Fronteras: de un lado y del otro de una misma realidad
Fronteras
Nuestra opinión: buena
Autor: Juan Carlos Dall' Occhio. Intérpretes: Claudio Gallardou, Gonzalo Ruiz y Julieta Raponi. Diseño de espacio y vestuario: Gastón Marioni. Dirección: Gastón Marioni. Duración: 70 minutos. Funciones: lunes, a las 20.30. Sala: El Extranjero, Valentín Gómez 3378.
Un simple alambrado es la línea divisoria que separa dos realidades: la ideal y la concreta. De un lado, el barrio privado, con su vigilancia, la vida cómoda, la apariencia. Del otro, la miseria, la carencia total, la simpleza de los hombres buenos. Entre los dos mundos está el alambrado.
Genaro vive en una casilla, con su perro y el mate. Hasta allí llega Turda, aparentemente un amigo, hombre de seguridad que controla el perímetro del espacio para evitar el ingreso de intrusos. Claro que a veces se descuida la salida. Es por ese motivo que una jovencita adolescente puede escaparse de esos límites metafóricamente carcelarios y alterar la rutina del viejo al refugiarse en el baldío. El encuentro entre estos dos seres y las diferencias sociales que existen se diluyen ante el drama personal de cada uno. La pérdida de afectos para él; la pérdida de la inocencia para ella. En ese microclima que se establece entre los dos empieza a generarse una confianza que lleva a la confidencia. Ambos cargan una cruz que pueden paliar ante la sensibilidad del otro.
El punto de encuentro se alcanza cuando las dos almas se conjugan en la misma cuerda dramática y llegan a una resolución. Pero el peligro exterior y la delación se hacen presentes para acabar con ese pequeño espacio que Genaro creó para su supervivencia. El autor, Dall’ Occhio, alejado de un maniqueísmo facilista, elabora diálogos concisos para establecer la comunión entre los dos seres, aunque la resolución se produce en forma muy rápida, como si se necesitaran más argumentos para revertir la situación.
El protagonista, Claudio Gallardou, aporta una fuerte dosis de ternura conmovedora. Su personaje está bien definido, con matices, y vuelca emoción, sobre todo en su encuentro con la joven. Sobre ella, Julieta Raponi, está a su altura, en una composición muy verosímil, convincente. En la misma línea está Gonzalo Ruiz, el hombre de seguridad ambivalente en su comportamiento y en su relación con Genaro. El diseño del espacio no se necesitó nada más que un alambrado, la oscuridad y una casilla para definir esos dos mundos colindantes y tan lejanos. La puesta de Gastón Marioni es acertada en la composición de un ritmo constante, y en cuanto a la dirección de actores supo delinear a cada personaje con precisión y obtener de los actores una buena respuesta.
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