manuel” que se realizó en octubre de 2022, al conmemorarse los 90 años del nacimiento de Manuel Puig, quien en este acto fue declarado Ciudadano Ilustre de su ciudad. En un momento de la charla, Pablo Pieretti se dirige al fondo del escenario y desde un estante de la escenografía trae un ladrillo, que parece extraído de una antigua casa. “Es de la casa de la infancia de Manuel Puig, que fue demolida y sólo dejaron la fachada como recuerdo para que la gente tome fotos. Este ladrillo es como un amuleto de la suerte para nosotros. Nos lo regaló Patricia Bargero, a la que llaman ‘la novia de Manuel’, aunque no es así. Ella es escritora y aparece en el documental Regreso a Coronel Vallejos, que dirigió Carlos Castro, en 2018 y puede verse por Cine.ar Play. Patricia compró una segunda casa en la que vivió Puig y nos invitó a conocerla, fue muy emocionante porque está casi como en aquella época”.
Giménez reconoce que la casa es prácticamente un museo de Puig, llena de fotografías de cuando Manuel era un niño, con su familia y en distintos momentos de su vida. “Después de haber sido casi repudiado por la gente del lugar, luego de la publicación de sus libros Boquitas pintadas y La traición de Rita Hayworth, en los que detalla a personajes de su ciudad; este homenaje con fotos, una exposición de libros y la obra que representamos, fue como haberse reconciliado con el pasado del escritor. Hay que tomar en cuenta que en los años 80, la película Boquitas pintadas no se pudo ver en Villegas. La exhibieron en otra ciudad, a 20 kilómetros, y la gente se trasladaba para verla, eso habla de la hipocresía de la época. A nuestra función también asistió Raquelita, así la llaman, una señora de 86 años que fue compañera de colegio de Manuel, con quien tuvo una relación muy íntima. Él se fue de Villegas, a los 14 años, pero se siguieron escribiendo. Nos contó que tiene muchísimas cartas de Puig, pero nunca se publicaron porque son parte de su intimidad”. Luego continúa con un hecho curioso que ocurrió la noche de la función. “Fue un episodio casi paranormal. Manuel siempre acompañaba al cine-teatro Español a su mamá y se sentaba en la fila 15 al medio. La noche del homenaje esa fila se decidió que permanezca vacía. Estaban todos los asientos levantados pero, al terminar la función, descubrimos que la butaca del medio de la fila 15 estaba baja, como si alguien se hubiera sentado allí. Decimos que fue el fantasma de Manuel que nos acompañó”.
–¿Tienen previsto continuar con las funciones todo el año?
Valeria Ambrosio: –Los derechos vencen en agosto de este año. Creemos que no va a haber ningún problema para renovarlos, que es nuestro deseo, debido al éxito de público que estamos teniendo. Sabemos que al hermano de Manuel Puig, que vino a ver una función, es la puesta que más le ha gustado, eso nos da mucha confianza para poder continuar más allá de agosto.
Para agendar
El beso de la mujer araña, de Manuel Puig
Teatro Buenos Aires, Rodríguez Peña 411. Funciones: jueves, a las 21; viernes, sábados y domingos, a las 20.
Entradas: $2800 y $3.600 por www.plateanet.com
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