Una puesta ágil y dinámica sobre un texto arduo
Copenhague
Nuestra opinión: buena
Libro: Michael Frayn. Elenco: Patricio Contreras, Alejandra Darín y Sergio Griffo. Música: Rony Keselman. Escenografía: Nicolás Nanni. Dirección: Mariano Docena. Sala: Centro Cultural de la Cooperación. Duración: 110 minutos.
Si bien la base de esta obra es el encuentro entre los físicos Niels Bohr y Werner Heisenberg, luego de sus respectivas muertes, para plantearse lo conversado en su reunión de 1941 en la ciudad de Copenhague, el enfrentamiento entre ética y ciencia es el problema que se impone a causa del desarrollo del armamento nuclear. Son maestro y discípulo pero también enemigos por la situación de sus dos países, Dinamarca y Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial.
Niels Bohr fue un físico danés judío que contribuyó a la comprensión del átomo y la mecánica cuántica. Obtuvo el Premio Nobel de Física en 1922. Werner Heisenberg fue un físico y filósofo alemán. Formuló el principio de incertidumbre, que afirma la imposibilidad de medir simultáneamente de forma precisa la posición y el momento lineal de una partícula. Fue galardonado con el Premio Nobel de Física en 1932.
En el "después de la muerte" planteado en la obra dramática, Bohr, su mujer Margarita y Heisenberg vuelven a encontrarse en su "sobrevida", interrogándose por aquel encuentro en Copenhague en 1941, y más allá, el porqué de la existencia y explosión de la bomba atómica. En el desarrollo se exponen las contradicciones éticas, por haber desencadenado una fuerza absolutamente inmanejable. Bohr, que se muestra como un humanista, es quien ha colaborado con la fabricación de la bomba atómica. Heisenberg, por su parte, perteneciente al programa nuclear alemán, ha fracasado en su proyecto y no mató a nadie porque no obtuvo la bomba.
A pesar de que se insiste en mencionar que la ciencia se concentra en el progreso de las sociedades humanas, nadie puede negar el imponente papel que desempeña la investigación destinada a generar la maquinaria armamentística. Por lo específico del tema, la obra presenta un texto muy arduo y de difícil comprensión para un público que carece de conocimientos sobre física.
Algo similar sucede con los actores, especialmente con Patricio Contreras, quien define correctamente el perfil psicológico de Bohr, pero por momentos titubea a la hora de exponer el texto. Algo que no ocurre con Alejandra Darín y Sergio Griffo, que se muestran convincentes y seguros en su exposición. El diseño escénico es alusivo al tema y permite al director presentar una puesta ágil y dinámica.
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