Sombras, por supuesto refleja un mundo alterado a través de los objetos que dejamos atrás
Dos policías buscan al hijo de una pareja en la nueva producción del grupo Los Primos, dirigido por Romina Paula
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Sombras, por supuesto. Texto y dirección: Romina Paula. Elenco: Esteban Bigliardi, Pilar Gamboa, Esteban Lamothe, Susana Pampín. Música original: Germán Cohen. Ingeniero de grabación: Guido Gravano. Espacio y luces: Sebastián Arpesella, Romina Paula. Asistencia general: Lucía Villanueva. Sala: Arthaus, Bartolomé Mitre 434. Funciones: los domingos, a las 19; los lunes, a las 20. Nuestra opinión: muy buena.
Hay sombras que llegan a veces del pasado y que producen mucha conmoción en nuestros cuerpos. Algunos acontecimientos o quizás pequeñas circunstancias que parecerían querer trastocar el presente de manera muy contundente ¿Qué hacer con esos materiales acumulados y tan bien guardados en la conciencia? Detenerse en ellos y tratar de busca una explicación del por qué de esa aparición puede resultar una cuestión posible. Otra, descartarlos de inmediato, buscar la forma de que regresen al olvido.
En Sombras, por supuesto, la dramaturga y directora Romina Paula decide detenerse en esas sombras y reconstruir el universo que dio forma a aquellos momentos, aunque sean dolorosos. Pero también opta por confrontar aquello que sucedió con informaciones de un presente muy actual y promover una intensa reflexión sobre las conductas de cada uno de los individuos que forman parte del recuerdo y, mucho más, de quienes hoy se animan a revolver situaciones que parecerían estar estancadas en sus vidas y que no desean hacer aflorar en la actualidad.
La historia que plantea Paula, en un comienzo, resulta sencilla: dos policías (un hombre y una mujer) invaden sorpresivamente el hogar conformado por una pareja que lleva una vida demasiado ordenada, quizá, pero ambos están atravesados por algunos momentos oscuros. Ellos criaron a un hijo, Bruno, a quien buscan los policías y cuyo paradero desconocen.
A los padres no les interesa saber de él y, sobre todo su madre. Ella está convencida que a Bruno tampoco le importaría reencontrarse con esta vida de la que ya no forma parte. No necesita dejarse ver, pertenecer a este nuevo orden familiar, social.
En la casa, los policías han comenzado por inventariar una serie de objetos que han ido acumulado en un rincón, quitándoles el significado que cada uno poseía cuando estaba ubicado en un lugar específico. Ese nuevo orden abre un paréntesis en la acción. Todo ha sido descolocado y ya nada volverá a ser igual.
Y eso se transformará en un punto de partida para que cada uno de esos personajes comience a dar cuenta de quién es en verdad y ahí, aquella historia sencilla se amplía notablemente. Conocer a esos hombres y mujeres en una intimidad inesperada hace que el espectador se detenga con mayor interés en esa construcción dramática que crece y se consolida. En la catarsis de cada uno de los personajes las sombras dejan entrever que en la soledad, la tristeza, el desamparo que padecen cada una de esas criaturas está el germen de un mundo contemporáneo en el que los seres humanos desaparecen o intentan escapar como pueden porque, socialmente, no encuentran una contención que les posibilite crecer siguiendo sus necesidades personales.
Si bien los cuatro interpretes que forman parte de este proyecto (Susana Pampín. Pilar Gamboa, Esteban Lamothe y Esteban Bigliardi) poseen cualidades interpretativas muy diferentes -más emocionales unos, más distantes otros a la hora de exponer sus sentimientos- logran en Sombras, por supuesto dar vida con una naturalidad admirable a estos cuatro personajes que, cada uno a su tiempo, irá mostrándose con una profunda transparencia.
En ningún momento, en ninguna situación, esos actores están ausentes del espectáculo. Aunque no tengan una intervención directa sus presencias son muy activas, sea porque aportan un gesto, un pequeño movimiento, una mirada. El interior de cada uno de ellos es cómplice o sabe acompañar el dolor del otro.
Romina Paula cruza tiempos históricos (los 70/80 con el presente más inmediato y que aparece como una triste noticia en un diario) con una capacidad admirable. En ambos los jóvenes son unos protagonistas que sufren las consecuencias de un mundo tan alterado que parecería no poder reconocer en las nuevas generaciones la potencia y la vitalidad que ellos necesitan para desarrollarse. Resulta muy conmovedor que sean estos mayores – seres tan indefensos- (los personajes) quienes nos obliguen a reparar en eso y no la realidad cotidiana a la que, a veces, dejamos pasar por alto.
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