Como los unicornios: cuatro faunos que reflexionan sobre el amor
Como los unicornios
Nuestra opinión: buena
Autor y director: Blas Arrese Igor. Intérpretes: Matías Pisera, Guido Botto Fiora, Gustavo Ruiz Moreno y Arrese Igor. Coreografías: Martín Payero Segura. Vestuario: Jorge Sandoval. Escenografía: Hernán Arrese Igor. iluminación: Juan Zurueta. Sala: Timbre 4. duración: 60 minutos.
La pregunta es sencilla: ¿de qué hablan los hombres cuando hablan de amor? A ese interrogante responde el autor, actor y director Blas Arrese Igor. Sobre el escenario de Timbre 4 el creador conjuga elementos del teatro, la performance, el biodrama, la música, las artes plásticas y el audiovisual para dar forma a un muy atractivo pastiche en el que se impone el juego de cuatro intérpretes que dan forma a escenas extremadamente disparatadas.
El trabajo está estructurado en tres partes. En una primera ("El scrum") se presentan los personajes: Atila, Don Juan, Cupido y Dorian. Seres entrañables que a través de pequeños parlamentos exponen qué actitud adoptan frente a una situación amorosa. Lo hacen mientras se desarrolla un partido de rugby. En una segunda ("El amor al arte") ellos se tornan más reflexivos y lo hacen sobre una pasarela en la que desfilan como modelos capaces de mostrar una bella imagen externa aunque el interior de sus personalidades exprese cierta conmoción. Finalmente ("El amor en tercera persona/Striptease"), cada uno de los actores contará una historia personal en relación con un acontecimiento amoroso que ha vivido, en algunos casos dejando una fuerte huella sobre su cuerpo.
El trabajo posee un texto muy atractivo en el que cada personaje describe su mundo interno con una intencionalidad que no siempre adquiere la vitalidad necesaria cuando llega al espacio escénico. Cierto caos se apodera de la puesta y aunque en ese mundo se mueven los personajes, aquí se convierte en un desorden que hace perder valor a un material dramático que tiene su peso, tanto por las reflexiones que propone como por su estructura.
La tercera parte de Como los unicornios es verdaderamente atrapante para el espectador. Cada actor describe un momento de la vida amorosa/sexual de su personaje con una actitud sumamente ingenua. Los relatos son potentes. Las historias son narradas con extrema libertad, la desfachatez es mucha y poseen una interesante cuota de sorpresa que los intérpretes saben dosificar de forma cuidadosa. Esto las convierte en pequeñas perlas dentro de ese friso que se ha desarrollado de forma alocada. Cuatro faunos desbocados exponen en plenitud sus mundos personales, vestidos con una creativa propuesta de Jorge Sandoval.